IN = OUT (la ecuación zurda)





El tipo es de lo más IN:

INtemperante

INtransigente

INtempestivo

(o sea, de lo más OUT)



Defiende a alguien con razones que sacarían de quicio a ese alguien.



Atiende y plantea sugerencias con el mejor de los ánimos a algo que no se acercaría a él ni con guantes y mascarilla.



Opta, ante el disgusto de sus "ex/camaradas", por el Ramiro "equivocado" (porque, frente al "prosaísmo" de quien con su pragmática voluntad de construcción fue sustancial apoyo de una dictadura y comadroneó lo más funcional de la siguiente, contrasta la "poesía" nihilista de quien maquilló su suicidio a plazos con las estridencias de la acción política -ambos dejaron sendos cadáveres al mismo tiempo pero mucho más exquisito el segundo, dónde va a parar: a fin de cuentas, un neogauchista enamorado de la violencia caótica de la RC china y un "ramirista" skináceo son quasi gemelos en su adicción por los viajes a ninguna parte y su aversión por la eficacia, llámese ésta la China surgida de Deng o el desarrollismo propiciado por Carrero a partir de los cimientos que Maeztu plantó-).

Las NOTAS DE GUERRA de Hulme, en su polémica con los pacifistas, sus críticas al Alto Mando y sus propuestas de mejora para el Ejército, entrelazan moebianamente su voluntad de superar el conflicto del modo más funcional posible con el escrito rigurosamente contemporáneo (1915 en ambos casos) de su buen amigo Maeztu. Hulme, como Ramiro Ledesma veinte años después, dejó un cadáver joven pero no bonito: en RLR, el anonimato de la fosa común (que contrasta -simbolismo brutal- con el secuestro en Cuelgamuros de los restos de su archirrival JAPR), y en Hulme, la papilla macabra de un cuerpo bombardeado. Una diferencia: el arrojado a una cuneta de Aravaca buscaba la muerte desde su progresivo desligamiento del raciovitalismo orteguiano, en tanto que Hulme (en sintonía con Maeztu) buscaban la vida en el empeño por la victoria del bando que eligieron. Una vida marcada por la convicción en la marca del Pecado Original con la que Hulme dejó su pensamiento testamentario y que Maeztu continuaría sin abandonar jamás la realidad por el vértigo de la retórica (quizás sería esclarecedor para cierta gente leer DEFENSA DE LA HISPANIDAD o sus escritos en ACCION ESPAÑOLA en traducciones al inglés para sacarles mejor su último sentido, siempre gestor y nunca gesticulador -no en vano los integristas próximos a AE llamaban a Maeztu “el protestante” por ese pragmatismo irredento pero fue ese pragmatismo del que Franco, con la asesoría capital de Carrero, supo sacar partido para consolidar esa regencia hacia una monarquía que nunca llegaría a existir como tal, esto es, como INSTAURACION, porque su único tutor moriría en atentado antes que aquel a quien debía suceder-).



Molesta su negativa a plegarse ante esas autoafirmaciones pseudogorilescas (en el fondo más escapismos de avestruz que otra cosa: corrupción maliciosa de la pureza trágica de las venidas arriba del auténtico gorila en cautiverio) de golpearse el tórax remachando su solipsista e inocuo ¿HONOR/FIDELIDAD? de caganer en el belén democrático (Savage John en la pesadilla mundofelicista) en vez de rebajar los humos y los gestos y de atender más a las gestiones para no formar parte (aunque sea disconforme) del belén sino, por el contrario, procurar echar abajo todo el tinglado y superarlo con un modelo otro de interacción COMUNITARIA, algo solamente posible apoyándose en la palanca de la REALIDAD, con la cabeza fría, ahorrando energías, huyendo de performances y realities, más atentos a la Inteligencia que al autosabotaje exhibicionista. Que pese más el recuerdo de LA EMBOSCADURA y de Martin Venator que la tóxica tentación de hacer “cuadros vivos” imitando (y mal) a los de Sáenz de Tejada.



Es incapaz de paripés y afeitados de cuerna sea en los palacios sea en las cloacas, de ahí que resulte igual de impresentable tanto en unos como en otras (y que las ratas, sean negras o irisadas, lo miren con desaprobación).



