El NUEVO ORDEN: LA SAGA/FUGA DE J.D.

 

Por Kleinito

 Torrente

 Ballester

 

 

 

Cómo pasa el tiempo; llevo ya mis buenos diez años orbitando alrededor del misterio de esta ilustre saga mancuniana, y después de una larga conversación con maese Nebulosa, pensé que no estaría de más escribir un humilde artículo acerca de ello. Al principio, pensaba tratar sólo a New Order, pero no tardé mucho en darme cuenta de que, al fin y al cabo Joy Division y New Order son un único grupo, estadios diferentes de un mismo viaje. Pero puesto que la historia de los primeros está ya archisobada –estreno de la película “Control” en el 2007, multitud de especiales en revistas musicales, o la recientísima publicación de ¡otro! recopilatorio titulado “The Best Of…”- cargaré sensiblemente el acento en la segunda encarnación del monstruo, que yo, personalmente, siempre preferí.

 

Pero, ¿Por qué New Order y no otros artistas de esa época mucho más en la sombra, como Julian Cope, Prefab Sprout, XTC o The Blue Nile? ¿O por qué no una feature sobre la corriente neofolk europea o sobre algún grupo de rock esotérico de los setenta –en el sentido auténtico de la palabra- como Magma o Harmonia? Todo llegará. Pero por el momento mi objetivo es ahora convencer de la valía de este grupo al resto de shadowliners – a Dildo no es necesario- y a todo el que se deje caer por aquí y piense que estos chicos eran poco más que llenapistas. 

 

New Order son para mí, como he dicho, una obsesión, y en toda obsesión se esconde algo sombrío. Cuando los descubrí se convirtieron en el único grupo que jamás de los jamases abandonó mi tocadiscos; fue un click parecido al que sobreviene cuando de repente, como por arte de magia, te gusta el vino y la cerveza (y ya no los dejas jamás). Y no sólo eso, sino que, como algunos de los grupos que he mencionado antes, me permitía entrar en un ambiente sofisticado, elegante, agradable (no tanto en el caso de JD) y todo ello sin que sus miembros fueran miembros de la jet o vistieran trajes de Brooks Brothers. Nunca he podido resignarme a ciertas aberraciones estéticas que atormentan a algunos hijos de la clase trabajadora. Ellos, chicos surgidos de suburbios grises y feos como Macclesfield o Salford (cerca de Manchester), tampoco lo hicieron, y de paso nos mostraron las altísimas cotas expresivas a las que podía llegar el rock’n’roll.

 

 

¿Por qué prefiero a New Order? La verdad es que no es fácil de explicar; convengo en que Joy Division era un grupo increíble, y que su impacto fue mucho mayor; como alguien escribió, se encargaron de transformar el ¡jódete! del punk en un soberbio y visionario ¡estoy jodido! No hicieron prácticamente ni una sola canción mala; si repasamos su discografía la consistencia es sobrenatural. Claro que tampoco es demasiado extensa, pero aún así, la es apabullante porque no hay desperdicio alguno en sus grabaciones; hay una urgencia apremiante, un desesperado deseo de comunicar. No es ese, por desgracia, el caso de New Order; en cada uno de sus elepés se puede encontrar paja (Weirdo, Liar) experimentos fallidos (586, Ecstasy), intentos desafortunados de agradar al público americano (Confusion, Shellshock) o sencillamente zurullos infumables (Angel Dust, Rock the Shack, Chemical).  No, la consistencia nunca fue una de sus principales virtudes, desde luego. Pero hay algo más que eso.

 

New Order, al estar contaminados por la euforia de las pistas de baile y la inmediatez del pop, hacían una música melódica, muy vital, pero en la que la melancolía se deslizaba de una manera brutal, irremediable. Dice el vivaracho fotógrafo japonés Nobuyoshi Araki, a propósito de su “Lucky Hole” –un recorrido por los burdeles de Shinjuku- que la alegría va siempre acompañada de una presencia mortal latente, de una melancolía particular. Bernard Sumner nunca fue un “buen cantante”, pero sí tenía una bonita voz y su tono vulnerable contrastaba con el maelstrom vigorizante de secuenciadores y sintetizadores -siempre puntuados por el soberbio bajo de Peter Hook-. En esa “melancolía particular” que atañe a la alegría, en ese fantasma de la desdicha, está la clave de mi preferencia por New Order. Irantzu Valencia, del grupo de pop donostiarra La Buena Vida, declaró en una entrevista que eso era lo que ellos perseguían en sus canciones, esa pesadumbre sublimada en arte pop, ese halo macabro que rodea a superhits como “Bizarre Love Triangle”, y citaban al grupo como una de sus referencias ineludibles.

