¿BOCADOS DE REALIDAD ROERAN LOS EMBARRADOS PIES DEL TEATRIYO?





Aun a riesgo de evocar (más por prejuicio tópico que por tino en quien lo haga) al Giménez Caballero que se venía arriba glosando a Azaña, continuaré mis reflexiones express sobre lo surgido de la moción de censura este último día de mayo.



Uno sueña con el Ejército Ruso entrando por la Castellana con Putin a la cabeza cabalgando un oso. Uno sueña con que un gobierno como el que hoy emproa Italia hacia Visegrado (ARRE, AUSTROHUNGARO!!!) nos saque por los pelos del hoyo. Uno sueña con una doña Marina recuperando lo mejor de la síntesis soberanista del gaullismo. Pero al final todo son quimeras y Münchausen, dados los mimbres que hay por aquí.



La realidad nos depara una completa ausencia en nuestro entorno de una masa crítica a los protocolos de la tonterida pero, al tiempo, en los allendes todo se va conjurando para cuestionar dicha tonterida. La clave de supervivencia de la UE se llama Macron, esa reacción de Bruselas y Estrasburgo al terremoto Trump y pseudorréplica prefabricada del todopoderoso Putin. Los desafíos no por ello cesan: la creciente desestabilización visegradesca de Mitteleuropa, que ya se extiende desde Gdansk a Palermo pasando por Viena y estrechando el abrazo a una Alemania no autorizada a usar parches macronianos (dado su pasado -recordemos que el tío Adolf llegó al poder como parche antisoviético y la cosa se salió de madre al minuto cero-): lo más cercano que tuvo tras Hitler desde unos límites aceptados por sus tutores occidentales la aún por entonces ocupada RFA fue Helmut Schmidt (el heredero de Gustav Noske por aquello de la socialdemocracia entendida como quirúrgica férrea) y esos tiempos parece que, hoy por hoy, no volverán, no sea que, como acabo de decir, se tiente al diablo (hoy vuelto diabla -lésbica, con un punto a lo Emma Thompson y nombre digno de Lewis Carroll-). Por cierto, Alemania, a través de los socialcristianos bávaros, comienza a ser tocada por el virus visegradesco...



En EXXXpaña, dada la inquietud que haya podido provocar en las terminales UEuropeas la sucesión de acontecimientos acaecidos tras el 11M (ineptitud zapateril malcorregida -ya era tarde- por Rubalcaba y ¿enmendada? en plan mecanicista con la cura de caballo fiscal del montorazo, agitaciones del 15M y aceleración de la fuga adelante catalanífuga, que desembocarían sucesivamente en el marasmo podemita y los autos locos del prusés, y que el low profile rajoyano -sólo duro contra su propia gente, ahí los purgados en el PP vasco en 2008, o la inquina contra los "versos sueltos" que podían hacerle sombra o la espalda dada a sus votantes más sensibilizados contra el terrorismo-, el españolismo de la sita Pepis de Cs -casuismo y demagogia de tecnócratas opusinos pero sin el frío fanatismo y efiCIENCIA de éstos- y la performance tabarnesa no parecían muy dispuestos a afrontar EN SERIO -cosa que, con mayor o menor respeto a la legalidad, Aznar y Felipe sí hicieron, aunque todo se fuese a la mierda con las chapuzas del GAL que Aznar explotó cual Casasviejas del postfranquismo y con la mucho más funcional urdimbre antiterrorista aznariana de pinzas y pactos que descarrilaría por la imprevisión monclovita ante la sinuosa doblez zapateril, las algaradas del NO A LA GUERRA y la mascletá de Atocha y el Pozo un infausto jueves de marzo de 2004- más el esperpéntico colofón del limbo sin gobierno de 2016). Primero, una vez establecido en el Palacio del Elíseo el troquel macroniano, se intenta adaptar al incombustible tentetieso de Rajoy a dicho modelo: ¿resultado?, el 155 en modo masaje tailandés, las elecciones ratificando lo que se pretendía combatir y las danzas y contradanzas de encarcelamientos, fugas, reniegos conversos y sucesivas venidas arriba renegando de los susodichos reniegos para culminar en esa grotesca apoteosis supremacista de Quim Torras como talibánico profeta del deu absconditus Puchdemontres.



Los intentos desde instancias judiciales de enmendar el caos (¿equivalente en tribunales del correctivo fiscal que supuso el ya mentado montorazo?) se ven saboteados en el plano político por el low profile de Moncloa (irredento a giros macronianos), los chantajes de la colusión entre el marasmo podemita y el prusés, y el teatro dell'arte de los dummies de Cs y los histriones de Tabarnia, a lo que añadir la esquizofrenia exterior (la Bruselas capital UEuropea vs la Bruselas capital de un estado fallido autosaboteado por sus ultras centrífugos o la Alemania locomotora de la UE versus sus propias rebeliones y sabotajes proclives al separatismo).






