METAFÍSICA DEL SPAM
una reflexión
a cargo de
1. El crimen perfecto
"Hey
buddy, here is the place where I purchased my Luxury Swiss Watch"
Supongamos que llega a sus correos electrónicos
un mensaje titulado "carne adulthood childlike". El emisor, un
desconocido, resulta ser un tal Derek Putnam. Intrigados deciden abrirlo. Y
encuentran esto:
"conformal
ceremony, cohesive calla beautiful, blumenthal coprinus. derbyshire continuity
blazon beguile bronco cornelia bursty. albanian debutante deprecate
brontosaurus confiscate agee delirium chautauqua cupric discomfit baptism
cockeye. baylor completion collet comfort bullfrog blomquist box"
Se trata, naturalmente, como ya
suponen, de spam o correo-basura publicitario. Y de una de sus variedades más
caprichosas. Ya no hay rastro de de la empresa anunciante o del producto, sino
una concatenación de palabras que no significan nada, y un título intrigante
que nos atrae. Es un crimen perfecto. El deseo de vender se ha desvanecido y lo
que queda es un mensaje ausente, una excrecencia, una cáscara vacía que anuncia
un asesinato. Hay un centro que se perdió en algún momento y de él sólo nos
queda ya un presentimiento. El spam, como fenómeno estrictamente informático,
no importa demasiado (aunque esté empezando a generar alarma). Es mucho más
interesante su condición de síntoma de una crisis, su aparición insistente (contra
lo que se cree) a lo largo de la historia, adoptando máscaras diversas. Y
también que haya inspirado la obra de tantos escritores (el miedo al spam ha
fundado estéticas), o que defina con precisión la naturaleza de algunos tipos
humanos. Pero para comprender a lo que nos referimos es necesario hablar antes
del spam informático.
2.
Trucos de magia
2.1. Un cuento que no acaba nunca
“Hi,
I just wanted to tell you that luck has finally knocked on my door!”
No es difícil identificar algunas de
las características del correo basura. Fondo espejeante de imágenes que no
significan nada, discurso dislocado, el spam muestra, con la fuerza de un titán
distraido, los rasgos centrales del culebrón televisivo: una combinatoria
agotadora de personajes y situaciones (parodia de las circunvoluciones del
mito, o, quizá con más justicia, el propio basamento de los mitos, pero sin
forma, sin sentido, pura retórica licuada). En este tipo de relatos los
personajes establecen entre sí todas las relaciones posibles (no importa la
banalidad de sus encuentros) con la intención de que el producto informativo se
vuelva eterno. Pero los culebrones terminan, los productos se agotan, y el
esfuerzo desmesurado de este tipo de proyectos acaba exigiendo, tarde o
temprano, una desintegración, un desvanecimiento absoluto. El Divino Marqués
intuyó ese grado cero cuando escribió "LOS 120 DÍAS DE SODOMA",
guiado por un furor enciclopédico, entre la transgresión y el bostezo. Hay una
sístole y una diástole en el spam, que se desvanece a cada momento, víctima de
la obsolescencia, y al mismo tiempo satura el mundo con nuevos mensajes para no
morir nunca. Philip K. Dick, al que volveremos más tarde, supo advertir muy
bien el delirio de estos esfuerzos, y lo plasmó de manera genial en Ubik. El
spam es un cadáver eternamente renovado, un bucle que ha convertido el desgaste
en un punto de equilibrio.
La cuestión del deterioro se
explica, técnicamente, de diversas maneras. Las empresas que generan spam cuentan
con diversas estrategias para vencer las defensas de nuestros servidores de
correo electrónico. Supongamos que en un servidor determinado las palabras "subasta"
y "sex" han sido marcadas como indicativas de spam. Siempre
que lleguen emails con estos términos en sus títulos serán señalados como
información no deseada. Las empresas que controlan el correo basura, sin
embargo, pueden saltarse esa barrera: sólo tienen que añadir ruido a las
palabras tabú, caracteres aleatorios, para que el filtro no las identifique.
