priones: THE LEFT HAND
Vivimos en un mundo entendido como circo romano. Hay quien tiene
vocación de graderío, pulgarizando up or down. Otros, en cambio, somos
más de arena, no por vocación sino por destino: destinados a la arena, a ser
presa de las fieras o a combatir sin ganas, listos para la rebelión (esa
rebelión sagrada que mucho más tarde se profanará en guías de turismo gayer –sin que ningún gayer se
sienta incómodo ante tal profanación: luego se quejan de los movimientos de
péndulo...-). No somos estrellas de la arena, somos más aliens que alienados, disconformes con la futilidad del
estrellato.
La arena siempre se empapa: de sangre, de lágrimas, de vísceras
derramadas, de corazones rotos (en todos los sentidos de la expresión)... De
miseria y desaliento. De odio (como único y fanoniano
tesoro para aquellas voluntades poco dispuestas a morir en la arena). Desde las
gradas, las multitudes (inmersas en sus mil averiadas coartadas narcisistas –¿feminismo?, fetichismo electoral,
ecosilogismo, culto
a la basura, percepción del
compromiso como juego de rol...-) son incapaces de percibir los
tremendos matices que la arena refleja.