EL ERROR DEFINITIVO DEL VICTIMISMO





Socaire de consideraciones inspiradas por el libro LA DERROTA DEL VENCEDOR de Rogelio Alonso.



Está bien rasgarse las vestiduras por los muertos del bando republicano enterrados en Cuelgamuros como parte de la farsa de reconciliación/"redención" por el trabajo del antiguo régimen pero no escandalizarse por la presencia de abertzales en homenajes a víctimas de ETA (abertzales que, "en el colmo de la generosidad", bastante hacen con asistir a un acto en memoria de quien, "si ETA lo mató, por algo sería"...) ¿lo está igual de bien?

Complicidad de casi todos, incluyendo las asociaciones de víctimas que han justificado las políticas del PP continuistas de las del ZPSOE. Si las víctimas lo consideran aceptable, pues todos contentos ¿no?

GAL, en su contexto: PSOE próximo a Saddam cuando era aliado de Occidente y con el PRI como referente modélico. ¿Repetir excepcionalismos socialdemócratas como los de Helmut Schmidt contra la Baader/Meinhoff, sin olvidar el debut contrasubversivo de Weimar a cargo de Gustav Noske? ¿Empatía real con los muertos por ETA o disputa mafiosa por zonas de influencia y poder?

Coherencia abertzale en tanto que actúan fieles a su condición de no arrepentidos ni renegados ni conversos en contraste con las contradicciones de buena parte de las asociaciones de víctimas donde la única coherencia está en los muertos, por su condición de tales, y en los sectores minoritarios de supervivientes y familiares que no han hecho la menor concesión accidentalista para adaptarse a los partidos que se supone los representan y que, en realidad, los traicionan. Especialmente significativas son las menciones a Mª del Mar Blanco a lo largo del libro.

