TODO HA CAMBIADO EN NUESTRO ZODIACO
por Andrea Byblos
Всё изменилось под нашим зодиаком:
Лев козерогом стал, а дева стала раком.
А.С. Пушкин
Vsió izmenilos pod nashim zodiakom:
Liev kozerógom stal, a diéva stala rakom.
A.S. Pushkin
Traducción:
Todo ha cambiado en nuestro zodiaco
El León se ha convertido en Capricornio*1
Y Virgo se ha convertido en Cáncer*2
1*(cornudo)
2*(la virgen se ha puesto a cuatro patas)
Estos versos (juego de palabras que se aprecia bien en ruso, aunque no en la traducción al español) de Pushkin, que -como todo poeta romántico que se precie-, era un gamberro y de vez en cuando escribía groserías, aparte de muchas ironías, me vienen a la mente en estos tiempos.
Sí, todo ha cambiado en nuestro zodiaco, y de la peor manera posible. De una forma que no se puede entender si no hay una conspiración, nos dominan los reptilianos, nos han invadido los extraterrestres, el apocalipsis se acerca o llega el Mesías de los judíos.
Porque no se entiende.
Bueno, yo no lo entiendo. Quizás otros sí puedan.
Entre toda la inmensa información que recibo en internet, todas las innumerables noticias que son flor de un día o unas horas, se me escapa lo esencial.
Y es probable que, si no me enterase de nada - como la gente hace 100 años, que vivía la vida en su pueblo, con sus penalidades y supervivencias, pero sin tener que sacar la empatía, verdadera o falsa a relucir todos los días a todas horas por personas que no conoces y están a miles de kilómetros y a las que imaginas de una forma que, muy probablemente, debe ser equivocada- sería mucho más feliz.
Siempre he sido una persona muy optimista. Ante todo, me considero superviviente y en cualquier parte que esté, ante cualquier problema, siempre intento pensar en frío para encontrar una salida. Pero esa adicción a las malas noticias que facilita internet me está minando el ánimo.. Me voy a tener que quitar de esto de leer noticias y opiniones todos los días.
Porque estás ahí viéndolas venir, sabiendo que los dirigentes te la pueden liar bien gorda en cualquier momento, y en estas cuestiones mayores no hay posible salvación. Somos menos que hormigas para nuestros amados líderes.
Y ya no hay esa confianza en que un dirigente moderado vaya a ser moderado. Es como si la moderación fuera ahora el extremismo, con el “Va t’en guerre” de Macron, de Úrsula, de Borrell. Como si los “flojos de pantalón”, que diría Rosendo, y que han sido siempre, al menos aparentemente, gente que no quería grandes líos, sino estar en el poder mangoneando con sus intriguillas y corruptelas de amiguetes, pero sin hacer mucho ruido ni tomar decisiones drásticas, de repente, estén envalentonados en tomar decisiones drásticas y potencialmente catastróficas. Como darle un AK-47 a un chimpancé.
Esos dirigentes tan respetables, de partidos moderados, de valores, de respeto de las instituciones, de poses moderadas, vestidos de tejidos lisos y anodinos, con las manos cruzadas, y sonrisillas de conejo, son más ultras que los ultras.
Todo ha cambiado en nuestro zodiaco.
El caso es que intentan convencer que es lo mismo de siempre, todo aquello que habíamos aprendido tan bien, la sangrienta historia del siglo XX, que no se debe repetir. Los Nazis.
Esa palabra, Nazis, que, de tanto usarla, pronto será también un ingrediente para hacer la tarta de frambuesa, un tipo de patatas fritas con picante, una pintura flashy para tunear coches, rulos para hacerse la permanente… Lo que sea. Vale ya todo con tal de usar esa palabra todo el rato. Todo es nazi, todos son nazis, la palabra comodín.
Sin embargo, bajo ese uso de una palabra que pronto, si queremos ser precisos, dejaremos de utilizar por haber sido ya demasiado usada, hay detalles que, como poco, asombran.
El mundo nuestro sin religión, el de la racionalidad y verdades absolutas científicas es capaz de ir a dos o tres velocidades a la vez sin inmutarse.
