Héroes de nuestro tiempo
una cirilada de ANDREA BYBLOS
Hace 20 años decían ya que el tiempo en internet pasa muy rápidamente.
Y como vivimos en internet, el tiempo pasa a unas velocidades que ni los físicos más nerds hubieran podido imaginar hace 50 años.
Tan rápido pasa el tiempo, que un héroe, que en el siglo XX nos hubiera durado en la admiración popular 50 años, lo menos, ahora nos dura 4 años o menos. Algunos en un mes, o incluso en unas horas ya están kaput.
Es lo que ha pasado con Greta, que de sus años gloriosos en los que Su Repelencia -apoyándose en ser asperger, tener anorexia y otros cuantos trastornos, aparte de ser menor de edad- aprovechó para licenciarse en heroína profesional ha pasado a ser ahora la caricatura de Chucky, el muñeco diabólico…
Pero el tiempo pasa, muy rápido, y resulta que la cría ya es mayor de edad. Y ya no hace tanta gracia, ya no es tan inocente, tan pura en su verdad de salvar al mundo. Y ha evolucionado, sin sorpresa, en ser más repelente, más gritona y tener unas inmensas ganas de protagonismo como sea. Y lo más importante, al ser mayor de edad se abrió la veda para decirle de todo. Es duro pasar de ser la heroína de moda a estar demodé. Disfruta ahora de ser detenida para salir en la prensa, y recuerda, en estilo cutre, a aquellas diosas de Hollywood que acababan decadentes, maquilladas burdamente y vestidas como jovencitas buscando atención sin querer aceptar que su tiempo había pasado.
Lo mismo está pasando con todas estas teorías woke con las que nos inundaron hace pocos años. ¿Quién se acuerda ya de los snowflakes? Pronto, toda esta época imbécil estará demodé. Y seguro que tendremos que aguantar otras imbecilidades, pero serán distintas, y si hay suerte, a lo mejor, un poco menos imbéciles.
Todos estos movimientos que pretenden retorcer la realidad en beneficio de unas minorías muy arrogantes están durando muy poco. Se aprovechaban de intentar callar a la gente con el asunto de la no discriminación, porque a la mayoría de la gente nos puede la imagen de ser buenas personas, ese “quedar bien” pero no ha funcionado. Mucha gente está enrabietada y habla, y dice lo que piensa.
Realmente, es sorprendente lo poco que duran. Recuerdo sectas así, con ideas muy retorcidas y estrictas, que duraron muchos años.
Por ejemplo, la secta de los Skoptsý (Castrados), una secta ortodoxa rusa, que se originó de la secta a la que perteneció Rasputin, los Jlystý (Flagelantes).
Los Skoptsý, cristianos ortodoxos extremos, llevaban su fe y su deseo de no pecar a amputar los órganos sexuales de sus adeptos, hombres y mujeres, para evitar tentaciones pecaminosas. Al principio, los amputaban a todos, pero después, les permitían tener dos hijos, creo, no sé si más, para no extinguirse.
Es curioso que eso de la moda trans en la que salen trans hasta debajo de las piedras me recuerde mucho a estas amputaciones rituales de estas personas totalmente enfervorizadas en su fe.
Los Skoptsý, que se hacían llamar “Palomas Blancas” supieron manejarse bien en el terreno de los negocios y eran prestamistas.
Tuvieron una gran influencia económica desde sus inicios. La riqueza de la secta se explica, en un principio, por el hecho de que su doctrina atraía a nobles y comerciantes de mentalidad mística que estaban desilusionados de los placeres carnales. El doctor en Ciencias Históricas Andrei Mashkovtsev cree que la razón del éxito económico y la implantación de la secta, radica en la doctrina ideológica de los Skoptsý, que recuerda a la ética del trabajo del protestantismo, que atrajo a representantes de la burguesía emergente en la sociedad rusa.
Mucha gente se unió a la secta para mejorar su situación financiera. Los castrados ricos daban beneficios en efectivo a los neófitos, les ayudaban a abrir sus propios negocios y concedían préstamos sin intereses.