La noción de DDHH no es neutra. En un momento determinado, como estrategia y aprovechando el aluvión de conversos procedentes de la izquierda hacia el neoliberalismo y la llegada del papa Wojtyla, Reagan tiene el acierto de usar la baza derechohumanista para ejercer presión contra el adversario y así, tanto el sindicato SOLIDARNOSC como la oposición al sandinismo (especialmente la vinculada a la contra y más encuadrada con los intereses usacos) como disidentes de la URSS serán defendidos por los gobiernos neocon y algunos socialdemócratas derechizados por las nuevas circunstancias postmodernas en nombre del derechohumanismo. Este amparo de las víctimas por la derecha en nombre de los mismos conceptos defendidos por la progresía onusina/tercermundista y gauchoatlantista comienza a diluirse tras la caída del bloque soviético ante la asunción de nuevas realidades (conflicto balcánico, degeneración del yeltsinato hacia derroteros incontrolados que desembocarían en Putin, represión y psicodrama mandelianos en Sudáfrica para evitar una radicalización a lo Zimbabwe de los nuevos actores políticos, síntesis estalino/hayekiana en China y su proyección creciente en Vietnam, dominó de populismos latinoamericanos a partir del chavismo...). En España, no obstante, con la llegada de Aznar y como reacción al quasi triple quinquenio felipista y su progresía institucional, se recupera (para el conflicto vasco) esta explotación reaganiana del derechohumanismo en consonancia con el reinicio de la guerra fría con el bombardeo de Belgrado (comandado, por cierto, por el socialista español Javier Solana) y la sacralización de Kosovo y Bosnia como herederas de las disidencias antisoviéticas de otros tiempos. La conjunción planetaria favorable a una estrategia antiterrorista dentro de la legalidad se incentiva con la pinza de Anguita y la extrema debilidad del PSOE de entonces (incluido su brazo mediático tras la muerte de Polanco), que, formalmente, se traducirá en posturas pactistas. Con la globalización antiterrorista occidental propuesta por Bush tras el 11S la conjunción se completa. Las víctimas caen entonces en la confusión/espejismo (hoy se repite la cosa con la oposición venezolana a Maduro) de ser percibidas como los berlineses amenazados por la bota soviética o los polacos de SOLIDARNOSC o los bosnios y kosovares "mártires" de los envites serbios. Incluso (su mayor error) jugar a Madres de Pza de Mayo (cuando éstas en buena medida eran proabertzales y bastante poco reaganianas). Olvidan la percepción eterna, la que había en la transición y que se mantendría latente pero no muerta a lo largo del tiempo, y que realmente es la más certera cara a lo que vendría después, los lazos con el franquismo, el perfil "pied noir" y/o unionista a lo Ulster e incluso residuos afrikaners post/apartheid o de colonos israelíes, su aura de "contras" frente a la "excelencia" insurgente, pero todo ello emasculado de violencia en un masoquismo civilista que acabó por demostrar que la hibridación de un "pied noir" con la Madre de Pza de Mayo es letal para quien la practica cuando el deus ex machina (en este caso, Aznar y su política antiterrorista) cae. Internacionalmente, el discurso derechohumanista clásico, progre y centrífugo, ha logrado engullir al intento reaganiano a partir de Bosnia y Kosovo, de la justificación de las subversiones ¿islámicas? a los panarabismos autoritarios (Libia, Siria, primaveras árabes...), del maidán de Kiev... Hoy sigue habiendo una situación en el Ulster de tablas si comparamos la incidencia y fuerza unionista con los residuos "constitucionalistas" vascos, hoy sigue existiendo el separatismo centrípeto rusófilo (Transnistria, Donbass, crescendo en Balcanes y Mitteleuropa de acercamiento a Moscú), hoy Chechenia es la antítesis de lo que fue cuando llegó Putin al poder, hoy el eco "pied noir" está más vivo que nunca con la consolidación del lepenismo en clave gaullista pero todo ello es posible por la llama reservista y no victimista de estos fenómenos. Incluso, si comparamos la situación del teatriyo catalán a partir del 155 con la historia del País Vasco (salvo el breve momento del Espíritu de Ermua), hay una actitud reservista de plantar cara más allá de tutelas de Madrid en los sectores contrarios al independentismo que se mantiene incluso con el cambio de gobierno central (me atrevería a decir que la actitud "arbitral" de Sánchez potencia la autonomía de movimientos de los españolistas, recordando en parte el papel de Londres frente al conflicto del Ulster): se me dirá que en Cataluña no hay una violencia como la etarra pero creo que, si en el País Vasco se hubiese desarrollado ya desde el tardofranquismo una cultura reservista seria (no rehén de espasmos ultras ni de guerras internas de la Inteligencia española) como los unionistas en el norte de Irlanda, incidiendo en su condición de ESPAÑOLES y no de víctimas, hoy no se verían momentos tan surreales como el reciente encuentro francés donde el ministro macronita hace depositarios de la memoria de las víctimas de ETA por esclarecer a Sánchez y a Urkullu (ambos socios, en mayor o menor medida, de lo abertzale). Realmente, ha de considerarse el completo ostracismo de los muertos españolistas y de las fuerzas de seguridad estatales provocados por ETA y su sadomasoquista digestión/abandono por sus victimarios y sus cómplices como la consecuencia de un grave error de estrategia por parte de los mismos. Tal vez si la tensión en Cataluña se recrudece, los contrarios al independentismo tengan esto como lección a recordar...

