receta elderlyana
que de seguro
interesará a
Casilda D. Mente
En primer lugar, dejaremos listas las
vieiras, ese raro tesoro escondido en las horribles conchas de peregrino
compostelano (pecten jacobaeus), afeadas por añadidura en su carácter de
símbolo de religiosidad ovejuna y souvenir turístico. Si se atreven, abran las
vieiras con un cuchillo, pegando bien el filo a la parte lisa de las conchas
para evitar desfigurarlas o hacerlas trizas. Límpielas bien y conserve el
tronco central, desprendiendo esa especie de gorro frigio clitoridiano que,
huelga decirlo, también se puede comer. Una excelente manera de atraer a los
niños a la cocina consiste en encargarles pequeñas tareas divertidas como
limpiar mejillones o calamares o despellejar los contramuslos del pollo, y qué
mejor manera de hacerlo que recompensarles con esos restos que vamos apartando
durante nuestras tareas. Por nuestra parte aconsejamos comprar la carne de
vieira ya preparada en esos cómodos establecimientos de productos congelados,
consiguiendo excelentes resultados. A
continuación podemos dejar marinando la carne de vieira en vino blanco, cosa
que desaconsejamos para no malversar su estupendo sabor.
Para preparar la vinagreta de piparras (o
guindillas vascas, con perdón), las sacamos del frasco (suelen venir en
vinagre), las metemos en un recipiente e incorporamos un chorrito del vinagre
que traen con ellas para aprovechar el regusto de la guindilla y le pasamos la
batidora. A medida que batimos vamos incorporando un poco de aceite, no mucho,
para obtener la vinagreta. Por último, pasamos por el colador el resultado y lo
apartamos.
En homenaje a las nuevas tendencias de
vanguardia, vamos a aventurarnos con lo que hemos denominado "polvo de
jamón". Secamos una loncha de jamón serrano en el horno a la que hemos
quitado la grasa. La introducimos a una temperatura de unos 200ºC y cuando
veamos que empieza a secar (no más de diez minutos, por favor) la sacamos. Por
favor, cuídense de que el jamón no se torre, sáquenlo antes de que pierda su
característico color rojizo y obtengan a cambio de su dinero una dura lengua
carbonizada. Corte la loncha en trocitos con una tijera y métalos en un
molinillo de café. Apriete el botón y tras unos instantes obtendrá el polvo de
jamón. Otra alternativa puede consistir en coger una punta de jamón ya dura y
pasarla por un rallador, pero no tiene tanto encanto ¿verdad?
Ponemos una sartén a calentar con una
gotita de aceite y vamos incorporando las vieiras cortadas a lo largo en dos.
Se van dando la vuelta y se sacan casi inmediatamente. Emplatamos encima de la
vinagreta de piparras. A continuación espolvoreamos el jamón o bien metemos una
cucharada del polvo de jamón en un poquito de aceite, removemos y lo echamos
encima de las vieiras. Que ustedes lo disfruten.
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