Así empieza en muchos casos la mutación de los mensajes, la desfiguración de
las palabras y el sentido que es uno de los rasgos centrales del spam. Y para
comprobarlo abro mi bandeja de correo con la actitud de los viejos arúspices,
que leían el destino en las vísceras de los pájaros, y un tal Tyrone Dumas me
saluda solemnemente con una palabra desconocida: “oeminoem”. En el spam
la información es un fantasma ya, un rumor que permite tejer un cuento
infinito, vacío de significado.
2.2. Homúnculos y
cadáveres
Good
night afterpunk
Girls
actually use to laugh at me!
El sello del spam es una sensación
de irrealidad. Como si el truco de un prestidigitador adquiriera de repente
autoconsciencia, se liberara de su amo y explorara el mundo libremente,
agigantándose a cada paso (una imagen que el anime Paprika recrea a su manera
con una cabalgata delirante de sueños que se extiende como un cáncer, anegando
el principio de realidad). ¿De dónde vienen las voces del spam? He anotado al
azar los nombres de algunos de los emisores de los últimos correos basura que
he recibido: Summer Abel, Princess Visnar, Earle Manuel, Brianna Ingram, Devora
Princess, Professor Billy Ward. Al leerlos nos sentimos como si despertáramos
de repente en una serie televisiva y estuviéramos rodeados de comediantes. Hay
algo en la combinatoria caprichosa de esos nombres, en su anhelo simple de
realidad, que los vuelve falsos. Como si parodiaran al anthropos, al hombre
primordial, los mensajeros del spam parecen reunir en sus nombres todas las
posibilidades: nombres multiétnicos, apellidos de famosos, guiños a los
apellidos de nuestra agenda de contactos (amablemente extirpados, ad maiorem
spam gloriam). Pero, aunque nos inspiren simpatía, basta con leer con calma sus
nombres para darse cuenta de que son cadáveres remendados con una sonrisa
publicitaria, primos lejanos del monstruo de Mary Shelley, sin su nobleza y su
autoconciencia.
2.3. El canto de sirena
Life
changing herbal pills, just a few clicks away!
El canto de sirena del spam es
siempre el mismo: todo puede contribuir a la pérdida del significado, todo
puede fundirse, servir a un mismo propósito (en una parodia del solve et
coagula alquímico, de la unidad presentida por los místicos): extractos de
operaciones militares, curaciones milagrosas, consejos paternalistas para
aumentar el tamaño del pene, variaciones fantasmales de nombres de amigos,
herencias misteriosas gestionadas por bancos africanos, trozos de novelas que
no se escribirán nunca ("Paul sat in his wheelchair behind a barricade
of heaped paper and ancient Royal stenomongery. Was he going to let it stay
there, or was he going to be a man and sick the cute thing up?"),
peep-shows donde se pueden apreciar las vergüenzas de la Bolsa en momentos
bursátiles críticos; es la lengua de niebla, de pura nada, que destruía
minaretes enjoyados, bosques y templos en la Fantasía de Ende. El spam es
empático, sueña con el contacto físico, espera siempre nuestro permiso para
darnos un buen abrazo. Lo sugiere muy oportunamente en mi bandeja de correo
Yuliya, un rostro momentáneo en la masa viscosa del spam: "I am Yuliya,
I am a young lady of 25 years old, I live in Russia and I really want to create
a strong family. Is visiting Russia in your future plans?". El spam, que muchas veces resulta
cómico, es también un presagio (como la mancha de sangre que aparece en los
pañuelos de las heroínas tuberculosas en las novelas del fin de siglo francés,
o el pájaro muerto en uno de los primeros planos del El ángel azul: nada
volverá a ser lo mismo).
