ZAIUS DEI (el planeta de los octOPUSimios)


nueva vuelta de tuerca (ya completamente geodésica) a lo dicho aquí…


"El «concepto cristiano de la autarquía», que apareció como un principio organizador de la economía política española, estaba basado tanto en el control autoritario de las masas como en la confianza en la ciencia y tecnología." (Lino Camprubí, LOS INGENIEROS DE FRANCO)



Dos figuras con un fuerte contenido simbólico, que, como tal, las trasciende en su realidad concreta y las hace ventanas de un entorno y una dinámica. Zaius, ayatollah postapocalíptico surgido del mundo de la Ciencia (surgido nato por su condición de creación mutante de laboratorio y destino que él hará vocación ambivalente en su tarea de científico y de censor crítico de los humanos que lo crearon). Su gemelo moebianamente inverso, San Josemaría (ese sujeto de postmoderna y mercadotécnica canonización -que tan bien resume su trayectoria y anhelos-) emana del clero con una mente profundamente inquieta en la que, si nos atenemos a su testimonio de las propias peripecias, la llama del Espíritu Santo parece más bombilla de Edison (mutante de la clerecía como Zaius lo es del laboratorio y condicionado por las muy concretas circunstancias de la República y del apocalipsis castizo de la guerra civil) con ¿santo? desparpajo y deseoso de apoderarse de la Ciencia, obsesionado por heredar (no sólo cultural, sino hasta topográficamente) el experimento de la Institución Libre de Enseñanza, que bajo el OPUS devendría con el franquismo en la saga tecnocatólica del CSIC: reconversión más de fondo (ambición pragmática derrocando todo atisbo de espejismo utópico a través de aplicados miniyos como el gestor del CSIC Albareda -en estrecha colaboración con el ministro Ibáñez Martín, no opusino pero igualmente católico a machamartillo y empeñado en “redimir” los krausistas Altos del Hipódromo en una Ciudad de Dios versión tecno-, el vanguardista arquitecto de iglesias Fisac -curiosamente roarkiana la relación del Opus germinal con la arquitectura antikistch, con varios nombres aparte Fisac y con una academia dedicada a esta disciplina como una de sus primeras iniciativas- o el geodésico Torroja) que de forma (si trascendemos las respectivas demagogias "de parte") de la Junta de Ampliación de Estudios inspirada por la I.L.E..





Este escrito supone la confluencia de unas cuantas cosas:

mi devoción (piadosamente impía) por el venerable póngido custodio moral del planeta de los simios;

mi interés por el Opus como entidad tecnocatólica que depararía los años más funcionales del franquismo (interés, en contraste con la devoción mentada, sin la menor latría ni reverencia, irrespetuosamente hermenéutico, básicamente, insisto, centrado en el período que considero el vórtex de gestión franquista entre el 57 contemporáneo de la erección de la V República gala manu militari y el traumático final de diciembre del 73 -todo lo demás, el antes, el después, las actuaciones en otros países, las presuntas o posibles esquizofrenias y/o puestas de perfil ante su propio pasado sólo las valoro en relación con esos años de gobierno, que, en su síntesis de economía capitalista y catolicismo no aggiornado, ya señalé en la anterior entrada de la que ésta es continuación como comparable a la síntesis, oteada por Zhou justo en ese interesante año 57 y por Liu en los primeros 60 y finalmente promovida por Deng tras la caída de los póstumos residuos ultramaoístas, entre herramienta económica capitalista al servicio de un credo en el que un estalinismo cada vez más colegiado se va injertando con la intrahistoria confuciana que siempre estuvo detrás de los mejores tiempos del Imperio del Centro-, tan instrumental como esa atención de los comunistas chinos por el capitalismo o del Padrecito por el taylorismo de Henry Ford o de Josep Pla por el dictador contable Oliveira Salazar o -al menos en la letra- lo que Gonzalo Fernández de la Mora parecía plantear en su CREPUSCULO DE LAS IDEOLOGIAS continuando el tuétano de la estela -tan resobada y manipulada- de Maeztu), un interés que se inició con el sabrosísimo libro LOS INGENIEROS DE FRANCO escrito por un nieto de Gustavo Bueno y que me hace pensar en cierto proyecto de serie de tv sobre OOPP del franquismo del que me habló el sr Pinzolas y en el que, según parece, había implicados descendientes del susodicho filósofo (antecedentes de su lectura me los depararía la obsesiva síntesis de Ciencia y Fe que Vintila Horia, ese marciano ultramontano que rima con rumano, tan próximo a la Obra a la par que a Teilhard de Chardin y a la cosa cuántica, desplegó en libros como VIAJE A LOS CENTROS DE LA TIERRA e INTRODUCCION A LA LITERATURA DEL SIGLO XX, más mi posterior descubrimiento de la figura de Ramiro de Maeztu y mi creciente inmersión en el estudio del papel de Carrero Blanco como conciencia moderadora de los excesos de un Franco ludópata del Poder -el Hércules jugando a los dados de GeCé pero en la reducción de escala que siempre supone la prosaica realidad- basculando una y otra vez entre el desgarro millanesco y la cobardía rajoyana);