 

 

LA FUERZA DEL ERROR

 

Toda esta obsesión tiene su punto de partida en un error. Ocurrió el día en el que puse en el tocadiscos de mi padre un maxi de Joy Division, con una elegante portada y la enigmática ilustración de un tal Jan Van Munster, “artista energético” holandés, en la funda interior (consistía en un signo positivo y otro negativo, unidos entre sí por una especie de cables). Tendría yo unos quince años, y había un aura alrededor de ese disco que me resultó muy atractiva; todo estaba muy alejado del tipo de portadas y presentaciones que había visto hasta entonces. Y es que no cabe duda de que, gusten o no, los diseños de Peter Saville siguen jugando, aun hoy día, en otra liga. Y lo que es más: resulta imposible pensar en Joy Division o New Order sin la mano de Saville.

 

 

La manera de plantear el diseño de las carpetas, eludiendo en ocasiones todo tipo de información acerca del grupo, es un ejemplo de tozudez irreductible, de cómo empeñarse en obligar al mercado a que sea él el que se adapte a tu proyecto, y no al contrario como casi siempre sucede. También, como el diseñador afirmaba en un documental realizado en los años 90, “Neworderstory”, era una manera de hacer partícipe a los oyentes de una especie de club secreto, al margen de los mecanismos habituales de la industria. Por cierto, me viene ahora a la cabeza la portada del recopilatorio de La Mode, tan savilliana.

 

La susodicha rodaja fue editada en 1988, ocho años después de la muerte de Ian Curtis, y surgió a rebufo del recopilatorio “Substance” de ese mismo año. Incluía en sus surcos la gloriosa “Atmosphere” por una cara y “Sound of Music” y “The Only Mistake” por la otra (por cierto, es llamativo también el hecho de que ninguno de los singles de JD se incluyera en sus álbumes; New Order acabaría cediendo, con el paso de los años, a la estrategia de promoción más habitual). La cosa es que puse la cara A a 33 rpm cuando en realidad debía ser escuchada a 45. La voz de tenor de Curtis, ya de por sí cavernosa, se convertía en un mantra gravísimo, acompañado por una parsimoniosa percusión tribal cortesía de Stephen Morris –una verdadera caja de ritmos humana-  y algunas pinceladas sintéticas que sonaban a gloria, como rayos de luz penetrando la oscuridad.

 

La impresión fue grande. Hasta ese momento no había escuchado música de tamaño calado metafísico. Fue una puerta al mundo de las sombras; se acabaron los Smashing Pumpkins y cosas similares: esto era de verdad, the real deal. Poco después me apercibí de mi error con las revoluciones –había saboteado el increíble trabajo de Martin Hannett- pero tras rectificarlo quedé algo decepcionado con la escucha “normal”. Mi error me parecía todavía mejor… pero por desgracia, al final me acostumbré y lo que había oído antes me parecía ya grotesco. Este error, sin embargo, como todo error más o menos afortunado (y un poco gilipollas) dejaría una gran huella (¿habéis probado a trastear con una cámara de juguete?)…y serían también los errores, es preciso remarcarlo, la fuerza detrás de muchos de los mejores temas e interpretaciones de New Order (a los que descubrí poco después). Como explicaba Bernard Sumner:

 

 

“En aquella época me gustaba mucho la música disco italiana, reconozco que estaba bastante influido por ella. Me parecía muy divertida, más que la americana; me llenaba porque las canciones estaban llenas de errores que, precisamente, eran lo que proporcionaban fuerza a los temas. Ese tipo de música fue la que inspiró, de alguna manera, Blue Monday, que, por cierto, también tiene bastantes fallos”.

 

“Blue Monday” (1983), como casi todo el mundo ya sabe, es el tema más popular del cuarteto y, según se dice, el maxi más vendido de la historia. Aunque es bien cierto que gran parte de los fans más devotos del grupo no la cuentan entre sus favoritos –yo mismo- o incluso la desdeñan como papilla comercial, es un hit absoluto que, aún hoy, sigue generando una respuesta inmediata en las pistas de baile. Si entras en algún garito en el que por casualidad la pinchen podrás ver menear el esqueleto al indie gafapasta (poco), al desecho italoturco frito a rayos UVA, al cani de extrarradio con la ceja partida… hasta puede que bailes tú. Sus maravillosos beats  se cuelan todavía en numerosas producciones mainstream más o menos detestables (M.I.A., Kylie Minogue, Rihanna). Y todo parte de la curiosidad, del desconocimiento, de un feliz error de programación… fue eso lo que dio lugar al inconfundible inicio, tan inconfundible como podría ser el del “Be my Baby” spectoriano. Más riesgos, más errores, nuevos hallazgos.

