LLOVIENDO DE OIDO

(este canto, por gustarme tanto, me provoca llanto)




Sentirse como en casa, aunque en esa casa no se haya estado antes": como diría el Tom Hanks de INSOMNIO EN SEATTLE. Hay canciones que exprimen mis lagrimales de pura sensación placentera (que viene de placenta), recordando vivencias tan gratas que nunca fueron mías.


Un sujeto a quien no vería precisamente como la figura paterna ideal (Frank Sinatra) llegó a acumular en su repertorio hasta tres de tales títulos (MOON RIVER -cuya mejor versión para mí es la que maúlla indolente la dulce Holly G. en el balcón-, IT WAS A VERY GOOD YEAR -mi más fuerte nexo de empatía con el capo del rat pack y que suele entonar Homer Simpson cuando se pone melancólico- y MY WAY -que me fascina tanto en la versión maestra del de Hoboken como en la más rimbombante y pomposa de mi querido Michel Sardou-).


Francia me ha deparado, ya que estamos, diversos trances musicales. En la adolescencia levité en la órbita de L’AIGLE NOIRE (aunque en la versión de M.ª del Mar Bonet, que con su mezcla de solemnidad y frescura, me parece superior a la más climatérica de su autora). Pocos años después descubriría en el delicado Gerard Lenorman unos cuantos rincones para inflamarme en llanto, como este tema, antimateria y a su vez parcial génesis (desde el subconsciente) de mi PERO QUE PUBLICO MAS TONTO TENGO. También Lenorman, en sus comienzos, hizo una ajustadísima cover de una de las melodías que masajeó mi vapuleada infancia, LES MARIONETTES. En ese mismo tramo de los 70 en que suspiraba con Lenorman también me impactó un título de reminiscencias históricas y con un punto de histrionismo becaudiano, LE ROI D’ARGOT de Michel Fugain. Y ya en los inicios de la movida, heredé una fijación de Carlos Berlanga, el SI MI CABALLERO de la Hardy.


Cierto dúo argentino en su mejor disco (NUEVAS ANECDOTAS SOBRE LAS INSTITUCIONES) tiene un par de temas que nunca dejan de rizarme el kundalini y hacerme moquear, EL TUERTO Y LOS CIEGOS y TANGO EN SEGUNDA.


Otro dúo, ya tópico en mi mitología privada, las VAINICAS, me atarían muy corto a sus regazos cantabiles con la HABANERA DEL PRIMER AMOR y EL DUENDE. Se añadirían con el tiempo ALAS DE ALGODON y CHAPARRON DEL MES DE ABRIL. Magia de infancias perdidas y terror de orfandades siempre presentes.


Por seguir con pop/rock de tercera vía, nunca caducará el entusiasmo pluvial que me embarga cada vez que escucho el MARIA Y AMARANTA de los CRAG (cuyo impacto dio pie a un experimento narrativo recogido aquí así como que la versionease en compañía de Parade) o ANA EL OTOÑO de la RBL o ese espléndido monumento a la autoayuda que es NECESITAS SABER CAER de Don Francisco y José Luis (cuyo devenir glosé en su momento en DISCOBARSA).


De los glamourosos falsetes anglosajones, he disfrutado muchísimo con dos delicias campestres, pastorales y telúricas cada una planteada con su chispa de ironía, su sirope homófilo y un magistral acabado con su punto Tudor.


El caso más paradójico es MAD WORLD, canción que descubro ilustrando secuencias de tal o cual serie televisiva y que sólo me conmueve (¡y mucho!) en determinada versión, y no precisamente en la de sus autores, sino en la de un señor que, rizando todavía más la paradoja, no me dice nada con el resto de su repertorio.


Hay canciones así en las que uno se halla implicado (como autor en mayor o menor grado y también como intérprete) y que, sintiéndolas tan redondas, tan acabadas, tan autosuficientes, me obligan a verlas desde fuera, como la obra de otro mucho más grande que yo. Algunas llevan letra y música mía (EL FUTURO -cuyo arreglo más cercano a mi ánimo aprovecho para destacar aquí-, EN CUALQUIER FIESTA, SUNSET BOULEVARD). Otras fueron musicadas por otros (por el sr Zancejo -PANORAMA, ese gran tema poco conocido de LA MODE, cuya solemnidad brumosa hace juego con la portada del single que lo cubría-, por Mario Gil -uno de nuestros grandes momentos en los directos de aquel vertiginoso 83, EL UNICO JUEGO EN LA CIUDAD-, por Charlie Mysterio -CON PACIENCIA, una de las letras de las que me siento más satisfecho-). Hay, ya que estamos, un tema de Charlie que simboliza, desde su entrada en mi vida el mismo día que nos conocimos y hasta la publicación en el disco que supuso la consumación de una etapa agotada, toda la intensidad de nuestra colaboración: MAR DE AMOR, original suyo en letra y música que yo adapté del inglés al castellano con la mayor fidelidad posible para poder interpretarlo (nunca mejor dicho) sin profanar la lengua sagrada de Bowie y Ferry. En cuanto a asignaturas pendientes, hay títulos atrapados en el impasse de EL DIA DESPUES que también me parecen más grandes que mi propia vida (CANCION PARA NO ESTAR MUERTO -encuentro entre una letra reciente inspirada por la vampirita Eli y una música del 79 que nunca dejó de rondarme, hasta hace poco siempre huérfana de texto- y FRUTTI DI MARE -mi contribución literaria a una de las mejores melodías de Clara Collantes y uno de los momentos de mayor sintonía entre ambos-).


Si esas canciones fuesen casas, el trance que he descrito me lo producirían, por ejemplo, la buhardilla mágica de Celia y Raúl en La Granja, el bungalow marbellí de mi tía Carmela (que tan férvidamente glosé en la película de Pinzolas) o el caserón donde el Sherlock más zurdo cohabita con la Watson más chinorris.