a lo que añadir la lectura (reviviendo mi truncada vocación infantil por la paleozoología) de los textos del fosilero Dougal Dixon que urdirían la serie de tv FUTURO SALVAJE (serie que ha adquirido tanto para mí como para mi buen amigo Mameluco -paleontólogo antes que fraile de la imprenta y, por seguir con las paradojas de ciencia y creencia, mecanicista y chestertoniano- rango de supremo credo adventista -y ahí volvemos a mi devoción por Zaius-);

así como mi cuelgue con la inteligencia de los pulpos (cuelgue alimentado a través de reportajes y ensayos y, antes aún, con las paranoias lovecraftianas en torno al capo di tutti profondi, el simpar Chtuluh, y, todavía más anterior, con esa referencia de mi más lejana niñez, el pulpo mascota con vocación de consigliere que Ibáñez, en uno de sus momentos más sembraos, incluyó como piedra angular en su serie de historietas ANDE Y RIASE USTE CON EL ARCA DE NOE) y que adquiere trazas epifánicas con la apoteosis ¿homi?nizadora con que Dixon concluye su FUTURO SALVAJE en las alucinantes "personas" de los calamares saltarines, los octOPUSimios, arborícolas mutantes redentores en su evolución opuesta a la involución que el muy incorrecto antropólogo Mahieu detectaba en algunas tribus de la selva amazónica como residuo terminal de vikingos degenerados.











Os quiero piadosos, alegres, optimistas, trabajadores y pillos” (San Josemaría en una frase que podría concordar en talante con Martin Venator mirando desde la atalaya que da la experiencia tanto al Emboscado como al Trabajador -que también son Venator pero ahora mejores, en cuanto que son Venator-, o con John Galt recordando sus mocedades como el explosivo aspergeriano Howard Roark, o con Xi Jing Ping rindiendo tributo a quienes hicieron posible la China de hoy como primer referente planetario -Zhou, Liu, Deng, sin los cuales en ese inmenso territorio no habría sino un estado fallido a caballo entre 55 DIAS EN PEKIN y una Banda de los Cuatro hibridada con los Jemeres Rojos, paisajes políticos que años más tarde en clave islámica llegamos a contemplar en Afganistan, Irak o Libia, pero que en China habría supuesto la implicación de varios miles de millones de personas y un no pequeño arsenal nuclear- pero, no obstante, sin caer en los errores liquidacionistas de Gorbachov con la Perestroika o en el hipócrita ejercicio de exorcismo de Kruschev contra Stalin, superando las muchas y nada baladíes incompleteces de Mao no desde la inoportunidad estridente del gesto sino desde el acierto tácito de la gestión -en esa misma línea ha de recordarse cómo el Putin Amo da la vuelta y desarticula la nocividad del yeltsinato sin cambiar la Constitución impuesta por Yeltsin, que no se revisa hasta fecha mucho más reciente, cuando la recuperación putiniana está plenamente consolidada: lección para tantos bizantinistas de lo constitucional, más amigos de la letra que del espíritu que trasciende e incluso puede subvertir a la letra-)