3. Spam Rising
Spam
is free speech run amok
Marshall Brain
No hay nada nuevo en el spam. Y esta
ausencia de novedad permite, como veremos, valorarlo desde la cosmología y la
metafísica de otras culturas. En "EL REINO DE LA CANTIDAD Y LOS SIGNOS DE
LOS TIEMPOS" René Guénon recuerda la distinción que establece el sánscrito
entre purusha y prakriti. Por purusha se entiende la esencia, la forma, la
cualidad, el acto. Prakriti sería, en cambio, la substancia, la materia, la cantidad,
la potencia. O también, si preferimos usar el lenguaje actual, el spam. Nuestro
correo basura, como otros muchos fenómenos a los que nos hemos acostumbrado, es
una materia sin alma, una extensión donde todo se confunde y se vacía de
significado. El diagnóstico de René Guénon sigue siendo provechoso: "la
substancia universal (...) [sigamos pensando en el spam] no sólo se sitúa
debajo de nuestro mundo ("substantia", del latín "sub
stare", significa literalmente lo que se encuentra debajo; ésta es también
la idea expresada por "soporte" o por "substrato"), sino
debajo del conjunto de todos los mundos o de todos los estados que comprende la
manifestación universal. Añadamos que la substancia universal, por el hecho
mismo de ser mera potencialidad absolutamente indiferenciada e indistinta, es
el único principio que puede en rigor ser considerado ininteligible, no ya por
ser nosotros incapaces de aprehenderlo, sino porque en realidad nada hay en
ella que aprehender". Torrente turbio, rumor subterráneo, el spam
aparenta complejidad cuando en realidad es ridículamente simple. Ésa es, quizá,
la regla de oro que hay que conocer para explorar su geografía sin extraviarse:
no hay nada que entender en sus mensajes.
La obra de Guénon y de otros autores
afines nos recuerda que, en otras culturas, el aumento desproporcionado de la
substancia por encima de la forma señala el fin del mundo. Los ejemplos son
numerosos. Al final de los ciclos hindúes prakriti acaba anegando a purusha. De
ese modo el mundo, pasando por una aniquilación, puede volver a empezar. Ésa es
la función que cumple el Kali Yuga, la era en que la cualidad es aplastada por
la cantidad. El spam, desde esta perspectiva tradicional, no sería más que un
acúmulo de substancia, de materia, como las piedras en bruto que producen
ciertas minas, una parte más del bios que revela procesos que están en marcha.
Los mismos autores tradicionales nos recordarían que la multiplicación de
prakriti en detrimento de purusha, no es, por otra parte, ningún capricho oriental.
Aparece expresada también en el simbolismo del zodiaco occidental. El ciclo que
sugieren los signos -pues pueden interpretarse así- empieza con la fuerza
creadora y salvaje del carnero, con la inauguración de un mundo nuevo, y
culmina con la disolución de las formas: el diluvio que consuma piscis, final
de las formas, la substancia desencadenada.
4.
Philip K. Dick y el ángel del spam
La mejor forma de pedir una cerveza
es pedir Ubik. Elaborada con lúpulos rigurosamente seleccionados y agua de la más
absoluta pureza, envejecida pacientemente hasta alcanzar el óptimo paladar,
Ubik es la número uno entre las cervezas de la nación. Elaborada exclusivamente
en Cleveland.
Philip K. Dick
Esta visión tradicional puede
parecer un capricho, pero hay estéticas enteras, obras completas, que se han
fundado en esa sospecha. Algunos escritores han mostrado una sensibilidad
enfermiza a los avances del spam. Philip K. Dick, por ejemplo, advirtió el
crecimiento metastático de prakriti, décadas antes de que inventáramos el
término spam. En Sueñan los androides con ovejas eléctricas prefirió llamarlo
kippel: "Kippel son los objetos inútiles, las cartas de propaganda, las
cajas de cerillas después que se haya gastado la última, el envoltorio de un
chicle o el diario del día anterior. Cuando no hay gente, el kippel se
reproduce (...) el kippel expulsa el no-kippel (...) nadie puede ganar al
kippel, a no ser, quizás, de forma temporal y en un punto determinado, como mi
apartamento, donde he conseguido un equilibrio entre kippel y no-kippel, al
menos por ahora (...)". En el kippel detectamos con claridad la
cualidad intrusiva del spam, su tendencia a multiplicarse a costa de lo humano,
desalojándolo. Dick creía que nuestro tiempo padecía el síndrome de Diógenes,
que esta era acumulaba escoria y se multiplicaba en kippel, intentando alcanzar
una iluminación.
