FACEBOOK: EL BURLADERO

 

(continuación -con bastante más acritud- a lo ya dicho aquí)

 

 

 

Me ha costado pero ya empiezo a cogerle el tranquillo a esto de la red social. 

Entré invitado (de motu propio ni se me habría ocurrido) y atraído por la sugerencia de que podría ser un buen espacio para la promoción profesional que alivie mis indigencias. Obviamente, tras los traumáticos fracasos del pasado, no me iba a subir a este tren con anhelos de mera socialización (menos aún al darme bastante mala espina –confirmada con el tiempo: esta entrada es el definitivo botón de muestra- el uso tan frívolo y fútil del término amistad por parte de FB) y sólo una expectativa de índole alimenticia me podía decidir a dar tal paso.

Mis aptitudes para el medro servil y las relaciones públicas reconozco que son mínimas. Toda mi lista de ¿amigos? se ha ido construyendo a base de aceptar peticiones, nunca de solicitar yo (por tanto, no admito chantajes asamblearios ni quid pro quo ni cosa semejante: mi cuenta en FB, dadas esas particulares características, es una metáfora en Internet de MI casa y no tengo por qué sentirme tolerado o soportado o mangoneado en mi propia casa por la gente a quien yo he tenido a bien aceptar –el relativo grado de correa o tolerancia con que haya podido aguantar gestos semejantes por aquello de la promoción profesional, vista su completa inutilidad y mi agotamiento anímico, ya se ha acabado-).

Ocasionalmente, me he topado (en calidad de referente común) con algún nombre que me merece un cierto respeto y hasta admiración y con quien creo podría mantener un trato estimulante y enriquecedor para mis neuronas (pero, por ese mismo respeto y admiración, me da un reparo enorme pedirle amistad -nada me mortifica más que resultar importuno o intempestivo en casa ajena: algo que, queda claro, les importa tres carajos a la mayoría de quienes forman parte de mi lista, l@s cuales me muestran un día sí y otro también su muy poquita afinidad para conmigo-).

Salvo la gente que realmente puedo considerar cercana (desde quienes ya lo eran antes de reencontrarnos en FB hasta esos pocos nombres que han demostrado una complicidad bien de pensamiento bien sencillamente humana, de talante), y descartando algún que otro acoso patoso y/o jueguecito mórbido de posesión a lo MISERY (abocados a la lista negra de bloqueados), la tónica son elementos que no acabo de comprender por qué demontres me pidieron amistad. ¿La ya mentada futilidad? ¿Falta de respeto? ¿Provocación troll? Poco a poco, al reflexionar sobre cómo se producen las interactuaciones, voy abriendo los ojos.