 

 

Es mítica ya también la historia de la portada, otra fantástica obra de Saville que reproducía un disquete de ordenador, junto con un código de colores para descifrar un mensaje. Según la leyenda, su esmerada elaboración –con elementos recortados, etc.- hizo perder a Factory dinero en cada copia que se vendía. Momus comentaba en un artículo a raíz de la muerte de Tony Wilson que esta y otras leyendas, pese a que siempre se ha mantenido lo contrario, demuestra su talento como empresario: Wilson invertía en “mística”. Unos (la gran mayoría) tienen como máximo objetivo hacer dinero, otros prefieren resistir, crear una hermosa historia dentro de un mundo tongado. Simplemente, es otra manera de hacer negocios. Claro que no todo el mundo lo ve así, tan sólo algunos pocos chalados sin los cuales este mundo sería insufriblemente aburrido.

 

 

DREAMS NEVER END

 

“Blue Monday” fue también la luz al final del túnel, y acabó con un período errático y confuso que, aunque produjo algunas perlas, era todavía demasiado dependiente del pasado. De todas formas, no deja de ser fascinante esta etapa, en la que los miembros de New Order todavía tratan de asimilar la nueva situación producida por el inesperado suicidio de Curtis. La representa bien un concierto de noviembre de 1981, registrado en vídeo, que el grupo ofreció en la sala Taras Shevchenko de Nueva York. Este concierto se nutre de las canciones de “Movement”, su primer álbum, editado ese mismo año, y está disponible en DVD y en Youtube)

 

Bernard Sumner todavía está poseído por el fantasma del ahorcado: unas veces con la  mirada fija en el fondo de la sala, otras con los ojos cerrados, inmóvil, torturado por la inapelable evidencia: él no es Ian Curtis y el público lo reclama. Pero su grave figura fue sustituida por una todavía más enigmática y esquiva si cabe (de hecho, se sabe muy, muy poco de Sumner y su reciente biografía, escrita por David Nolan, no despeja gran cosa). Su impericia vocal es patente durante todo el tiempo que dura el show: es incapaz de llegar a la nota requerida en varias ocasiones, salta en una misma canción de octava en octava… y sin embargo todo ello tiene una intensidad sin parangón, fruto de los errores, del riesgo, de lanzarse al vacío sin cuerdas.

 

 

Aparece aquí una versión temprana de “Temptation” (single y maxi que sería publicado en abril de 1982), que es probablemente de las mejores que se han registrado, junto con la original (la del 12”, la cima de New Order). Son muy superiores ambas a la que se incluye, regrabada, en el recopilatorio “Substance” de 1987. Podemos fascinarnos con la interpretación suicida de Sumner, improvisando completamente las letras; la descarga que recibe en una ocasión al coger el micro; la total ausencia de miradas recíprocas. Ni una sola palabra a la audiencia, ni gracietas entre canciones, absolutamente nada. Sublime orgullo y tozudez. Art Happens, decía Whistler. El arte sucede, no hay más explicación para lo que tiene lugar en este vídeo.

 

Alrededor de la época de “Blue Monday”, New Order sacaron un estupendo segundo LP, “Power, Corruption & Lies”. Ya no existía la sobrenatural consistencia de un “Closer” o un “Unknown Pleasures”, pero a cambio teníamos un puñado de canciones para disfrutar toda la vida: joyas como “Age of Consent” utilizada hace poco por la Coppola en su último engendro, o “Leave Me Alone”, una maravilla de la que el gran Antonio Luque (Sr. Chinarro), un fan confeso del grupo, hizo una versión y cuya melodía, subrayada  por esas guitarras de aliento jangle, es tan sencilla y hermosa que uno se congratula enormemente de que Sumner nunca aprendiera a tocar como es debido.

 

 

BAILAD, BAILAD, MALDITOS

 

Tras “Blue Monday” se abrió la veda del dance, y desde entonces New Order mostraron de forma recurrente dos caras diferentes a lo largo de su producción: por un lado, una vena poprockera en la que las guitarras eran las principales protagonistas y por el otro, la vertiente dance con sintetizadores.  Ambas maneras de proceder dieron sus frutos, pero también sus desatinos. Por aquel entonces, el grupo, una vez recuperada la confianza, se acercó a la vera de Arthur Baker, un productor neoyorquino, considerado uno de los principales estandartes de la música de baile, para entrar a grabar con él en el estudio. El resultado fue “Confusion”, un tema descaradamente comercial, blando y prescindible. Al año siguiente, editaron, sin embargo, una maravilla: el maxi “Thieves Like Us” (que creo que gana bastante en su remezcla instrumental). En la cara B de este maxi se encuentra “Lonesome Tonight”, una de las mejores canciones grabadas por New Order; una especie de country mutante, con hermosísimos baños de sintetizador, que me embelesa a cada nueva escucha.