Pienso en la sonrisa alienígena, distante, de Fernando Hillbeck en LA ESCOPETA NACIONAL (traducción berlanguiana de la expresión arquetípicamente extraterrestre del megacomisario desarrollista López Rodó y se solapa con la cordialidad trasmundana -gélida calidez en su lejanía impersonalmente cortés- de Xi Jing Ping y sus huestes envolviendo un planeta convulso y a la deriva en sus sedosas rutas sin ápice de indecisión ni remordimientos, con la plena conciencia de ser superiores en tanto que pragmáticos, aunando la prospectiva -el credo, religión como pulsión organizadora a partir de un CENTRO- con la visión cercana de la logística: Confucio o confusión, el único, último, dilema -frente a las anécdotas de ideologías y revoluciones, la constante de una dinámica cosmovisional que está de vuelta de todos los postureos-)… En cuanto a la relación opusina con Lo Divino, el quid pro quo, el toma y daca, la pulsión contractual, el sentido reverencial del dinero en consonancia con Dios (practicando sin complejos la síntesis "protestante" con que Maeztu se mantiene fiel a la impronta de William James en tanto se postra ante el padre Zacarías en lo que no es conversión sino un continuum en devenir), es algo taaaaan chino... (y tan funcional: sólo en los momentos más catastróficos de la República Popular se pretende combatir frontalmente el binomio Dios + Dinero sin comprender que el secreto no está en el choque sino en la adecuación perogrullesca de la Contemplación y la Gestión, de la plegaria y el martillo). Otro rasgo muy chino del Opus es el calculado autoempequeñecimiento como estrategia de interactuación social que contrasta con los muchos rasgos de azuzamiento de la autoestima en las máximas y consejas del santo dirigidas a los iniciados (podríamos hablar de una estrategia de Poder pasivo/agresiva, ya practicada previamente por el no menos cristianísimo contable Oliveira Salazar -por fuerza, en su mezcla de ambiciones mundanas y divinas, Escrivá tenía que conocer el ascenso y consolidación del salazarismo- en su encabalgamiento sobre los poderes militares que lo requirieron -el Portugal del 29 y la España del 59 resultan muy parejas en este aspecto de estamento militar que necesita a cerebrines civiles porque “no salen las cuentas”: tal vez podría considerarse similar en intención aunque los resultados en parte variasen por la diferencia de doctrinas económicas, la mixtura de Pinochet con los Chicago Boys en el primer ensayo práctico de gestión neoliberal, donde queda claro que, como ocurriría casi una década más tarde con Thatcher y con los propios chinos a comienzos de los 90, sólo se puede jugar con Hayek y compañía bajo la férula de un Poder político fuerte que no llegue a hacerse rehén del Mercado aunque le dé bastante manga ancha, y esta fortaleza es más discutible, si trascendemos los tópicos propagandísticos, en el caso del reaganismo por la mucho más dispersa concentración de poderes que caracteriza la política usaca, como hemos podido ver con la defenestración de presidentes “incorrectos” como Nixon o Trump; volviendo a Pinochet y ligándolo directamente con el Opus, éste fue uno de los pocos sectores de la Iglesia Católica que no chocaron con el régimen militar, al punto de que uno de los partidos pro/Pinochet en el famoso referendum de mediados de los 80 sobre su permanencia o no fue la Unión Democrática Independiente, vinculada a la Obra-).