Los protagonistas de Ubik, una de
las mejores novelas de Philip K. Dick, intentan sobrevivir en un mundo que se
derrite y envejece de manera antinatural. Los cigarros se deshacen, la leche,
de repente, tiene un sabor rancio, y los cuerpos de las personas corren el
riesgo de deshacerse en vida, prematuramente envejecidos. Los avances
tecnológicos tampoco están a salvo y sufren una regresión: las monedas recorren
a la inversa la historia y recuperan sus antiguas formas -los rostros de los
reyes muertos- volviéndose inútiles, y los televisores retroceden
irreversiblemente, adoptando la forma de antiguos transistores. En un mundo
gobernado por el ángel del spam la única ley es la mutación absoluta (como
confirma cualquiera de los correos-basura incomprensibles que nos envían
amablemente cada día, por ejemplo éste, a nombre de un tal Pig Rodarte: "News
to pig I am sooo big now thanks to these pills afdasf guetersloh!!").
El mundo infernal en el que viven los personajes de Ubik es un estado
intermedio similar al descrito en el libro de los muertos tibetano, una
fantasmagoría de la que hay que despertar. Ése es también el mundo en el que
vivió Philip K. Dick, un escritor que se refugió siempre en las intuiciones
gnósticas: soma es sema, el cuerpo es una tumba, el mundo un espejismo, una
confabulación, pero es posible acabar con ese destierro, abandonar la tierra
del ángel del spam a través de una fulguración, de una apertura repentina a una
realidad superior. Hay una señal, una antigua melodía, un sendero que lleva
fuera del cementerio de basura. Ubik, el santo grial que persiguen los
personajes de su novela, es esa clave cifrada, la única vía que permite
abandonar la marea negra del spam. Y Ubik, que sabe adaptarse a los nuevos
tiempos, recurre en sus guiños a quienes lo buscan a la jerga publicitaria del
spam, como puede apreciarse en la cita que abre este apartado. La desesperación
con que los protagonistas de Ubik buscan su Grial, por otra parte, no debe
asombrarnos: como muy bien intuyen, la regresión puede arrastrarlos. Y es que
el spam no sólo afecta a lo inorgánico...
5. Los hombres grises
"Introducing
the new male enhancement product that has been tested and sold to over 300,000
Men worldwide!"
Summer Abel, Earle Manuel y Brianna
Ingram, algunos de los emisores fantasmáticos de spam que han alcanzado mi
bandeja de correo, son simplemente nudos momentáneos en una trama de mensajes.
No obstante hay algo terco en ellos -la estupidez del spam- que pretende
hacerlos pasar por humanos, algo que les hace simular, con la insistencia torpe
de las moscas, que tienen iniciativa y voluntad propia (en una parodia del
deseo de intensidad que está al alcance de los seres humanos). Fantasmagorías
como Brianna Ingram y el Professor Billy Ward imitan ciegamente la vida, con un
verismo que nos parece inmaduro. Pero, por otra parte, y esto es mucho más
misterioso, en el ciclo actual hay personas que, a la inversa, se sienten
atraídas por el spam. En "PASOS HACIA UNA ECOLOGÍA DE LA MENTE"
Gregory Bateson señala que "la esencia y raison d'être de la
comunicación es la creación de redundancia, significado, forma (...)".
La información es el relámpago que sobrevive al ruido, todo aquel destello que,
repitiéndose a sí mismo, acaba
sugiriendo una forma, una diferencia. Sin haber leído a Guénon, siguiendo a
Jung, Bateson reconstruye a su manera las nociones de purusha y prakriti. En su
obra llama creatura a la esfera de las ideas, es decir, a todos los saltos
cualitativos, los destellos, cambios y diferencias que tienen lugar en el vasto
sistema que es la mente. Como podemos imaginar el término que ha elegido,
creatura, es un sinónimo más de purusha, la cualidad, las formas. Bateson
denomina pleroma, en cambio, a un magma de fuerzas ciegas, trayectorias e
impactos, un reino sin centro, pura potencialidad sin significado, nuestro
spam, como ya habrán sospechado. Podemos llamar hombres grises a los seres
humanos que, fascinados por ese erial, han perdido el alma, el acceso al mundo
que Bateson llama creatura. La obra de Gregory Bateson nos recuerda que el que
trata las ideas y los símbolos como si fueran magnitudes y trayectorias -la
tentación de los hombres grises, el origen de su caída-, comete un error fatal.
