ANDA,
NENE, VETE A FOR ISMOS...
“Error
significa el hecho de errar, de no poder permanecer, porque allí donde uno está
faltan las condiciones de un aquí decisivo; allí, lo que ocurre no es la acción
clara del acontecimiento a partir del cual algo firme podría ser hecho, y por consiguiente, lo que ocurre, no
ocurre, pero no es que no pase, nunca es superado, llega y regresa sin cesar,
es el horror y la confusión y la incertidumbre de la repetición eterna.” (MAURICE BLANCHOT)
“Es
necesario que deje bien aclarado que yo estoy aquí en mi país y que, a pesar de
todos mis esfuerzos, no entiendo una palabra del idioma que usted habla.“ (FRANZ KAFKA resucita como crítico de pseudobabeles televisivas y ciberfláuticas
y repite, ahora como perogrullada, las mismas palabras que ya dijo alguna vez
en un contexto más enigmático -por más complejo-)
“Ya
sólo me intereso por la suerte de mi caso, como por la de un extraño o casi.”
(LOUIS FERDINAND CELINE)
“¿Y
qué mayor temor hoy día que el temor a pensar?”
(MARTIN HEIDEGGER)
Pornografía obituaria Oh, resplandor mórbido del muerto en ¿su?
traje de luces no elegido con que lo cubren los
carroñeros espirituales, esos parásitos que brillan farisaicamente a costa de
su recuerdo...
Misa antrópica La gente siempre es prescindible, no así las
personas...
La dificultad atrayente Heidegger me es, como lectura, lo que Fripp como audición musical o lo que el Zen me sugiere como
práctica espiritual: leo al uno como escucho al otro, desde la humildad y a
trompicones pero con la firme sensación de que ambos me hacen mejor y más
esclarecido; en cambio, mi relación con el Zen es oblicua (no se me ocurriría
acometer la práctica porque, dado mi temperamento vehemente y demasiado apegado
–aunque procure lo contrario- a los cantos de sirena de lo inmediato, lo
consideraría una frívola presunción por mi parte: sí trato a personas que lo
practican –en concreto, a la única que he conocido con ciertos rasgos
sobrehumanos- y sí fomento mi empatía con lo extremooriental
como antimateria terapéutica del veneno hipócrita que rige el occidente en que resido –cada día más, eso
sí, como exiliado interior-).
Lo inesperado
La chica jirafa surfeaba por las aceras cuando se tropezó y cayó cuan larga era
ante el transeúnte. Desmadejada, en actitud poco euclidiana, dejaba ver un
asomo de bajo vientre deslumbrante, con albura de vieira. Mirando fijamente
aquel descuido de la núbil patinadora, el transeúnte derramó su atención sobre
el maelstrom a que conducía su ombligo y que
propiciaba el paso a otras realidades y destinos (para lelos -de colores-)...
Pero supo sobreponerse y, con la abúlica firmeza de un Pessoa, prosiguió su
camino hacia el apartado, a recoger el giro por otra colección corazonesca.
Rizando el rizoma al aroma kafkosher El silencio cuando se mastica o cuando se besa a
fondo (que tanto contrasta con la locuacidad compulsiva de quien desea besar y
teme no ser bien acogido en la otra boca -o de quien apologiza a propos de las delikatessen que
desplegó ante su expresión boquiabierta la vitrina iluminada de la charcutería Tiffany’s-). De ahí que sólo puedan rezumar arte el hambre y el desamor...
Variante paradojal de lo anterior El alma de Céline (esa
alma con trazas de gato y de niño) está en los puntos suspensivos...
A modo de paradoja blasfema (para
fans de la serie FRINGE) CARTAS DE LA
CARCEL de Céline: me lleva a pensar en cómo sería, en
una realidad paralela, la correspondencia de... ¿KAFKA EN AUSCHWITZ? (pero no: no hay correspondencia posible cuando
todo lo que pudiera sufrirse como vivencia ya se escribió previamente -en
cualesquiera realidades- como presagio).
Lecciones de supervivencia Cada noche rezaba fervorosamente por la extinción
de la Humanidad...
Voluntad de futuro Ese suicidio aplazado día tras día por el miedo de
perderse lo mejor.
Paradoja d’amore La heterofilia (si lo es de veras –y no homofilia latente-) comprende en sí la homofilia
en su exhaustividad de otredades. La homofilia, en
cambio, si se empecina en fijar lindes, está abocada al ombligo de lo tribal,
al onfalos del espejo que siempre engulle y ahoga.
In a Blanchot Tone Bienaventurados los armarios, que nos permiten
ser. Porque la utopía, al consumarse, se suicida y agusana en el tedioso deja vu constantiniano. Y nada más monstruoso (en el peor
sentido de este tan complejo y sugerente término) que un anhelo anélido, vuelto
decreto/lombriz y, por tanto, cadáver de sí mismo.
