ESTE ES YANN (-perdona
¿quién?)
«Todo, todo, todo
está en los sueños»
(paráfrasis)
Quince
años. O doce que parecen diecisiete. Ceño de niña que juega a niño. 1’80: un
gemelo flaco de Enya luciendo como
-Tres
guitarras de marca: tus padres te quieren bien...
-Perdona,
estas guitarras me las pagué yo.
-¿Tus
padres no te quieren?
-Pero
no tanto...
(soterrado
atisbo de sonrisa en la mirada y la comisura derecha –sin abandonar el ceño, of course-)
-Digamos
que... me saco un plus para mis aficiones.
-¿En
qué trabajas?
-Es
una casa de discos. MISSY MISSY MIRANDO... No la
conoces, seguro.
-Ni
puta idea, en efecto.
-Sudacas. Hago de recadero.
-¿Recadero?
-Sí,
llevo paquetes.
-Paquetes
importantes. Deben de pagarte bien. Ese arsenal...
(miro
las guitarras, puestas en panoplia contra la pared)
-...cuesta
lo suyo.
-Supongo.
No sé lo que son. Yo los llevo y no pregunto. Me pagan por las dos cosas.
-Ya,
ya...
-Podía
ganar más pero no me da la gana.
-¿A
qué te refieres?
-Si
tragase. Si me dejase follar. Pero no me da la gana.
-No
te van los tíos...
-Qué
va. Ellos, ellas, lo de menos. De todo hay. Lo que no me gusta es que me entren
como a un chapero. O a una puta becaria. Presionando.
Si me quieren, que me mimen. Que se curren la seducción. Que demuestren que les
gusto de veras, no como un cacho carne de usar y tirar.
-Poca
carne, por cierto. Se pirrarán por tus huesitos.
-Mi
papi podría comprar su negocio y revenderlo el mismo día. Yo no soy un pringaíllo.
-¿No
se te ha ocurrido enseñarles tus canciones, ofrecerte como músico?
-¿A
unos sudacas? Ni loco... ¿Por quién me tomas?
-¿Qué
tienes contra los argentinos?
-Argentinos,
uruguayos, da igual.
-¿También
chilenos?
-No
jodas... No tienen nada que ver. Los chilenos son más... como... como
neozelandeses.
-No
serás chileno...
-Irlandés
nacido en Chile, si no te importa. En Chile todos somos
de-otro-sitio-nacidos-en-Chile. Justo como los neozelandeses.
-No
me has dicho qué tienes contra los... sudacas.
-La
pornografía del lloriqueo, la pejiguera constante, el negocio de ir de
víctimas... No sabes quién hizo qué pero todos lloran: el torturador se hace el
torturado, el torturado acaba trabajando para el torturador y luego va y lo
niega, las profesionales del victimismo a ver qué demagogo
las soborna mejor (bueno,
Oyéndolo
despotricar, me acordé de algo que leí una vez: «Pobres argentinos, rehenes de una identidad falsa alimentada por toda
una retahíla de embaucadores (Perón, Firmenich, López
Rega, Galtieri, Menem... Lo más cercano a la honradez, todos los empeñados
en autoengañarse, la primera, Evita, y después Cooke, el pobre tío Cámpora, tal
vez el viejo Bidegain y, desde luego, con toda la
seguridad de su martirio, todo ese montón de muertos por un espejismo),
masacrados luego en el quirófano loco de unos milicos metidos a cirujanos mengeles por puro miedo (algo a estudiar esto del miedo
como impulso motor de la dictadura rotatoria argentina, que la distingue de
otros cuartelazos y la hace más siniestra, tanto más feroz cuanto más insegura
en sus decisiones).»
-...En
cambio, los orientales, indochinos, chinos, japoneses, han sufrido tanto o más
y no se quejan: el horror cotidiano, las guerras, los bombardeos, y tienen ese pudor, no explotan
sus desgracias. Salvo, claro, los que se venden a Occidente, los peliculeros
que quieren ir a Hollywood o a Cannes, el coñazo del Dalai Lama mendigando a los ricos californianos...
-En
Chile, si no recuerdo mal, también hubo torturas y verdugos.
-No
compares. Pero nada que ver... En el 73, como ahora mismo, medio país lo tenía
claro, estaba con un bando, el militar, y la otra mitad se daba de hostias
entre sí sin saber muy bien lo que querían, como en la guerra civil vuestra.
Todo mucho más simple, sin tantos relíos ni
vericuetos ni danzas ni contradanzas. Pero no sé por qué hablamos de esto: si
me importa una mierda la política... De los argentinos sólo aguanto eso de Polanski, LA MUERTE Y LA DONCELLA,
que los describe tan bien. Y Torre Nilsson, tan
serio, tan solemne, con empaque, con ese misterio. Y quizás
añadiría... algún exabrupto de Luppi en cosas de Aristarain.
Luppi en esos momentos sí mola: lacónico, hosco, con
cara siempre de mala leche... Sin esa viscosidad... Me gusta la gente que no
está para hostias.
Y
Yann le da a la guitarra. Y las paredes tiemblan.
También se agita la pelusilla de sus mejillas hundidas de marioneta cadáver de Tim Burton. Y el brillo húmedo de
sus ojazos violeta. Y todo suena a los WHO. Hasta esa pieza de Piazzolla que se ha puesto a tocar (en brusco quiebro
esquizoide tras su diatriba). La misma, ahora lo pienso, que usó Polanski en otra película.
¿Dónde
conocí a Yann? Pues hace un rato. En un sueño. Tan,
tan intenso que lo transcribo ahora, a los ocho de la mañana, sin añadir ni
quitar una coma, por temor a que se nuble. Es agradable estar en este
dormitorio inmenso, oyendo a este niño/niña ceñudo y desgarbado con vocación de
kiwi y olor
atávico a parvulario.
«Freud
y Perón... Los argentinos llevan delirando por partida doble desde décadas. Y
lo hacen a sabiendas, en una inacabable huída hacia adelante. Porque saben que
la realidad les pasará una factura aniquiladora, por imposible de pagar (la
realidad, ese espejo mágico, esa vida paralela llamada Vietnam, que pone todos
sus sufrimientos en evidencia: los charlies no han
tenido jamás tiempo para psicoanálisis ni para demagogias lacrimógenas ni para
remendarse el ego a golpe de bisturí y silicona; como auténticos
revolucionarios son demasiado pudorosos para quejarse, y en su menú de ratas y
de austeridad extrema, ajenos al canto de sirena de los derechos y adeptos a
los deberes como ladrillos constructores de soberanía, se encuentra el quid de
su victoria definitiva contra todas las superpotencias)» (discurso de Kurtz
en APOCALYPSE NOW REDUX: final para argentinos –escrito como final alternativo
para consumo latinoamericano y arrumbado en el más oscuro rincón por
excesivamente incorrecto-)