Se me dirá que esa especie de optimismo implacable en su himenóptera Marcha Adelante que caracteriza tanto a opusinos como a chinos contrasta con la actitud hosca de Zaius, siempre alerta a cualquier bajada de guardia que debilite la otredad de los simios mutantes respecto a los errores de quienes los crearon (aquí las narraciones de uno de los libros de Dixon, MAN AFTER MAN, vienen mucho al caso, especialmente la referencia a una de las especies posthumanas, los Viajantes, quienes tienen una memoria colectiva, jungiana, de cómo "se llegó a esto" y no desean repetir el bucle autodestructivo). Pero esa hosquedad ya la encontramos en las polémicas feroces mantenidas por los opusinos Calvo Serer y Pérez Embid (los elementos opusinos más ayatollescos, quienes conjugaban sin problema una tonante fe integrista con la apuesta pragmatista por los avances tecnológicos, a la sombra legendaria del megaZaius español del XIX, Menéndez y Pelayo) con los “azules” Laín Entralgo y Antonio Tovar (el meollo de esa polémica sobre el SER de España no era privativo de ésta: sería en la circunstancia nipona vuelto narrativa caudalosa en la tetralogía de Mishima EL MAR DE LA FERTILIDAD y en la coyuntura teutona estaba alimentando buena parte de la obra de Ernst y Friedrich Georg Jünger o, algo antes, del singular tecnócrata prematuramente truncado Walter Rathenau - y, claro está, daría pie a los choques dialécticos entre Zaius y Taylor sobre quién valía más, el Humano destructor o el Simio que construía a partir de las ruinas: APE AFTER MAN, de nuevo guiño a las especulaciones antropozoológicas de Dixon-), o en la sempiterna cautela del taciturno Carrero frente al siempre impredecible sector falangista, funambulescamente bipolarizado entre el delirio y la picaresca (sólo el siempre subvalorado Arrese, desde su buena relación con el Caudillo aunque sin el ascendente que podía tener el Almirante, estuvo en situación con su plan a mediados de los 50 de racionalizar, pragmatizar, encorsetar institucionalizando esa pendiente -por vaporosa- "revolución" nacional/sindicalista, pero era mucha tarea para un hombre solo -y realmente estaba solo en aquella jaula de grillos donde tal vez la vocación centrista de un Ridruejo “recuperado” y no desencantado para entonces, capaz de asumir el concepto de “rassemblement” que no mucho después permitiría cohabitar en un mismo esquema de gobierno a De Gaulle y Malraux, podría haberlo acompañado, enriqueciéndola en matices integradores, en su misión ¿imposible?-) y que, en su creciente peronización (al caer el Eje sólo queda el amigo argentino como referente vinculado a la facticidad: es interesante cómo en el 77, año de entierro definitivo del tardofranquismo -lo del 23F sería muy otra historia más allá de los reduccionismos epiteliales-, dos eventos tan antitéticos dentro del mundillo "nacional" como el breve auge del hedillismo y la matanza de Atocha tienen no poco que ver con dos moldes peronistas no menos antagónicos, los Montoneros y la derecha sindical cercana a la Triple A) primero con el elemental Girón y ese calco a pequeña escala que fue su gestión en el Mº de Trabajo (gestión finalizada justo después del golpe que apearía a Perón y que obligaría a Franco, ya enredado en los pactos usacos y la entrada en la ONU, a mover ficha) y después (como presagio del retorno del viudo de Evita a retomar las riendas del Poder titiriteando a diestros y zurdos) con el sinuoso y mucho más decisivo Emilio Romero (decisivo en términos de devenir postfranquista), acabarán por arrasar la Obra constructora de Carrero y allanar el camino al rodillo con ínfulas priístas PSOE/PRISA (como símbolo formal definitivo esa entrega de EPILOGO, la serie mortuoria de CANAL +, en donde se ve el tributo que su discípulo amado Juan Luis Cebrian, el Goebbels felipista -y con lo de Goebbels, conste, hago referencia a su eficaz “ingeniería” mediática sin pretender tópicas demonizaciones, pues, en primer lugar, si el tullido maestro de la propaganda parda estaba claramente subordinado a Hitler, en la relación PRISA y PSOE, la cosa es más de “tanto monta…” y, desde luego, pesando siempre algo más en el montaje Polanco y su emporio: sólo a la muerte de éste, la cosa cambiará hasta el punto de que nuevos piratas de los media, con Roures a la cabeza, serán promocionados desde Moncloa en detrimento del una vez ¿todo?poderoso Cebrian, hoy casi tan patéticamente “emérito” como el monarca que lo vio medrar-, le dedica tras su óbito a don Emilio): no es de recibo que, tras la defenestración del (by the way) una vez opusino Suárez (y también by the way, es interesante cómo ese perfil ansiosamente trampantojadizo a lo General della Rovere que algún biógrafo le atribuye al Suárez previo a su cargo como presidente calza a la perfección con las peripecias de Escrivá hasta lograr la plena institucionalización de su Obra), las brusquedades gironianas y las arterías de Romero se conjugasen/consumasen tras el 82 en la superación del golpismo por la muy cínica vía de fagocitar en las cloacas de Interior a los restos del búnker (connivencia sumergida por lustros que estallaría a plena luz del día en el 97 con el escándalo del súbitamente fascistizado diario YA y los videos de Pedro J -una vez más delirios de grandeza mezclados con mercenaria picaresca- a mayor gloria de los flecos parapoliciales del PSOE y de su muñidor Rodríguez Menéndez), o en la no menos cínica coexistencia del GAL con las conversaciones de Argel (cuando ETA, a mayor gloria del partido del GAL, acabó con el último reducto de irredentismo golpista, esto es, Ynestrillas padre, quien había planeado atentar contra las cúpulas de Gobierno y Jefatura del Estado inspirándose en la muerte de Sadat -suprema ironía que su hijo Ricardo, militando en PODEMOS, se hallase más cerca del factor destructivo tanto de la monarquía como del propio PSOE, claro que un factor más viralmente patógeno en su metástasis demagógica que el de su progenitor lo fue pretorianamente regeneracionista en su frustrada quirúrgica de amputación-), o en la engañosa prosperidad felipista (parodia del desarrollismo carreriano -siempre más atento a asumir en la medida de lo posible la síntesis que planteó De Gaulle con su V República nacida de un golpe militar- troyanizada con la inoculación del virus neoliberal -más tarde, incidiendo aún más en la caricatura, Menem haría la copia en Argentina para su dolarización del peroni$mo-), prosperidad que, con la defección de Alfonso Guerra como coartada "de izquierda" y la posterior muerte de Polanco como generador nuclear prisaico, dejaría de funcionar como PARTIDO UNICO REVOUCIONARIO/INSTITUCIONAL y abriría el camino para la disensión, primero con la burbuja aznariana (que, con su azañismo impostado y sus concesiones a Pujol, pretendía jugar a lo mismo pero desde la otra acera) y, ya a partir del 14M de 2004, con la instalación del reality guerracivilista, la okupación de cargos por la marabunta de ineptos (el felipismo sería perverso pero, al menos, se movía en su corrupción por criterios de funcionalidad) y la suprema traición de Rajoy con su low profile (que supuso el harakiri de toda una oposición al entrópico statu quo: su presunto pragmatismo economicista, por cierto, se sitúa en las antípodas del desarrollismo carreriano, como expresión de una ¿derecha? autocastrada a partir de 2008 con el viraje en la cuestión vasca y la ulterior herencia asumida sin rebozo de la hoja de ruta zapateril -abandonando lo único realmente interesante de la gestión de Aznar, su lucha contra la violencia abertzale desde las instituciones, sin chapuceros atajos sumergidos-).




