rompió una lanza:
THE ELDERLY PASSENGER
"El año 2005 va a representar la España de la cultura
total, un proyecto de liderazgo cultural en el mundo"
“El Quijote es como la "Constitución" de la vida porque,
en última instancia, la vida es libertad y no hay un canto mayor a la libertad
que esta novela".
José Luis Rodríguez Zapatero.
"El Quijote no es un santo al que rezarle novenas, y ese
acto es una novena. Si interviniera, me sentiría ridículo y me daría la
risa"
Rafael Sánchez Ferlosio, sobre la lectura del Quijote en el
Círculo de Bellas Artes, en el que participaron Llamazares y Esperanza Aguirre
Desde Línea de Sombra queremos sumarnos al jolgorio que
representa la celebración del centenario de El Quijote desde una vocación de
culturalismo sostenible, constitucional y de muy buen rollo. Ya saben, se trata
de un libro que apenas ha leído nadie en su totalidad, pero que queda muy bien
en la estantería, junto al jarroncito zen y el mobiliario feng shui y la
pantalla panorámica plana.
Como se trata de variar un poco, vamos a hablar (pidiendo
disculpas por adelantado), de la adaptación cinematográfica que de esta obra
hizo el soviético Grigori Kozintsev en 1957. El Don Kihot de Grigori Kozintsev,
en mi opinión y en la de algún crítico no gaseable (que diría Dildo), es la
mejor versión que se ha hecho nunca del clásico de Cervantes, al menos yo no he
visto otra comparable, que ya es decir. Es penoso que aquí en España aún no
hayamos sido capaces de llevar al cine de forma decente las aventuras del
hidalgo manchego, como tampoco hemos hecho nada digno sobre la Guerra Civil.
Claro que en la URSS todos los niños estaban obligados a leer el Quijote, no
como aquí. Es el problema de todo ese terror totalitario comunista, que la
gente era educada y culturizada en los colegios. Aquí ya estamos viendo los
primeros resultados de la LOGSE y podemos esperarnos lo peor a cortísimo plazo.
Para empezar, la interpretación del escuchimizado Nikolai
Cherkassov es magnífica y el papel le viene pintiparado (de hecho fue también
el Ivan el Terrible y el Alejandro Nevski de Eisenstein). Parece una réplica
fiel de los grabados de Doré. Y es muy gracioso ver a un Sancho Panza (Yuri
Tolubeyev) rubio y con ojos azules y de marcados rasgos eslavos. Y encima todos
los personajes hablan en ruso, que tiene su aquél: es digno de ver a Don
Quijote suspirando por su amada llamándola Dulzinieya Toboska... Pero ya los
títulos de crédito, de gran belleza plástica, tienen una impronta de españolidad
que se transmite a toda la película.
Han dicho, muy gratuitamente, que es una obra populista y
manierista... Bueno, es muy teatral, eso sí, muy de escenografías, como un
corral de comedias, pero en absoluto populista. Se trata de una película de 1957,
un año después de que Kruschev leyera el discurso secreto en el XX Congreso del
PCUS denunciando el stalinismo. Y la película va por ahí. Primero te das cuenta
que Cherkassov ya no interpreta a los grandes mitos del eslavismo panruso (como
Iván el Terrible o Alejandro Nevski) sino a un caballero andante patético. La
película abunda en el retrato de ese patetismo idealista, y no puedes por menos
de ver que la construcción del socialismo en la URSS era quizá una empresa
quijotesca que empezaba a ser desmontada (tardaron 30 años pero con Kruschev no
hay duda de que empieza la lenta reinstauración del capitalismo en Rusia, la
bajada de pantalones, la desmovilización y la capitulación ante Occidente). Un
dato que no puede pasar desapercibido es que el escudo que lleva Don Quijote
tiene un enorme corazón rojo (demasiado parecido a la estrella de los soviets)
y la película no deja de ridiculizar el discurso de la justicia, la libertad y
la bondad entre los hombres. Resulta muy triste una de las escenas finales en
que el niño Andrés maldice a todos los caballeros andantes porque al liberarle
de su amo, lo que hizo fue enfurecerle más y recibió un castigo mayor. Casi una
cita muy rusa del episodio narodniki. Y Sancho Panza es como la conciencia
desengañada del homo sovieticus. En fin, que te das cuenta que por allí
empezaban a dejar de creer en la utopía.
Mención aparte merecen los decorados, obra del escultor español
exiliado Alberto Sánchez, y que recrean los pueblos de la Mancha. Panadero de
profesión, desarrolló su vocación en Marruecos, cuando le destinan a un
regimiento de Melilla y se inspira en el paisaje desértico que allí ve. Su
obra, según leo, queda marcada por "el paisaje agreste y fiero de la
tierras castellanas". Ya en Madrid descubre el "esquematismo de
la escultura ibérica" y forma parte de la Escuela de Vallecas,
vanguardia artística cuyas ideas estéticas sobre el paisaje impactan, por
ejemplo, a gente como Miguel Hernández, otra voz del pueblo. Después de la
guerra se marcha a la URSS y allí muere en los 60. Y todo ese paisaje manchego
está muy bien recogido en la película, con exquisita sensibilidad: quizá por
ello resulte tan española, después de todo. Es muy gracioso ver la escena final
donde el caballero de la Triste Figura y Sancho Panza aparecen en un paisaje
desértico de collados resecos que uno entiende que debe ser Uzbekistán o algo
así.
Conclusión: una pinícula deliciosa.
theelderlypassenger@hotmail.com
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