 

Un pequeño y quizá intrascendente apunte sobre looks: En esta etapa, Sumner comenzó a lucir el que sin duda es uno de mis cortes de pelo favoritos: el faded haircut. Muy muy corto por los lados y por detrás, con volumen por arriba, un poco como Morrissey: muchos le acusaron de llevar un corte de pelo “nazi” para provocar la controversia fácil (la prensa estuvo durante muchos años atacándoles por un supuesto filonazismo que no era tal). Yo, personalmente, lo llevaría así, si la alopecia no me hubiera arrebatado esa posibilidad. Un estilo Triumph des Willens, muy apropiado para un germanófilo como yo, todo ello combinado con jersey de pico a lo colegio privado inglés y corbata. El look perfecto.

 

En 1985 apareció “Low-Life”, quizá el elepé más consistente que llegaron a grabar. Aquí están “Love Vigilantes”, “The Perfect Kiss” (mejor en su apoteósico remix de 12”; excelente también el correspondiente videoclip de Jonathan Demme), “Sooner than you Think”, “Face Up” (irresistible, aunque un poco envejecida), o un instrumental recordando a Curtis: “Elegia”.  Hicieron también varios remixes de “Subculture” con el hórrido John Robie, de nuevo tanteando la vía para conseguir desatar la locura en las pistas de baile.

 

De todas formas, frente a las acusaciones de “haberse vendido al mejor postor”, creo que es necesario hacer una puntualización: A pesar de su deseo de éxito, New Order siempre fueron fieles a Factory. Creían en ese proyecto y fue precisamente por su lealtad y por su fe incondicional en el potencial del sello por lo que llegaron a soportar auténticos disparates. Factory era sin duda un lugar magnífico para grabar, pero hubo multitud de decisiones desafortunadas que hicieron perder muchísimo dinero a la banda (véase 24 Hour Party People, que aunque no sea un documental, se acerca bastante a la realidad del fin del sello). Así que antes de acusarles de someterse al poder del dólar, sería justo tener en cuenta también ese aspecto. Sin duda, podrían haber ganado mucha más pasta todavía y si no lo hicieron fue por empeñarse en seguir ese viaje de locos.

 

En realidad, lo que ocurre es que New Order siempre fue un grupo con una personalidad aplastante, ya desde los días de Joy Division. Un grupo capaz de combinar música y actitud, comercialidad y (esquivo) carisma, el pop y la música de baile, todo ello sin ningún esfuerzo. Corrieron muchos riesgos, y por ello, como ya hemos dicho, cometieron bastantes deslices pero estoy completamente seguro de que sin ese arrojo no habrían llegado a las cotas de perfección pop que alcanzaron en sus mejores momentos. Nunca se comportaron como estrellas, no salían en las portadas (únicamente en “Low-Life” y muy a su manera), apenas hacían entrevistas, y sus vídeoclips, realizados por gente como Robert Frank, Jonathan Demme, Kathryn Bigelow o Philippe Decouflé, hacían pocas concesiones de cara a la MTV.

 

“Brotherhood” (1986) fue lanzado precipitadamente, sólo un año después de “Low-Life”; casi todas las canciones que contiene parecen inacabadas. Vemos las dos caras de la moneda, guitarras y sintetizadores, mitad y mitad. “Paradise” no es un mal tema, “As It Is When It Was” ganaba mucho en directo, “Way of Life” también vale la pena… y, cómo no, aquí está “Bizarre Love Triangle”, una obra maestra. Como “Temptation”, roza el milagro. Por un lado, un trenzado de melodías sublimes y ritmos extáticos; por el otro, ese extraño “Every time I see you falling, I get down on my knees and pray”. Tanto en la original como en el famoso remix de Shep Pettibone (para el 12”), el tema brilla con luz propia. Se han hecho cantidad de versiones en clave acústica (Frente!, Devine & Statton, Nouvelle Vague), pero ninguna de ellas alcanza la gloria como lo hace la original.

 

El remix de Pettibone, por cierto, es el que viene incluido en el recopilatorio “Substance” de 1987, que sigue siendo a día de hoy la mejor introducción global al sonido del grupo. Este recopilatorio aportaba, además de todos los maxis publicados hasta la fecha, algún tema nuevo: “True Faith” y “1963”, otras dos piezas maestras que añadir al repertorio.