A estas alturas es evidente que el
spam literal, el correo basura que reciben habitualmente en sus ordenadores, es
sólo una manifestación entre muchas -la más trivial quizá, la más aparente- del
fenómeno que aquí se pretende tratar: la multiplicación metastática de
prakriti, la substancia. Nietzsche presintió la llegada de los hombres grises
cuando afirmó: “El desierto crece: ¡ay de quien alberga desiertos!”.
Arcontes en la era del kippel, la presencia de los hombres grises señala la
muerte de la imaginación. Su único talento es una empatía devoradora que vuelve
uniforme todo lo que tocan. En el estercolero del spam (basta con tomar al azar
una muestra) todo se aprovecha, todo aparece igualado en un mismo tejido. Juan
Eduardo Cirlot aconsejaba como vía regia para batirse con los hombres grises la
distancia y la ausencia de empatía (que en esta casa llamamos negempatía):
“Sucede que el poeta debe tener un corazón de hierro, una mano derecha de
hierro y unos ojos de hierro vivo. Debe seguir escribiendo en el fondo de su
magnífica tumba -¡apartad esa imagen podrida de la torre de marfil!- y debe
maldecir a la humanidad, en todos sus aspectos”. Esta distancia inhumana
reaparece en Jünger, y forma parte del breviario de supervivencia al spam.
6. Spam! Spam! Spam!
“I
have chosen you after searching a lot. I like you greatly so I decided to write
you”
No viene mal recordar, antes de
concluir, que Spam era, hace décadas, en un origen, una marca de carne enlatada
muy popular. Los Monty Python adquirieron la costumbre de gritar decenas de
veces Spam! en sus sketches. Y así surgió el término tal y como lo conocemos
actualmente, como ruido, como delirio. Estamos muy lejos de la informática ya;
el problema es amplio. Sin acceso a las formas fecundantes lo que nos venden
como literatura, por ejemplo, se revela, simple y llanamente, como spam. Leemos
como arte una variante un poco más refinada de la escoria publicitaria que nos
mandan las multinacionales al correo electrónico. Porque sin duda se trata de
la misma materia insípida, de una acumulación mal hilvanada de personajes,
situaciones y diálogos que empieza a resultarnos familiar. Este artículo
termina ampliando, hasta extremos cósmicos, la carcajada ingenua de los Monty
Python: spam! la mediocridad de la literatura, las mercaderías que nos venden
como quintaesencia estética. spam! las conversaciones sobre política (las del
pueblo y las de los diletantes), verdadero marketing viral que reproduce las
simplezas de las agendas de los partidos, spam! las relaciones humanas cuando
imitan -inconscientemente- los giros y expresiones de las telenovelas, en un
esfuerzo por sentirse colmadas de realidad, spam! la metáfora petrificada y
manoseada, muerta al fin, fosilizada en refrán. Pero no hay que alarmarse.
Hasta los niños llevan siglos dándose cuenta de lo que sucede. A veces, cuando,
juegan, se dicen uno a otro al oído un mensaje, en fila, para ver cómo se
deteriora progresivamente, y quizá esa fascinación sea un rito más, el primero
de todos, para confinar y controlar el spam, un gesto apotropaico, como la mano
cornuta italiana, que alejaba el mal. Para sobrevivir al spam (poco importa que
se siga la clave gnóstica, una desconfianza puramente animal, o la distancia
alucinada de Cirlot) basta con volver a ese gesto mágico, negando el tiempo. Y
sobre eso hay algunas pistas en este webzine.