Caminos de bosque (leyendo
a Martin H) La
democracia sólo puede entenderse en su sentido terminal como la profanación por
la gente, que no está dispuesta a entenderlas (atención
a la coma), de las obras cargadas de sentido. La destrucción de tales o
cuales tesoros arquitectónicos por presuntos arcaicismos
emanados en última instancia desde Occidente no es sino pálida metáfora de lo
que ocurre a cada momento en nuestra cotidianeidad en relación con la cultura.
De vueltas de la mentira (desahogo geopolítico) Tantos años creyendo en Terceras Vías y éstas no
existen: los ninismos (ni tal ni pascual...) siempre acaban teniendo ese fondo troskizante, gladiatore, hitleriano, escorado a Occidente. En otra época,
sin embargo, no era así (con sus diversos matices, Sartre, Mounier...
o, profundizando más en la equidistancia, los gozosos espejismos no alineados
de Fanon –y su huella en lo panárabe y panafricano-,
o De Gaulle, o la China solipsista de la transición
50/60 –solipsismo alucinado con el Mao herzoguiano de
los 50 que sedujo a Malaparte y al Che, solipsismo
pragmático con el ulterior quinquenio de Liu Chao Chi
que acabaría por motivar al antioccidental Nixon para su Gran Juego-, o nuestro
Suárez en sus viscerales y truncados arrebatos soberanistas –heredando a sinuosos
seductores como Goulart y Frondizi...-).
Tras los postres acecha la muerte roja Brindemos: esto es, blindemos (o mejor aún, Blind Emos).
Para Doxa (en el día de su santo, de sus
abuelitos que tanto la quieren)
Quisiste ser Todo y acabaste en Nada cubierta de lodo: ¿no es mejor el modo de
quien, porque nada, buscando la hondura baja la cabeza y bucea en el Todo?
Recuerdos familiares Amnesia en cuanto hace a lo intrauterino. ¿Los
primeros años?, de placentera plenitud
casticista, como un Dalí incipiente criado en una película de Pedro L. Ramírez
(Viriato –y el Madrid que lo rodeaba entre el 58 y el
63: de ahí, tal vez, mi incapacidad congénita para el antifranquismo- como nuevo útero
a recordar -y a añorar-). Después, (la belleza umbría de Zurbano...)
el caserón de los Briones deviniendo en presagio/secuela de la mansión Bates
cuando la preadolescencia (preadolescencia
llena de tropezones agrios –mi servicio
militar prematuro en el internado de Carranque
que, regalándome dioptrías, me eximiría años más tarde de la prestación
oficial: en sí, podría haber sido recogido en papel por un epígono andaluz
de... ¿Musil? a modo de esbozo paródico de Kafka
cuando jugaba a Dickens- y dulces –los fines de semana en la casa malagueña
apoyada en la montaña y, sobre todo, esas estancias preciosas en el bungalow marbellí de mi tía Carmela con sus veinticinco
gatos-). Para acabar, mediando el 71, con el regreso a Viriato
como ex/combatiente anticlimático abocado a una
creciente incomunicación (desencanto en la casa –cada día menos placentera-
ante mi irredenta condición anómala, vivenciando la
entomología hogareña de Kafka siglos antes de leer una sola línea suya).
Por qué dejé de escribir largo ¿Razón última,
tanto en busilis como en cronología? Tal vez ésta... Cuando personas que
aprecio y valoro (no mediocres ni deshonestas ni malvadas) optan ¿avestrucescamente? (uno siente al pensarlo un atisbo de
horror –como un deja vu body
snatcher en el que no ha lugar al diálogo sereno,
sólo, en todo caso y si es posible, a la desprogramación,
por no decir al exorcismo...-) por aquello (las innobles desnudeces
presuntamente cubiertas por chillones atuendos inexistentes) que sólo puede
defenderse con plena conciencia desde el resentimiento contra la excelencia (o
desde el cinismo conformista y acomodado a los falsos cambios dignos de Lampedusa –o, vamos, resumiendo, desde el ansia terminal de
entropía-), la persistencia en el esfuerzo de aquilatar una y
otra vez, exprimiéndolo al máximo, el concepto rumiado y razonado de cómo
el rey de turno va desnudo, esa persistencia, digo, acabó por hacérseme inútil
y agotadora y así renuncié al ensayo para concentrarme en el aserto (o exabrupto, si lo
prefieren). Lo había dicho todo y no había logrado niente:
repetirme sería autoparodia y/o traición...
Despedida y cierre (para
Mame, con un abrazo, esta perogrullada emperifollada de aforismo) ¿Existir?:
el combate cotidiano entre el insistir y el desistir.
Postdata nietzscheana inspirada por el burladero de FB Nunca se ha de descuidar la VOLUNTAD DE PODAR...