Así pues, la siempre racional izquierda, de moral superior porque así ellos lo han decidido, permite símbolos nazis, cruces gamadas y demás, gritos antisemitas, proclamas de exterminación como la famosa frase esa que puso La Fashionaria en su X (Ex-Twitter) y amenazas y agresiones contra los judíos en general, si son los manifestantes pro Palestina los que lo hacen.
Pero luego nos advierten de que, “cuidado, que vienen los Nazis”. Que no gane la ultraderecha. Y se manifiestan con mucho brío para que no vengan los Nazis que masacraron judíos.
Y esos Nazis, los de la ultraderecha actual, son los que, precisamente, defienden ahora a los judíos, sionistas y no sionistas.
También han sido permitidos esos símbolos nazis por los no nazis líderes de la UE, de la moderada derecha y socialdemocracia, cuando era el batallón Azov el que los usaba con todo orgullo y cuando los usan los jóvenes patriotas ucranianos en Lvov.
Pero esos líderes dicen que no son antisemitas.
Todo ha cambiado en nuestro zodiaco.
Leía hace unos días una especie de encuesta improvisada, y no fiable, en X (Ex-Twitter) en la que usuarios americanos o canadienses manifestaban su opinión hacia Putin… Y era favorable a él. Lo veían con sentido común. En principio, Putin es un dictador sanguinario, malo entre los malos, el ser al que todos debemos odiar. Seguro que es eso.
Pero lo oyes hablar, y luego ves a Biden que habla con el fantasma de su tatarabuelo y se pierde o se hace las necesidades en los pantalones (dicen).
A Macron con su verborrea y sus deseos de que vayan a la guerra sus ciudadanos, a Pedro y sus subterfugios para aferrarse al poder cueste lo que cueste, aunque destruya nuestro país, con culebrones lacrimógenos, sin dignidad alguna.
A Úrsula, presumiendo de la tranquilidad de su enorme caserón de caciquesa en su verde pueblo alemán donde descansa del estrés que le produce dirigir nuestras vidas mientras la gente malvive en zulos y la inseguridad hace difícil para muchos, incluso, salir a la calle.
A Borrell, que lleva toda la vida chupando del bote, y que trabaja -dice muy pomposamente- para mejorar las cosas, pero cada vez están peor, y ya en un límite muy preocupante.
Y es curioso que el único que habla con sentido común, aunque también mienta, como todos, sea el dictador más sanguinario.
Todo ha cambiado en nuestro zodiaco.
Incluso, los cánones de belleza.
Miss Alemania es una mujer iraní de 40 años que nunca hubiera podido pasar por guapa. La han elegido por su empoderamiento y su lucha ideológica. Miss Alabama, ha causado sensación porque son, lo menos, tres Misses en una, ganamos todos con tanto volumen, supongo.
Pelos de colores, piercings, tatuajes (como si se hubieran revolcado en las tiras cómicas de un periódico húmedo, recién salido de imprenta), morros neumáticos, ser un tío de pelo en pecho y con más rabo que la Pantera Rosa… Lo que sea, menos natural. Puedes ser Miss si cumples con las virtudes que se exigen de ser lo más beata que se pueda en la nueva religión.
Sin embargo, antes, la belleza era otra cosa, aquello a lo que se llamaba belleza no tiene que ver con lo de ahora. Quizás, las nuevas generaciones hayan tenido ocasión estos días de ver fotos y vídeos de Françoise Hardy, ya que, por su deceso, ha sido tendencia. Algunos se habrán asombrado, otros no podrán apreciar su belleza porque ya la palabra “belleza” significa otra cosa. Significa lo que quiera el beaterío.
Ahora, las palabras y los símbolos se usan a conveniencia. Según convenga a los que mangonean o lo intentan, significan una cosa u otra.
Pronto, ni las palabras tendrán ya un significado fijo: Serán no binarias, ecoresilientes, diversificantes, transpalabras no heteronormativas descolonizadas giliempoderantes.
Todo ha cambiado en nuestro zodiaco.