 

 

IBIZA, MAJORCA AND BENIDORM TOO

I SEARCHED ALL THOSE PLACES BUT NEVER FOUND YOU

 

“Technique” (1989), grabado en Ibiza, es considerado actualmente por gran parte de la crítica como el mejor disco de New Order, y no sé muy bien por qué razón. New Order jamás hizo un disco que pudiera ser considerado una obra maestra; siempre fueron mucho mejores haciendo singles y canciones sueltas. Sumergidos en la vorágine ibicenca y el verano del amor de 1988, New Order, como alguien escribió, “coquetean con el acid-house y se sacan de la manga otro artefacto capaz de ser disfrutado tanto en la pista de baile como en la intimidad del hogar”. Esa inimitable melancolía sigue ahí, pero cosas como “Fine Time” (pieza de acid-house que ha envejecido demasiado mal) o “Guilty Partner” suenan a relleno. También hay un plagio-venganza del “Just Like Heaven” de The Cure en “All the Way” (Sí, venganza; Escuchad, por ejemplo, “Blue Monday” y “The Walk”). Sin embargo “Vanishing Point”, “Love Less” o “Dream Attack” siguen portando un sello inimitable, es pop de cinco estrellas, elegante, arrebatador y herido por la tristeza.

 

 

Después vino la gota que colmó el vaso para muchos:”World In Motion” (1990), compuesta al alimón con el cómico inglés Keith Allen, con ocasión del mundial de Italia 90, posee el muy dudoso honor de ser “la mejor canción de fútbol jamás compuesta”, junto con el “Three Lions” de los Lightning Seeds. Este tema probablemente fue la puntilla definitiva para muchos de los más inflexibles fans de Joy Division. Nunca he entendido por qué grabaron esto, y desde luego si no fue por cuestiones de dinero, resulta inexplicable. La verdad es que resulta sonrojante, pura carnaza para hooligans lobotomizados. Ha envejecido fatal.

 

Republic, el primer álbum con London Records, recibió críticas encontradas en el momento de su aparición (1993). En esta época las tensiones entre los miembros habían crecido mucho, hasta el punto de que grabaron este disco por separado, sin dirigirse prácticamente la palabra... y eso se nota en los resultados. Tras tocar en el festival de Reading de ese año New Order rompieron, y no volvieron a reaparecer hasta cinco años después, justo en ese mismo lugar. En “Republic” el grupo parece haber perdido un poco el norte: el bajo de Peter Hook apenas aparece, y todo está plagado de pulidos beats dirigidos a la pista de baile de manera descarada y que lo mismo los acercan a Ace of Base –ese nefasto grupo sueco de europop- que a Pet Shop Boys (esto en los mejores casos). Por esta época aparecieron –otro error de juicio por parte del grupo, o quizá es que ya les importaba todo una mierda- en Los Vigilantes de la Playa, con David Hasselhoff oteando el horizonte y la gente de Factory obsesionada por que el grupo no apareciera en el mismo plano que el famoso chulo de playa de ascendencia alemana.

 

Pero este disco contiene “Special”, que es otra de sus joyitas ocultas, “Regret” (el single principal), “Ruined in a Day”, “Everyone Everywhere” y ese cierre instrumental maravilloso llamado “Avalanche”, que me pone los pelitos de punta cada vez que lo escucho. Las letras están trufadas de referencias al fin de Factory, y hay un aire decadente, de principios de los 90 (una época de mierda), que me complace y me repele a la vez. Aún así, balance irregular, pero todavía con puntos fuertes. Con todo, esto es ya el fin de New Order.

 

 

BUT OUT THERE THE WORLD IS A BEAUTIFUL PLACE

WITH MOUNTAINS, LAKES AND THE HUMAN RACE

 

Los dos últimos discos de New Order (Get Ready, de 2001 y Waiting for the Sirens Call, de 2005) son, como difícilmente podría ser de otra manera, decepcionantes. Dejé de ponerlos bastante pronto, cosa que jamás he hecho con los anteriores, que aunque casi nunca he escuchado enteros, jamás han abandonado mi reproductor por más de seis meses. En el último LP, la teclista y esposa de Morris, Gillian Gilbert, fue sustituida por el joven Phil Cunningham, debido a los problemas de salud de su hijo. 

 

Tuve la oportunidad de verlos en directo al fin, en el festival Primavera Sound de Barcelona, en mayo del 2005. Recé por que el concierto fuera “uno de los buenos”. Un inglés borracho gritaba a mi lado: “Nu-or-dah!” “Nu-or-dah!”. Y yo contaba los segundos hasta el momento de su aparición…cuando salieron a escena, tenía todos los sentidos en el escenario, no existía nada más.

