[leídos en Radio Nacional de España, dentro del microespacio que hice en el magazine de Carlos Tena, allá por 1990;

publicados también por esas fechas en el fanzine OMARAMBO]

 

 

SPEAKER’S CORNER

 

«Desde su escondrijo cuidadosamente construido en el bosque, a trescientos metros de distancia, Darwin Bonaparte, el fotógrafo de caza mayor más experto de la Sociedad Productora de Films para los sensoramas, había observado todos los movimientos del Salvaje. La paciencia y habilidad habían obtenido su recompensa: Darwin Bonaparte se había pasado tres días sentado en el interior del tronco de un roble artificial, tres noches reptando sobre el vientre a través de los brezos, ocultando micrófonos en las matas de aliaga, enterrando cables en la blanda arena gris. Stenta y dos horas de suprema incomodidad. Pero ahora había llegado el gran momento, el más grande desde que había tomado las espeluznantes vistas estereoscópicas de la boda de unos gorilas.» (ALDOUS HUXLEY)

 

Hay en nuestra ciudad speaker’s corner (¿cómo no iba a haberlo en una democracia?):

en la Casa de Fieras, abarrotado siempre de barrotes y gente,

en medio de los osos polares tras su patio

y de los osos pardos duchándose en su jaula

redonda.

 

Los Rebeldes, los Locos, se gritan y lamentan y ríen y consuelan

a los espectadores cuando éstos se conmueven

y dudan un poquito

de todo,

cuando el cinismo impuesto se cuartea y la rabia no admite sucedáneos,

cuando el Mal Menor no lo es bastante para acallar preguntas,

cuando las fieras observan a la gente

y parece

como si comentasen lo que observan,

cuando la raíz del simulacro queda subvertida por aumento del clímax,

cuando el Vacío Obediente de los muchos visitantes

empatiza con los ojos de los raros animales

y el diálogo de sordos comienza a tomar sentido,

cuando Algo Grave (¿Salvaje?) aturde en su inminencia

son los propios inquilinos de las jaulas

quienes pinchan el globito con absurdos

(enormidades, excesos, sobredosis de Esperanza)

que confirman la certeza del diagnóstico

por el cual algunos hablan desde el Zoo

(y no desde otra tribuna).

 

 

 

 

ORWELLIANA

 

«De vez en cuando le asaltaban falsos recuerdos.» (GEORGE ORWELL)

 

Las ratas del pensamiento

te andan haciendo cosquillas

entre las uñas y el tiempo

que te queda por morir.

 

La sangre de los instantes

que nunca se sucedieron

anda llamando a la puerta

con puntual autoridad.

 

Las palabras son violadas,

despojadas de sentido,

y se alquilan por las calles

en espera de un postor.

 

En el limbo de los odios

que preceden a la amnesia

las personas van negando

su identidad y su fe.

 

Negaciones con dos patas

donde acaban las ciudades,

se arrepienten de sí mismos

de esa incómoda inquietud.