La verdad, desde que este tipo descubrió a Pero Grullo (y su catalsis plometida) no hay quien lo aguante...



Porque (ya lo dijo Cervantes y quedó aún más remachado en la película NETWORK) no ha lugar para un Quijote que pretende sobrevivirse desde la recuperación de su propia lucidez...








LA IMPERDONABLE PERVIVENCIA DE ALGUNOS MALDITOS



Yo soy maldito (aparte las explicitudes de mi trayectoria) por el diploma mediático que me dio TVE a mediados de los 80 (justo ese ecuador del 86 cuando comenzaba el veto que marcaría mis destinos hasta el día de hoy) en un magazine vespertino de Angeles Caso. Junto a mí completaban la terna maldita mi entrañable Eduardo Haro Ibars (archidiplomado ya por entonces en malditismo) y un cineasta marcado con el nefando honor de que su película (CASAS VIEJAS) fuese la primera censurada por el gobierno de Felipe González.



Con el tiempo he llegado a la conclusión de que lo que no se le perdona a un maldito es no morirse a tiempo y así dejar un cadáver repugnantemente estupendo. Eduardo tomó nota y se murió dos años después de este evento en la tele (su tocayo Benavente -el otro maldito paradigmático de la movida- ya lo había hecho un lustro antes en el plan más rocanrolero posible, o sea, a lo James Dean). Yo sigo aquí, lidiando con averías, cracks económicos y sorteando (knock on wood...) pandemias, cada vez más fuera de lugar (de todos los lugares) y más cercano (en mi deterioro como personaje público) a alguna de esas larvas bohemias que exhumaba Prada jugando a Carrere.



Confirmando lo dicho, he ahí al más maldito de los malditos, el execrable Céline, al que los ¿suyos? (con Bardeche a la cabeza) reprochaban no estar muerto (como el "mártir" Brasillach o como el heterodoxo Drieu). Por cierto, ya me voy acercando a la edad en que Céline oteaba la muerte (en una casa bastante más grande que la mía, con pareja atenta y unas cuantas mascotas, que conste): eso de ser casi tan viejo como Destouches, la verdad, da un cierto escalofrío...



Habrá quien me contradiga sacando a colación a Leopoldo Mª Panero, que duró tantos años y siempre ejerciendo de "maldito" del modo más histriónicamente escatológico posible: tras leerlo a conciencia y verlo (tanto en persona -una vez, cuando ambos presentamos un libro de EHI en el Café Ruiz de Malasaña, el EHI que le reprochaba precisamente ese karma zombie de “no acabar de morirse nunca”- como por la tele -sus dos pelis y su show a lo Artaud en algún programa de letras- más cierta anécdota que me contaron Kiko Rivas -versión reducida- y Charlie Mysterio -versión ampliada- sobre la paliza de muerte -de no muerte, dada la condición eternauta de LMP- que le dieron miembros del Frente de la Juventud en la puerta de la galería Buades y que acabó con victoria del apalizado por invulnerabilidad psicológica y acojone extremo de los bravidos ante aquel anticipo de walking dead que no pedía clemencia sino más y más caña, con salidas de humor azabache de su boca pulposamente tumefacta) llegué a la conclusión de que Panero no es un maldito (ese calificativo en su sentido más honestamente agónico le correspondería a su hermano Michi -el Pero Grullo sacrificial en una saga de alucinados-, como dejó bastante claro la película de Ricardo Franco) sino realmente un zombie que hereda de manera contrahecha (versión gore de la relación de Miguel Bosé con su padre torero) el título paterno de "poeta oficial del régimen" (la diferencia es que el régimen que entroniza al hijo era muy otro y su última vuelta de tuerca sería que sujetos como Pablillos y su pareja/parejo/pareje llegasen a okupar cargos en el gobierno entre pilas de muertos pandémicos, algo tan extremo que supera en escatología a lo más anticlimático que haya podido hacer o pasarle a LMP en su larguísima vida de zombie).



En fin, que aquí sigo, testigo de tantos devenires de los "estupendos": otro pecado que jode mucho de los malditos empeñados en vivir la tira que, encima, lo cuentan (los muy cabrones: una vez más, Céline...).