 

Sumner sacó su famosa melódica Höhner para interpretar “Love Vigilantes”, y sentí una emoción tan intensa que estuvieron a punto de saltárseme las lágrimas. Pensaba, ingenuo de mí, que aquello podría ser algo grande, que quedaría grabado a fuego en mi memoria. No pasó mucho tiempo hasta que la magia desapareció por completo, dando paso a un lamentable espectáculo en el que todos -particularmente Sumner- se dedicaron a destrozar su legado. Ya no había nada que hacer;  si los clásicos sonaban mal, todavía lo hacían  peor cosas como “Jetstream” o “Krafty”, sacadas del último elepé y que solamente mostraban la evidencia de una banda agotada en busca de otro hit que llevarse a los bolsillos. Estos, definitivamente, no eran los New Order que yo amaba. Siempre fue un grupo amateur (basta con ver este vídeo de 1984 en la BBC), y precisamente ahí radicaba su fuerza. También ha sido siempre conocido por su irregularidad en directo, pero todo eso no tenía nada que ver con pura dejadez o falta de pasión, cosa que aquí se revelaba en toda su crudeza.

 

New Order, me temo, se acabó para siempre: se volvieron a separar este año pasado y dudo que haya alguna posibilidad de volver a verlos de nuevo. Pero servidor detesta la nostalgia y prefiere una muerte digna. Busquen y encontrarán cosas interesantes, amigos. No se dejen vencer por falsas idealizaciones del pasado. Y si creen que el mundillo del pocroc y el rocpoc (homenajeando a aquel célebre conselleiro de la Xunta) ya no tiene nada que ofrecerles, les recomiendo que echen mano de música de antes de la bombilla, lo más vetusta y apolillada posible. ¿Qué tal, por ejemplo, una inmersión en el germanismo vía Furtwängler? Mano de santo.

 

 

BURROUGHS, BALLARD, GOGOL… Y SVEN HASSEL

 

La caja recopilatoria de 4 cds “Heart and Soul”, editada en el 1997, ofrecía al fan todo lo que se pudiera desear sobre Joy Division. Incluso aparecían los cinco temas que grabaron bajo el nombre de Warsaw en el EP An Ideal for Living. El nombre era posiblemente una referencia al “Low” de Bowie, tan imbuido de germanismo por aquellos días. La portada mostraba a un pequeño  tamborilero nazi y dentro, se veía a un soldado de las SS apuntando a un niño. Para más confusión, Bernard aparecía con el apellido Albrecht en los créditos, por si no hubiera tenido bastante con los otros dos (Sumner y Dickin/Dicken).

 

 

Cuando eché un vistazo al libreto quedé impresionado por las letras de Curtis: su calidad literaria era extremadamente rara en un grupo de rock. Yo jamás había prestado demasiada atención a las letras: por un lado no controlaba tanto de inglés por aquel entonces como para poder apreciarlas, y por otro realmente no me importaba. Mi divisa era que si un tema no me enganchaba en lo musical, no tenía sentido seguir escuchándolo (luego este punto fue infinitamente refutado y matizado). Los textos de Curtis eran fascinantes:

 

A cry for help, a hint of anaesthesia,
The sound from broken homes,
We used to always meet here.
As he lays asleep, she takes him in her arms,
Some things I have to do, but I don’t mean you harm.

A worried parents glance, a kiss, a last goodbye,
Hands him the bag she packed, the tears she tries to hide,
A cruel wind that blows down to our lunacy
And leaves him standing cold here in this colony.”

 

(Colony)

 

You'll see the horrors of a faraway place,
Meet the architects of law face to face.
See mass murder on a scale you've never seen,
And all the ones who try hard to succeed.

This is the way, step inside.
This is the way, step inside.
This is the way, step inside.
This is the way, step inside.

 

(Atrocity Exhibition)

 

No, Sumner no llega ni a la suela del zapato a Curtis como letrista. Curtis buceaba en Burroughs, JG Ballard o Gogol (uno de sus libros da título a “Dead Souls”) para inspirarse en su trabajo. Las imágenes que logró conjurar tenían una potencia visionaria superior a las de Sumner, hasta el punto de que, cosa bastante rara en el universo rock, casi funcionan por sí mismas, sin la música. Fue sin duda uno de los más grandes haciendo letras; yo lo tengo en un altar, junto con gente como, no sé, Morrissey, Leonard Cohen, Ray Davies, Momus o, ya por estos lares, Chinarro, las Vainicas, Carlos Berlanga o, qué diablos, el webmeister de esta página. El pop debe ser una alquimia perfecta, una fórmula que supere la nigredo con un conjunto de voces, letras y música… pero en este caso era posible separar los elementos sin destrozar del todo el resultado.