Este primer intento frustrado de macronización a la española que podría haber supuesto el comienzo de la salida del teatriyo iniciado un 11M me hace pensar en el tardofranquismo sin Franco presidido por Arias Navarro. Unos meses de estéril ambigüedad, con un presidente poco dispuesto al cambio y tiras y aflojas que, sorpresivamente, se desatarán bien desatados un primero de julio de 1976 por designación real tras conciliábulos en las alturas a espaldas de la plebe. Ahora, una moción de censura sin refrendo electoral (sólo por componendas en las Cortes) parece iniciar la auténtica segunda Transición tan gargarizada en los últimos años por los "emergentes" de Rivera y el buscón Pablillos. La paradoja: que los detonantes de dicha Transición sean las siglas más veteranas de las cámaras, PNV y PSOE. ¿Sánchez, nuevo Suárez desembarcado también desde un pasado tortuosamente contumaz? ¿Macron imprevisto o no tan imprevisto? (ignoramos la mano UEuropea en todo esto -pienso en pesos no ligeros en el ámbito de la UE como son el jacobino comisario Borrell o la megafuncionaria Calviño, a modo de Solchaga con faldas ¿surgidos de pronto cual conejos de la chistera sanchista o ya barajados previamente desde instancias que trascendían al presidente?-). Incluso hay algo de Trump en cuanto a que, si no logra a la primera sacar adelante "lo que pueda tener en la cabeza", siempre podrá echar la culpa a los mil obstáculos que lo atenazan (by the way, deja vu trumpiano donde los haya ese affair Baños de tira y afloja de un nombramiento por presunciones del nefando pecado de rusofilia): sólo una holgada mayoría refrendada en las urnas (como ocurrió con Suárez o como pretende Trump para un segundo mandato) sacaría el máximo jugo a ese fastuoso equipo de Gobierno (nada parecido desde los años de la primera Transición, con los gabinetes ucedeos y del primer felipismo, cuando el españolito de a pie se sabía la cara y el nombre de los ministros) que ahora se nos presenta como tentador sample de lo que, si le dejan, "puede llegar a hacer". Marketing impecable. Frente al slow motion rajoyano, las primeras actuaciones sanchistas (en coherencia con su propia llegada a Moncloa) han sido de lo más express, el descabezamiento del fugaz ministro de Cultura por pasados entuertos con Hacienda (y, por cierto, el elemento del gabinete que más podía recordar a los perfiles “dicharacheros” del zapaterismo) y la acogida de los refugiados del Aquarius (cubriendo parcialmente la cuota morosa de recepciones acordada con Bruselas y que se ha vendido muy hábilmente como hazaña épica de buen rollito pero -y he ahí la diferencia con un ZP- sin cargar las tintas contra Italia -que, a su vez, no había hecho sino lo mismo pero al revés, o sea, dejar claro que ya había cubierto con creces su cuota y que sean otros ahora los que carguen con el mochuelo: tanto Sánchez como Salvini han logrado un amplio consenso en cuanto a sus decisiones, dejando claro los roles opuestos de ambos países, uno recuperando la ambición felipista de tener más peso dentro de la UE y el otro, con su disidencia creciente, dispuesto a hacer suyo el impulso tanto de Visegrado como de Putin, paráfrasis de aquel slogan del Partido Carlista, “UE SI PERO NO ASI”-).



Como apeadero intermedio que nos redima en parte del teatriyo y de limbos inmundos favoreciendo (simplemente por la vuelta a la gestión ambiciosa de la realidad frente a la estupefaciente gesticulación del reality y la atonía escapista) la ruta hacia esa perspectiva alternativa que poco a poco se va consolidando (en torno al telón de Visegrado -ya lo dije, de Gdansk a Palermo-, a unas lindes de Occidente -Turquía e Israel- cada vez más orgullosas de recuperar su adn más orientalmente primigenio, al eje día a día más blindado de Moscú y Pekín, por no olvidar a esa Casa Blanca hoy ocupada por un mutante jurásicamente refractario a las moñeces de la corrección política y al neotroskonservadurismo) a mí, en principio, esto creo que me puede valer. A fin de cuentas, el parche Macron, en tanto que sucedáneo de modelos (Putin y Trump) que se supone ha de combatir, lleva el problema (problema, claro, para quienes lo idearon) enquistado en la solución. Mejor para quienes disentimos de esa solución.



Lo peor siempre, el limbo, el bucle, la aporía... Lo mejor de Sánchez, que sus ansias de protagonismo le llevarán a aventurarse (ese verbo tabú para Rajoy y que fue tan caro a Suárez). Y la aventura (no confundir con las peripecias ineptas a lo mr Bean de un ZP) siempre favorece a quienes no nos sentimos cómodos como rehenes de palúdicos estancamientos.