CIRQUNLOKIO

 

priones: THE LEFT HAND

 

Vivimos en un mundo entendido como circo romano. Hay quien tiene vocación de graderío, pulgarizando up or down. Otros, en cambio, somos más de arena, no por vocación sino por destino: destinados a la arena, a ser presa de las fieras o a combatir sin ganas, listos para la rebelión (esa rebelión sagrada que mucho más tarde se profanará en guías de turismo gayer –sin que ningún gayer se sienta incómodo ante tal profanación: luego se quejan de los movimientos de péndulo...-). No somos estrellas de la arena, somos más aliens que alienados, disconformes con la futilidad del estrellato.

 

1.jpg

 

La arena siempre se empapa: de sangre, de lágrimas, de vísceras derramadas, de corazones rotos (en todos los sentidos de la expresión)... De miseria y desaliento. De odio (como único y fanoniano tesoro para aquellas voluntades poco dispuestas a morir en la arena). Desde las gradas, las multitudes (inmersas en sus mil averiadas coartadas narcisistas ¿feminismo?, fetichismo electoral, ecosilogismo, culto a la basura, percepción del compromiso como juego de rol...-) son incapaces de percibir los tremendos matices que la arena refleja.

chinfuen.jpg