Ayatollahs y científicos: abunda en el pasado siglo el binomio en nuestro país de sujetos que concilian como presagios de Zaius la ciencia y la creencia (esto es, el compromiso ¿político? ¿religioso? con modelos autoritarios, como siguiendo en su etopeya de un modo más literal la ruta que Costa metaforizó en su expresión "cirujano de hierro": a fin de cuentas, todo modelo que aspire unir autoridad y funcionalidad es básicamente quirúrgico, y hasta en los elementos más anárquicos, el desapego stirneriano matizado por el ansia de eficacia tiñe de pesimismo la visión de los presuntamente prójimos y da pie a médicos tan sui géneris como Baroja -en su breve ejercicio clínico-, Benn o Destouches, antecedentes, cada uno a su modo siempre incorrecto, del sobrehumano Gregory House, dictatorialmente antiautoritario-, caso de Carracido, Marañón, Negrín, Laín, Albareda, Torroja, López Ibor, Lora Tamayo, sin olvidar a los pensadores interesados en la praxis científica (D'Ors -que incluso llegó a ser gestor en ese campo durante su mocedad catalanista y también colaboró en los primeros intentos de reconstrucción de una institución científica franquista en la primerísima postguerra-, Ortega con su raciovitalismo, el ya mentado Vintila Horia, el Dalí arcádico en sus visiones sociales y vanguardista en su atención por el átomo y el adn, todos parientes en sus pulsiones desde la creencia hacia la ciencia del Jünger entomólogo). Es interesante contemplar el devenir sociopolítico de España en el siglo XX desde el prisma de la investigación científica para descubrir, en los momentos de mayor penuria, lo mucho que se tiene en común con el mundo que deberá gestionar Zaius un milenio de éstos (¿la agenda 3030? he, he…). .