Tras una explosión volcánica, el suelo es más feraz y las cosechas se desarrollan mejor: tristemente, la sangre y la represión parece que fomentan a posteriori el "desarrollo" en el plano sociopolítico. El País Vasco actual (la comunidad más funcional de España en cuanto a desarrollismo y tecnocracia) me hace pensar en el franquismo de los 60 y primeros 70, con su auge del turismo, su boom cultural, su escapismo jocoso (las comedias de Sáenz de Heredia con Manolo Escobar o Martínez Soria ahora son OCHO APELLIDOS VASCOS y las series de A3 en esa línea -y aquello fraguista de SONRIA, POR FAVOR hoy se traduce en ese afán vasco de HACER UNAS RISAS-). Hay una diferencia: frente a los "resentidos" irreductibles al tecnofranquismo (tan bien ejemplificados en el Max Aub de LA GALLINA CIEGA o en Bergamín) iba surgiendo esa entidad amorfa de la progresía como oposición "oficial/oficiosa" al abrigo de los papeles baleares de CJC, de los ecos sesentayochistas (anticomunistas tanto en París como en Praga, recuérdese, con el socialdemocratismo dubcekiano por una parte y, por otra, el maoísmo antisoviético que tan bien supo aprovechar el tándem Nixon/Kissinger para su apertura al Este -por cierto, el mismo tándem que se cepilló a Carrero, por antiusaquismo y veleidades gaullistas, con mano de obra etarra-), de la nouvelle vague, de la vanguardia plástica, del boom latinoamericano y la gauche divine. Por lo dicho en el párrafo anterior, hoy la sociedad vasca es, en comparación, más monocolor en cuanto al consenso nacionalista y la ausencia de españolismos (desaparecidos por el escotillón tras la etapa aznariana) que, de haberse mantenido, hoy podrían crecer como resistencia sociocultural en conexión con las realidades emergentes en Europa (neolepenismo, neoliguismo italiano, orbanidad hüngara y el crescendo de Visegrado, rusofilia en relación sobre todo con las situaciones del Donbass y el Cáucaso, por no olvidar la figura de Trump -en sus perfiles más bannonianos- como primer representante usaco de los que no salen en la foto "políticamente correcta"), en vez de apostar todo por caballos perdedores "constitucionalistas" (agitación mediática losantiana cada vez más a la baja y su ya defenestrado paraguas aguirrista, el bluff upedeo -ya detectado desde el minuto cero por Mikel Buesa, padre del Espíritu de Ermua- o la fe masoca en el perfil bajo pepero y el casuismo riverista -prácticamente ausente de la cosa vasca-) o soñar con un momento dorado aznariano que nunca volverá.

Ultima consideración: este libro, publicado por la importante y prestigiosa Alianza Editorial en este 2018, y que no deja títere con cabeza en cuanto a las colusiones de ZP y Rajoy con los intereses abertzales y la desarticulación de la ofensiva antiterrorista aznariana (aunque guardándose bazas “incorrectas” como la profundización en el 11M y el extraño caso de Isaías Carrasco como copia de Miguel Angel Blanco que ETA “regala” a Zapatero para robarle votos antiterroristas al PP en las generales de 2008 -seguramente la muerte más retorcida de la saga etarra junto con la de Carrero, por el trasfondo de ambas-), ha de tener algún sentido que supere el mero lamento testimonial y sólo se me ocurre el de crear un estado de opinión en torno a un partido (¿Cs? ¿el VOX aupado desde Vistalegre?) que rompa la tónica denunciada contra PP y PSOE o, visto el consenso en torno al 155 en Cataluña, tomar este espejismo como expectativa de una recuperación de músculo “constitucionalista” en el País Vasco. Desde luego, no hay la menor relación con la realidad (¿se podía sospechar el autor la llegada de Sánchez a Moncloa?) y el nacionalismo vasco, mucho más que el tecnofranquismo, está ATADO Y BIEN ATADO. Solamente cataclismos procedentes del extranjero (especialmente, relacionados con lo anglo-gaélico-sajón, siempre tan cercano al mundo de la ikurriña) podrían ser el equivalente al atentado de la calle Correo para el fugaz relajo franquista en el desarrollo y la tecnocracia. Ya no hay más que EXXXpaña, con X de dimisión y autotraición y errores con efecto boomerang. Sólo de fuera (jo, suena un poco “colabo” esto aunque, si exceptuamos al cazurro Viriato, siempre ha sido así la cosa) vendrán las soluciones a un problema de España por el momento irresoluble.