Hay un montón de entradas en mis blogs y portal shadowliner (a las cuales suelo remitir con profusión, porque me cansa teclear mi discurso una y otra vez cuando, prácticamente, tras cuarenta años derramando intuiciones e impresiones, ya he dicho todo lo que tenía que decir sobre todo lo habido y por haber). Desde ellas pueden colegir lo mucho que nos separa, opiniones mías llenas de bárbara incorrección que pueden agredir su sensibilidad estupenda, filias y fobias no menos nefandas que les resulten tremendamente ofensivas, dificultades económicas nada baladíes cuya mera mención por mi parte les resultará impertinente y de muy poca delicadeza, un grupo musical paralizado en buena medida porque la discográfica (al parecer, por falta de presupuesto) no saca un disco que se le entregó terminado en 2009 (es muy esclarecedor comprobar cómo -habiendo en mi lista un alto porcentaje de elementos relacionados profesionalmente con el pop business y que suelen deleitarse, con cierto afán necrófilo/necrófago, en recordar mis grandes éxitos- a nadie se le haya ocurrido mostrar el menor interés por LA RULETA CHINA, por acelerar el lanzamiento del disco intentando llegar a un acuerdo con la discográfica o, simplemente, proponiéndonos alguna actuación –remunerada, of course-: visto lo visto, cada vez entiendo mejor las pulsiones autoiconoclastas de Charlie con su pasado carameloso, que alguna gente pretende convertir en cripta en la que enterrar en vida al artista), pilas de ejemplares de libros y revistas míos que se supone les interesarían y que ignoran con el mayor desparpajo (abrí una página en FB como test de empatía a ver si se retrataban un poquito en este aspecto concreto y lo único que conseguí fue un ciberataque que me costó un teclado y casi, casi el ordenador, y la restricción de acceso a mi propia cuenta durante varios días –eso sí, de pedidos, ni uno; pero, conste, muchos me gusta, hasta ochenta en tres días, lo cual, dada la sangrante inconsecuencia entre ambos hechos, me lleva a pensar que ese botón de FB lo deben de pulsar pajaritos basculantes como el de Homer king/size, a piñón fijo y sin tener muy claro ni lo que se está apoyando-). Si no les importo, si no les gusta cómo pienso, si no coincidimos para nada a la hora de alzar el gallo en cuanto a exequias y obituarios, si no pocos de los nombres de la Movida con los que suelen hermanarme me producen un repelús espantoso (y los que me resultan más gratos, no suelen asomarse por FB), si buena parte de mis añoranzas y preocupaciones no son en absoluto las suyas, si sienten una especial querencia y aprecio por personas que a mí me han hecho bastante pupa en algún momento de mi vida (demostrando con ello una completa falta de interés y empatía por mis vicisitudes), si en su ranking de gastos situarían en muy último lugar un libro o publicación mía, si (en el mejor de los casos) llegaron con una imagen completamente errónea de lo que soy en realidad y a lo largo de estos meses se han decepcionado grandemente, lo natural sería que se largasen sin mirar atrás. Pues nanay, qué va, aquí nadie abandona la lista.

Por lo que no tengo más remedio que llegar a la siguiente conclusión: el placer mayoritario de ir de ¿amigo? de El Zurdo en FB debe de ser el placer del diletante desde la barrera, o en el graderío del circo romano, o paseando por el pabellón de los monstruos, o contemplando una snuff movie: ver sufrir al que está en la arena (o en la jaula -o en el hoyo-). Ver cómo uno se hunde en la miseria (aquellas lecturas póstumas de Céline en sus trifulcas con Gallimard o sacando a los perros o bajando la basura entre carontianos barrizales, pero ahora en directo, con la cercanía del reality, con la inmediatez que da Internet) y, encima, hacerlo desde el sádico recochineo de llamarse amigo suyo (bienaventurado tú, doctor Destouches, que, por lo menos, en tu via crucis final no tuviste que tragar conlista de amigos).      

Viva el Facebook. Viva la gente esssssstupenda. Viva la abyección de tanta buena conciencia encantada de conocerse. Vivan los comedores de pecados (¡ESE GRAN INVENTO! –sin el cual no sería posible lo dicho en la frase anterior-). Porque hoy todo el mundo etc, etc.

 

PD // Habrá quien se pregunte, tras la lectura de esta entrada, por qué no me he ido ya de FB echando leches malteadas o no he reducido la lista a ese 20 % de afines. Tras el crack de la página EL ZURDO DE PAPEL estuve pero que muy tentado y, la verdad, cada día que abro FB desde entonces lo pienso en algún momento y, si estoy un poco quemado, borro a alguien (pero es tan cansado esto de las purgas –sobre todo tras las nocturnas batallas de limpieza contra las cucas del aseo y cocina: repetir la misma tarea en la red es deprimente y agotador-). Supongo que me retiene el fino hilo de esa minoría relativamente empática y cómplice: toparme con una nueva foto de Esther mimosamente borracha de Lúpulo, o intercambiar ingeniosidades con Maese T a cuenta del Glan Lidl y el Chuluh Impenitente, o evocar con Gigi la probidad weiliana de Prado y Félix, o dialogar sin besuguismos con madame Byblos sobre la actualidad decadente que nos ha tocado sufrir, o colgar esos recaditos musicales que Charlie me pasa por email, por señalar algunos momentos gratos de los que me sentiría un poco huérfano si cerrase la cuenta. Pero, salvo eso, poco (por no decir nada) más.