LOS DEL COLMILLO SALOMONICO



Frente a tanto low profile, tanto bienquedarquismo, tanto paripé y protocolo "correcto" y ponerse de perfil, tanta genuflexión ante los ofendiditos, tanta tonterida modeladora de sonrisas a lo Big Brother Flanders, uno, que ya entró en plena edad del A LA MIERRRRDA (que diría mi tocayo FFG) cada día que pasa se siente más empático con los del colmillo retorcido, esos intempestivos, diseccionadores, aguafiestas, develadores de guardarropas ficticios de falsos emperadores. Ese Bergamín, tan entrañable en sus causticidades gracianescas que lo obligaron a abandonar España por Méjico y Méjico por Uruguay y Uruguay por España (una España aún agraz para el regreso que lo llevaría de nuevo al exilio en la Francia de su amigo y anfitrión Malraux, también amigo años antes de otro sujeto incómodo, Drieu La Rochelle) y de vuelta de Francia a España (persistiendo la circunstancia agraz) para finalmente irse a morir al lugar más intempestivo que se le ocurrió, el País Vasco cuanto más abertzale, mejor (cuando lo abertzale, claro, todavía no había devenido en emérito y ecosostenible neoculinario). O ese Aquilino Duque, también andaluz y también de colmillo salomónico, destilando en sus libros y en su blog VILLAMARINA su desencanto de post/Quijote prematuro, que (como Bardamu) en vez de morirse tras recobrar la razón vive la tira dando testimonio de una realidad inasequible a los espejismos, crudamente sórdida en sus traiciones, ineptitudes e hipocresías. O ese ya mentado Bardamu devenido en Céline, frenético viajante hacia el fin de una noche sin fondo, inaguantable salvo para una escueta gavilla de fenómenos como él (lo de "fenómeno" dicho en el sentido más miserablemente feriante, más ajeno a triunfalismos) y para su compañera Lucette (la representación más dulcemente literal de aquello tan verbalizado y tan poco asumido, lo INASEQUIBLE AL DESALIENTO). O ese Baroja hoscamente gatuno, desdeñoso e incapaz de bienquedar, que dijo la frase definitivamente puntillosa (o sea, de darle la puntilla) al lado más filisteo de esas redes sociales que ni siquiera imaginó: «Sólo los tontos tienen muchas amistades. El mayor número de amigos marca el grado máximo en el dinamómetro de la estupidez.»

Uno relee el ART OF DEAL trumpiano o las crónicas sobre su interregno entre final de 2020 hasta el reseteo iniciado el 20 de enero de este año al comenzar su legislatura 2.0 y de pronto se siente eufórico ante este sujeto complementario de los anteriores desde su muy otro talante: extrovertidamente vindicativo, sin colmillos ni siquiera dientes de leche (por aquello de su retraso emocional quasi lactante, más dado a la acción que a la rumia, pero obligado a la rumia para mejor prepararse a nuevas acciones). Y uno se imagina a todos esos anteriores cambiando el mohín acerbo por maliciosa sonrisa neoreX, muy Moldbug/Yarvin, ese judeousaco de colmillo de narval que, desde sus elucubraciones vertidas por la Red desde la llegada de Obama (su detonante, como el mío lo ha sido ZP y, a partir de él, toda su recua de epígonos teratológicos), iba diseñando el panorama que hoy los titanes del reseteo occidental (el furioso bebé presidente, o el que derrocó a Soros como trillonario megainfluencer MUSKulado, o el caballero monje/soldado Vance, o el hipercool alcaide Bukele) están pilotando a velocidad de vértigo. El vértigo de la regeneración, del reencuentro con la REALIDAD.

MEJOR IMPOSIBLE.