 

Cuando Sumner trató de imitar, en los comienzos, a Curtis, los resultados fueron aceptables, pero desiguales; el chico con pinta de schoolboy todavía debía encontrar su propia voz, puesto que de otra manera, siempre jugaría en desventaja. Así, se conformaría con escribir letras de un carácter más mundano: escenas de fiestas, desamores, traiciones, sonrojantes reflexiones acerca de la vida de una estrella del rock… 

 

Eran letras que, aisladas, en muchos casos resultan totalmente  insulsas; sin embargo, en la música pop, la línea más inane puede convertirse en lo más significativo del mundo, si se canta con pasión y convencimiento y se tiene al misterio a favor (cosa que, desgraciadamente, también terminó desapareciendo para ellos). Cuando Sumner canta en “Temptation”:

 

“Up, down, turn around
Please don't let me hit the ground
Tonight I think I'll walk alone
I'll find my soul as I go home.”

 

Algo vibra en mi interior, como si hubiera dicho las palabras más importantes del mundo. Lo feo desaparece a mi alrededor. Lo mismo ocurre, por poner un ejemplo, con Dylan –que sé que el webmeister detesta- cuando canta en “You’re a Big Girl Now” cosas como: “Time is a jet plane, it moves so fast”. Lo que en papel se ve como un verso absurdo, en la canción cobra una fuerza inusitada. Lo mismo ocurre con “Regret”, el tema que abre “Republic”:

 

“I would like a place I could call my own
Have a conversation on the telephone
Wake up every day that would be a start
I would not complain of my wounded Heart”

 

Es inane, pero en su voz funciona. Cuando Oscar Wilde fue juzgado por su relación con sir Alfred Douglas, el juez Carson se burló de una carta que había escrito al joven de veinte años y en la que decía: “tu esbelto espíritu dorado camina entre la pasión y la poesía”. Carson preguntó a Wilde con sorna: “¿Es ésta una frase hermosa?”. A lo que éste respondió: “No como usted la lee, Mr. Carson. Lee usted muy mal.” Y es que es absolutamente capital leer bien las canciones, y ello es más fácil si uno no renuncia a ser él mismo; Sumner no lo hizo, pese a que muchos le exigieran impostar a quien ya se había ido para siempre. Y de todas formas, ¿cuánta personalidad hay que tener para poder incluir la siguiente línea en una canción (Your Silent Face) y no caer en el ridículo?

 

“You caught me at a bad time

So why don’t you piss off”

 

Muchísima.

 

 

BLANCO Y NEGRO

 

Tengo también un pequeño problema con Joy Division, y es que me da la sensación de que todas las canciones están compuestas con tonos de blanco y negro. La mayoría de las fotografías conocidas del grupo portan esos tonos también: podemos ver a los cuatro miembros envueltos en gabardinas, paseando por un Manchester industrial, cubierto por la nieve, con las vidrieras de la catedral gótica al fondo, etcétera... o la famosa instantánea del metro, en la que todos están de espaldas salvo Ian, que mira hacia atrás metaforizando toda su complicada situación interior.

 

El metal primitivo y minimalista de los otros tres miembros servía de colchón para letras introspectivas, de vocación urbana, luces de neón, tráfico caótico y bloques de ladrillo. Sin embargo, no hay en ellas ni rastro de alegría, ni un tinte de esperanza. Todo es oscuro, todo es derrota, todo es fatalidad, aunque hermoso. Pero aún así, me termina cansando, se me hace monótono. No es algo que achacar a Curtis, sin embargo. Él no podía escribir sobre otra cosa.

                    

 

WHAT IF…?

 

¿Y si Curtis no hubiese puesto fin a su vida? Es inútil hacer conjeturas sobre lo que habría ocurrido tras esa malograda gira americana; y es imposible saber hacia dónde habría evolucionado la música del grupo. El gusto de Curtis por Kraftwerk  es bien sabido y la huella de los de Düsseldorf se deja ver en los últimos temas que grabaron, como “As you Said”, o “Decades”. La sombra de los alemanes permanece en el nuevo orden: basta con escuchar “Your Silent Face” –que fue en un primer momento titulada “The Kraftwerk One” o el sample de “Radioactivity” empleado en “Blue Monday”. Lo único que está claro es que Joy Division apuntaban sin duda hacia el uso de la electrónica, tratando de superar una fórmula que tarde o temprano iba a agotarse; porque no cabe la menor duda de que Joy Division era un grupo con fórmula. El bajo de Peter Hook dibujando las melodías, la precisión de Stephen Morris a la batería y Sumner utilizando su guitarra de una manera salvajemente intuitiva, sin tocar ni una nota de más, siempre al filo: todos esos elementos continúan presentes en la etapa posterior, pero hay una voluntad constante de enriquecerla, de hacerla evolucionar sin perder la personalidad. A ello ayudó la incorporación a los teclados de la tímida y encantadora Gillian.