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"La exigencia de continuidad ha demostrado poseer, a lo largo de extensos trechos de la ciencia, un verdadero poder profético. Por lo tanto, deberíamos intentar con sinceridad todos los modos posibles de concebir el alba de la consciencia, de manera que no parezca similar a la irrupción en el universo de una nueva naturaleza inexistente hasta entonces." (William James, PRINCIPIOS DE PSICOLOGÍA -párrafo que abre el libro citado a continuación-)


"El pulpo, en efecto, posee una «personificación diferente», pero tan insólita que no encaja en ninguna de las teorías utilizadas en esta área. El debate más general se da entre los que entienden el cerebro como un director ejecutivo todopoderoso y aquellos que destacan la inteligencia almacenada en el propio cuerpo. Ambas posturas se apoyan en una distinción entre conocimiento basado en el cerebro y conocimiento fundado en el cuerpo. Los pulpos viven fuera de estas dos situaciones habituales. Su personificación les impide hacer el tipo de cosas que normalmente se destacan en las teorías de cognición personificada. Los pulpos, en un cierto sentido, son despersonificados (o incorpóreos). Estos términos parecen ser equivalentes a inmateriales que, desde luego, no es lo que tengo en mente. Poseen un cuerpo, que es un objeto material. Sin embargo, el propio cuerpo resulta proteico, todo posibilidad; no tiene ninguno de los costes y ganancias de un cuerpo limitado y que guía la acción. Los pulpos viven fuera de la división común entre cuerpo y cerebro." (Peter Godfrey Smith, OTRAS MENTES: EL PULPO, EL MAR Y LOS ORIGENES PROFUNDOS DE LA CONSCIENCIA)


La malignidad y la astucia se nos han mostrado como las características de este animal.” (Claudio Eliano, también citado en el libro de marras, a propos del pulpo) ,


CODA PALEOTECNOZOICA A MODO DE PULP/FICTION // El octOPUSimio descendiente (milloenésima generación) del doctor Zaius, encerrado en su estudio situado en la copa de un megatronco de neoliquen, prepara el nuevo pliego de disposiciones que conjuguen las nuevas estrategias de intercambio de bienes con la autárquica directriz del Centro de Mando (interesante la manera de elaborar dicho pliego: dictándolo -esto es, ejerciendo su rol de dictador- telepáticamente al camarada pregonero, que lo va reconvirtiendo en patrones gráficos sobre su piel para después comunicarlo a su homólogo pregonero de la vecina arboricolonia y así sucesivamente, en una versión cromatofórica del Pony Express). Son tiempos de reforma, de reforma en espiral, conjugando la experiencia con las visiones de futuro en esa a modo de síntesis hegeliana (deja vu profético) del alguna vez llamado Eterno Retorno. Solamente una especie tan adaptable tanto física como mentalmente como los cefalópodos podría lograrlo sin embarrancar como tantas otras veces en los juegos siempre azarosos del Poder con la I+D… Además, este neoZaius a feira, a diferencia del original, no está lastrado por hamletianos karmas de ser a un tiempo criatura mutada en laboratorio y rebelde a su origen desde presupuestos científicos adquiridos en ese mismo laboratorio. Su proceso de desarrollo neuronal (que lo hace desacomplejadamente malicioso y astuto, solamente volcado a la funcionalidad) procede del propio devenir natural, tras unos cuantos reajustes tectónicos, extinciones masivas, algún meteorito que otro que no respetó las normas de tráfico… hasta modelar este proceso de ¿homini?zación en el que el secreto estriba en la conjugación de una cerebración poderosa no coartada (como en los cefalópodos de otrora) por una limitadísima esperanza de vida. Aquí sí puede hablarse del Gran Milagro: que un octOPUSimio puede adquirir la categoría de Venerable y desde tal matusalénica atalaya, dejar un legado que alimente a nuevas generaciones ávidas de continuar la espiral de aprendizaje y evolución, no (como en el pasado) en choque miope con el entorno, sino a la manera octópoda, sinuosa, SIMBIONTE. Simbiosis, el concepto que los humanos nunca llegaron a aprehender desde que abandonaron la organicidad de Pero Grullo por la atomización del Mago de Oz, el apego a la realidad por el escapismo del reality, la idolatría de la autoestima (esa diabólica palabra, “orgullo”) secuestrando y deformando la conciencia de los propios límites. SIMBIOSIS: hela ahí LA CLAVE.