+A FOR ISMOS ONE MORE TYME...

 

continuación de lo ya dicho aquí

 

“ El máximo fervor con la máscara de la “fría objetividad”. Es más, sólo con esta fría objetividad se puede acabar imponiendo aquel fervor.”  (MARTIN HEIDEGGER)

 

“Soberano es quien decide sobre el estado de excepción.” (CARL SCHMITT)

 

 

 

La casa soñada  Intempestivamente adecuada y siempre fuera de lugar, por hallarse siempre en su sitio. Llena de encantos guardianes, que sólo atraigan a quienes con sabio arraigo los elijan (ahuyentando al resto -esto es, a la marea residual de nulidades-).

 

Paradoja de la pleamar  La mejor aliada del heartland será la mar devorando las costas donde los piratas y las sirenas tienden sus redes globales y cosmopolitas: al final sólo quedarán espíritus soberanos en el corazón de la tierra y decadente boat people cada vez más a la deriva.

 

Homenaje perogrullesco a Moeller Van Den Bruck   ¿Prusia?: la Rusia con P.

 

“El error, el error...”  Esta paráfrasis, por comparación con el original, hace ¿aún más? grande a Kurtz.

 

“ ¿Qué significa ser la “élite” de una masa completamente degradada?”  (MARTIN HEIDEGGER)

 

Lo mejor de ¿lo peor?  Pienso ¿en Heidegger? (pienso ¿en Drieu? pienso ¿en mí?-): la verdadera grandeza del ¿fascismo? se puede encontrar sólo en aquellos que lo confrontan desde la decepción por lo que tiene de fraude...

 

“El ser como regalo, como júbilo y como estremecimiento, como pregunta, es el comienzo.

El ser como posesión deteriorada de tanto manosearla, como parloteo, como aburrimiento, como nombre, es el final.” 

(MARTIN HEIDEGGER)

 

Lo Terminal, Lo Germinal  Frente al sofisma del nazismo como antimateria de Weimar, la incómoda verdad de verlo como su última fase (erotanática snuff movie, diríamos hoy-).  Ahí la eterna vigencia de la reflexión siempre escamoteada de los imaginarios pardos como iconos de pornografía sadomasoquista en contraste con la total ausencia de dicha condición en las recreaciones del tempo estaliniano. Lo Terminal es mórbidamente ultracivilizado, ultraburgués, chorreante de lujuria disolvente en sus presuntas berreas y presuntas represiones. Lo Germinal, en cambio, tiene demasiada inocencia, demasiada barbarie y apenas tiempo para otra cosa que no sea construirse (hasta en el sexo, honestamente animal, infrahumano –que diría Hitler-). El sexo soviético, como en un documental etológico, sólo puede asumirse desde nuestro decadente prisma occidental vía impulsos zoofílicos: la lujuria violenta del NSDAP, todo lo contrario, sólo puede concebirse desde el tedio crispado de haber exprimido todos los jugos de la humanidad. 

 

“Quizá sean mis errores los únicos que aún tienen fuerza de propulsión en una época que está sobrecargada de rectitudes y cosas correctas a las que, desde hace mucho tiempo, les falta la verdad.”  (MARTIN HEIDEGGER)

 

Toda luz conlleva su sombra (y al revés)  De haber muerto Arendt mucho más intempestiva e inoportunamente tarde, en épocas de postmodernidad, de institucionalización homoconstantiniana, de corrección política como alfombra de Procusto bajo la que ocultar toda clase de miserias, de degeneración profunda del sionismo (¿o quizás de vuelta a los más oscuros sueñoss de Jabotinsky?), de constante chantaje moral como medro de inepcias, de aquelarre globalizador sobre los escombros de la URSS, tal vez muchas de las consideraciones desencantadas de su maestro y amante Heidegger en relación con aquello que por un momento (ese momento que la propaganda sesgada estiraría a eternidad) le hizo concitar expectativas serían también las suyas pero aplicadas a ¿otras? realidades (otras en la forma, aunque idénticas en lo terminalmente esencial).

 

El Gorey que llevo dentro  Seguramente mi contumaz atención por la política sea la defensa perlífera del ermitaño despojado de su concha, de su liebensraum de soledad: en la infancia y adolescencia (como ya he dicho alguna vez) lo más remotamente aproximado a ello fueron mis reacciones en forma de tebeo casero a las peripecias de la familia Manson, los secuestros de aviones por el FPLP y las supermutaciones marvelianas en su perpetua condición polemológica continuadora de algunos encuentros puntuales con la mitología griega (tal vez habría que añadir, retrocediendo a la primera infancia –cuando iniciaba mis lecturas y atendía más a los grabados-, mi repugnancia instintiva ante las pelucas, los rostros empolvados y los lunares postizos del XVIII y mi fijación con determinadas escenas bíblicas como la Jezabel defenestrada y devorada por los perros, la travesía por el mundo de Noé en su arca o la destrucción de Sodoma por drones divinos, que contrastaban con mi primer objeto de deseo sin forma de coche, la Ligeia de Poe –a quien siempre incluí como un miembro más en la peculiar saga de los Briones jardielescos: mi vacuna definitiva, por insuperable, contra la descerebrada familia Munster y sólo comparables, en todo caso, a los Addams de las viñetas y de las películas con Anjelica Huston y Christina Ricci-).

 

El fatum de Moebius: paradoja sin fin megalo/melancólica  En Rusia un tal Fernando Márquez AKA El Zurdo, desde sus abisales orígenes como cantautor internado en un psiquiátrico, llegó a influir lo bastante como para asesorar al jefe del Estado; en EXpaña, en cambio, un tal Alexandr Dugin, con cierta fama de tronado, no pasó de dirigirse a las manchas de las paredes desde unas páginas que a muy pocos (pero que muy pocos ¿eh?) llegarían realmente a interesar...

 

 

 

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