"El rápido enriquecimiento de los castrados se vio facilitado por su estilo de vida ascético, así como por la falta de gastos para mantener a su familia", dice Andrei Mashkovtsev. De hecho, los seguidores de la secta, privados de la necesidad de dedicar tiempo y energía a las relaciones, podían concentrarse en actividades profesionales.
Incluso en Siberia, muchos castrados, que fueron exiliados durante la época de Catalina II, dirigieron negocios con mucho éxito, se dedicaron a la agricultura y mejoraron sus asentamientos.
Además, los industriales rápidamente se dieron cuenta de que la comunidad de castrados era una mina de oro. Los sectarios trabajaban duro, no hacían huelga, no bebían y no necesitaban apoyo social adicional: no tenían esposas ni hijos. Las ricas familias de comerciantes moscovitas de los Timofeev y Zhigarev se unieron a las filas de las “Palomas Blancas”.
Lo mismo ocurrió con ricas familias de San Petersburgo y otras ciudades. Obtenían muchos beneficios como prestamistas, y vivían en unas casas especiales, sin ventanas para no ser observados, como explica Dostoievsky en “El Idiota”.
Esta poderosa corporación comercial e industrial de castrados que extendió constantemente su influencia por toda Rusia, se originó en 1760 y duró hasta los años 20 del siglo XX, cuando fue prohibida por los soviéticos. Es decir, 160 años de secta de castrados. (Hubo alguna aparición marginal posterior en los años 70 y en los años 90 de pequeños grupos de tarados, pero sin influencia real en la sociedad).
Sin embargo, la secta de los castrados actuales, afortunadamente, parece tener poco futuro.
Es curioso, porque tanto los Skoptsý como los Woketrans proceden de la cultura protestante, del extremo puritanismo, y hay coincidencias entre sí: al no tener familia están al servicio de su secta, o comunidad de activistas.
Además, el hecho de que muchos se unan al movimiento tiene que ver con que esperan obtener un beneficio (de pertenencia a una comunidad o tribu y económico) y mayor poder sobre el resto de la población, el dirigirnos a todos. Cierto que los Skoptsý prohibían las relaciones sexuales y estos nuevos sectarios son todo lo contrario… Pero con los órganos sexuales amputados tampoco hay sexo, al menos en el plano físico, de pajas mentales a saber.
Hasta en el peinado se parecen los Woketrans a los Skoptsy, con un flequillo corto y una media melena que hace furor entre lesbianas sectarias, nekanes y transcamioneros de tutú rosa.
Pero, a pesar del fervor que le ponen actualmente (y el intento de influir y apoderarse del poder), no menor que el de los antiguos castrados, hay una diferencia sustancial: El poco amor que le tienen al trabajo.
Eso ha sido un cambio sustancial en las sociedades protestantes que lleva a su decadencia más rápida. Que de construir industria sólidamente, con total puritanismo, han pasado a construir pajas mentales, con total puritanismo también.
No deja de ser curioso tampoco, que los herederos occidentales de la URSS, sean quienes tanto benefician lo Woketrans, cuando la URSS prohibió a los Skoptsý.
Y en este furor de héroes de nuestro tiempo, de plástico rosa y activismo, pero poco estajanovismo, como siempre, los pocos transexuales de verdad esos que siempre hubo y hay, (algunos con disforia de género y otros hermafroditas), son los que se llevan la peor parte. Cuando la ola trans pase de moda estarán como Greta, a verlas venir, peor que antes de los días de gloria.
Héroes de nuestro tiempo, como ya ironizaba Mijaíl Lérmontov sobre los héroes de su tiempo, que nunca han sido tan héroes ni ejemplares. Incluso Gagarin se rompió la cara saltando por una ventana huyendo del marido de su amante en una escena ridícula, lo cual le ha valido seguir siendo héroe, aunque un poco menos ejemplar.
Pero los de ahora duran mucho menos en la admiración popular, son de ser devorados como fast food y tirar al cubo de la basura, por supuesto, para reciclar, que para eso somos ecorresilientes.