 

La cruda realidad, como bien sabemos, es que el desgraciado Curtis nunca llegó a ser tan famoso en vida como realmente deseaba. Se colgó en la cocina de su casa, un 18 de Mayo de 1980, tras ver una película de Werner Herzog, Stroszek. Sus traumatizados compañeros no podían hacer otra cosa que continuar. Hay quien dice que de contar con Curtis el grupo habría llegado mucho más lejos. Puede que sí, puede que no, pero de todas formas, ya nadie lo sabrá jamás y de todos modos, ¿qué importa? Yo digo: dame “Temptation”, dame “Bizarre Love Triangle”, dame “Age of Consent”, y déjate de tonterías.

 

 

(THE BEST OF) NEW ORDER

 

Pensé que, para concluir, sería conveniente adjuntar una selección con los que, a mi juicio, son los mejores temas de New Order, ya que es difícil recomendar un LP en concreto. El ya mencionado “Substance” está muy bien para hacerse una idea global. Pero en cualquier caso, he aquí la crème de la crème:

 

-Ceremony

-In a Lonely Place:

-Everything’s Gone Green

-Procession

-Cries and Whispers

-Dreams Never End

-Chosen Time

-Truth

-Temptation (versión 12”)

-Blue Monday

-Age of Consent

-The Village

-Your Silent Face

-Leave Me Alone

-Thieves Like Us (instrumental)

-Lonesome Tonight

-Love Vigilantes

-The Perfect Kiss (versión 12”)

-Subculture

-Sooner Than You Think

-Elegia

-Face Up

-Paradise

-Bizarre Love Triangle

-Way of Life

-True Faith

-1963

-Vanishing Point

-Dream Attack

-Run

-Round & Round

-Regret

-Ruined In A Day

-Everyone Everywhere

-Special

-Avalanche

 

Espero que tras este caótico repaso los más reticentes encuentren la iluminación en estas canciones, situadas entre lo sublime y lo hortera, entre lo sombrío y lo luminoso, entre lo comercial y lo desafiante. Porque como diría Sumner con su eterno tono vulnerable:

 

“A thought that never changes remains a stupid lie”

 

 

 

NOTA DEL WEBMEISTER

 

Supongo que, como con el Lennon que me recomendaba el amigo Charlie, tomaré nota de lo que plantea Kleinito (a diferencia del difunto beatle -Charlie, te recuerdo que está pendiente la selección lennoniana con la que debías reforzar tu argumentación-, gracias a Mario Pacheco tengo toda la vinilografía de N.O. hasta el 85 -"LOW LIFE" inclusive-).

Mi corazón siempre sentirá una emoción especial por J.D. y por el primer maxi y single de N.O. aún muy pegados a la etapa de Ian Curtis pero reconozco disfrutar con no pocas cosas post/Curtis, aunque de un modo similar a como disfruto de los PINK FLOYD post/Barret, como una entidad generadora de música ambiental (en el sentido más psycle/enoniano del término). Tal vez por ello cuando el ambiente da paso a la más ramplonamente explícita música de baile ("CONFUSION" o lo último que escuché de ellos, el maxi "SHAME/STATE"), mi atención se diluye. De cualquier modo, dado que, de lo que controlo del grupo, el autor del artículo parece disfrutar y execrar en buena medida de lo mismo que yo, esta lectura me ha puesto los dientes largos de todo lo que no conozco y que recoge en la lista ultracremosa.

Si PINK FLOYD dejan de interesarme y hasta me llegan a caer gordos a partir del plúmbeo "THE WALL" (nunca Waters se me había parecido tanto a Nacho Escolar como en ese mamotreto inspirador de tantas antiutópicas antienergías políticamente correctas -inconformistas positivas, que diría La Sexta con su baboso entusiasmo zetaperil-), con "CONFUSION" y con la fotito acurrucados junto a David Hasselhoff que me asaltó desde cierto libro ya comentado hace años en DISCOBARSA, N.O. me producen un repelús que sólo la confianza en el criterio de Kleinito me puede ayudar a superar.