MAS BOCADOS (de realidad)



continuando lo ya dicho



A estas alturas de la segunda Transición, iniciada (tan sorpresivamente como la primera) con la moción de censura que apeó a Rajoy de su taburete tancredista, yo sigo confiando en Sánchez. Eso sí, no sé bien en calidad de qué, si de demiurgo idiota o de relojero omnisciente (que diría algún mandilero acompasado). Pero está claro: con Sánchez (jettatura o providencia, insisto, según el prisma desde el cual se le mire) pasan cosas que no pasaban con Rajoy, como la catarsis penibética (tan simétricamente gemela en su ambivalencia -¿Moncloa la está sufriendo o, en el fondo, la deseaba?- del escamoteo a Esperanza Aguirre -la archipiedrecita en el zapato de Rajoy, por aquello de no ser dama de perfiles bajos ni de complejines- de la alcaldía de Madrid), la emergencia vertiginosa de VOX (bulímicamente devoradora de sufragios airados por el fraudulento reality podemita, el prusés manicomial, el neolerrouxista casuismo "ciudadano" -neolerrouxista, sí, y para nada suarista porque lo que en Suárez era audacia aquí es frío cálculo electoral- y la amebiana sombra de Rajoy aún no espantada del todo por su sucesor), el desmoronamiento de los suflés demagorreicos y centrífugos, y esos ocasionales signos mediáticos por TVE2 tan a la contra de lo que dichos suflés representan (no hace mucho Tarradellas -amén de ese regalo envenenado del cambio de nombre al aeropuerto del Prat-, ahora Savater...) y que tal vez sean incipientes pólizas de futuro, como el apoyo a Guaidó en posición diametralmente opuesta a sus "socios" podemitas. Porque hay algo claro: Sánchez, a diferencia de Rajoy, disfruta de su cargo con un ímpetu casi infantil (cuando lo veo pienso en aquel Homer Simpson mesías por chiripa de los Canteros, pirueteando en parodia de EL ULTIMO EMPERADOR), entre un dejar hacer "arbitral" en cuestiones internas (que por el momento no parece irle mal, ahí el progresivo deterioro del prusés, poniéndose en evidencia a cada nuevo dislate y sin poder asirse a la coartada victimista del 155, y con el juicio en puertas -donde Sánchez, por aquello de Montesquieu, puede seguir manteniéndose de perfil "con todas las de la ley"-) y en asuntos exteriores un frenesí viajero digno de aquel otro funámbulo Frondizi (si éste hacía sus pasos de baile entre el peronismo y el gorilismo, nuestro “resistente” maniobra entre la tonterida heredada de Zapatero y el llamado “constitucionalismo” -tal vez, como Frondizi, podamos esperar de los manejos del actual titular monclovita una cosa y la contraria, para acabar en naufragio titánico o en epifanía todavía ignota:-). A partir de la llegada de Sánchez los cambios geopolíticos y el ajamiento de la tonterida comienzan a permear lo que antes era estólido limbo rajoyano: y si se mantiene fiel a su tozuda y revanchista ambición personal (tan ajena, aunque en lo formal los árboles demagógicos ahora nos confundan, del inepto visionario ZP), o bien nos lleva a estrellarnos contra el redentor iceberg o nos sorprende cabalgando la ola de un cambio hoy impensable desde las directrices del PSOE (¿o quizás no tanto, si atendemos a sus baronías más levantiscas y susceptibles de contagio por el efecto VOX, especialmente cara a este mayo caliente?). En fin, lo dicho, que, por el momento, Sánchez, en tanto que sólo fiel a sí mismo, a sus arribistas horizontes de ¿grandeza? y a su implacable libreta de afrentas (ahora rentabilizada en libro de prematuras memorias), me sigue valiendo…