SOLO EL HOMBRE EVOLUCIONADO ES REALMENTE REVOLUCIONARIO porque sólo él es CAPAZ DE ACTUAR DESDE LO MAS PROFUNDO DE SU NATURALEZA, desde su esencialidad generativa. Ese ACTUAR REVOLUCIONARIAMENTE en el mundo es uno de los frutos de la GRAN REVOLUCION: la consistente en REALIZAR LA EXPERIENCIA TRANSFORMADORA INTERIOR QUE EL HOMBRE ESTA LLAMADO A LOGRAR. Cuando este HOMBRE TOTAL ejerza de tal, lo hará revolucionariamente, y no solamente en lo concerniente a los FINES, sino también en lo referido a los MEDIOS.
El HOMBRE ORDINARIO –no transformado-
NO SE NUTRE DE AQUELLA ESENCIA –de aquella AUTENTICIDAD- sino de una
RACIONALIDAD ELEMENTAL forzada a actuar en el mundo según ESQUEMAS MENTALES
CONDICIONANTES. EL HOMBRE ELEMENTAL, LIMITADO POR SU INCOMPRENSION DE LA
IDENTIDAD E INTERACCION ULTIMA DE TODAS LAS COSAS, actuará lastrado por toda
clase de dualismos de bajo rango: dualismos burdos, inútiles siquiera para
conducir, a través del hipotético y selecto procedimiento del NIHILISMO
VITALISTA, hacia superaciones integradoras dado que esta última vía requiere
una predisposición cada vez más infrecuente y porque además esos dualismos han
logrado convertirse en mitos referenciales y de autoafirmación para una
burguesía cada vez más necesitada de terrenos sólidos que caminar pero también
de “ocios” y “vías de escape” más y más intensos…
Moralismos
gruesos, contradictorios e insostenibles por hombres de pulido refinado son hoy
enarbolados con rufianesca suficiencia y debidamente divulgados por los
habituales creadores de “opinión pública”; fobias y filias de marcada
raíz psicótica son esgrimidas triunfalmente como rotundo argumento por los
diversos humanismos subhumanizantes.
El
HOMBRE-MASA, permeable a todo eso, carece de intuición para lo elevado, para lo
noble, para lo heroico, para lo que se halla más allá de sí mismo, y, por esa
misma razón -recordando un aforismo nietzscheano-, tiene en cambio siniestros “sentidos
para actores y comediantes de grandes cosas…”. Incapaz de aspirar a la
verdad aspira sólo a la “libertad”.
Cuando un hombre como éste se involucra en pugnas en las
que se sustancian cosas decisivas cabe prever con espanto lo que sucederá…
¿hará falta acudir a la historia de las revoluciones políticas para verificarlo?