TRANSMUTACIONES
Por
Takla Makan
PRIMERA TRANSMUTACION
Tarde de
octubre, sabatina y nublada. Muy cerca del Parque del Retiro, en Madrid.
Despacho (ocasional consultorio, también) de un médico especialista en medicina
laboral –jubilado hace tiempo- :
-¡Al
derechista se le supera por su derecha…!
¡Al
izquierdista por su izquierda…!
¡Al
liberal por su liberalismo…!
¡Al
anarquista por su anarquismo…!
¡Al
anarcosindicalista por ambos flancos…!
¡Al
comunista le supera la revolución…!
No iba
desencaminado el viejo médico…
Mirándome
por encima de sus gafas preguntó:
-¿Y
al revolucionario? ¿Quién le supera?
Respondí:
-¡Al revolucionario le supera el Santo, el
Místico!, pero esa es otra historia…
-¡No,
no, continúa, continúa, me interesa…!
Continué:
-En realidad, el único Revolucionario es el
Santo; respecto de él todos los “revolucionarios” no son sino
reformistas –en el mejor de los casos…-. Y no, no es “otra historia”
sino LA HISTORIA. De hecho es la auténtica historia. El ser humano tiene
un origen y un destino: procede del Infinito (llámalo Dios, Allah, la Mente
Búdica Universal…) y a Él vuelve. Origen y destino son una sola cosa. La clave
reside en experimentar como hombre esa identidad esencial y desarrollar su
perfección hasta superar su condición únicamente humana y sobrehumanizarse. En
el fondo, éste es el objetivo que
persiguen todas las tradiciones espirituales y, para lograrlo, se sirven de
métodos sustancialmente idénticos. El fin último es la transmutación. El Santo
ha realizado esa verdad; ha hecho efectivamente la Revolución: la más difícil,
la más grande… la verdadera; aquella desde la cual deberían surgir y
desarrollarse todas las demás: religiosas, ideológicas, culturales, políticas,
económicas… La Revolución comienza, evoluciona y finaliza en el interior del
hombre y después irradia hacia el exterior. No hay, pues, otra opción: o
Revolución, o estafa reformista. El Santo conoce –en esencia-: personas, cosas,
situaciones y circunstancias;
experimenta la identidad de todo; su motivación será pura, su acción
desinteresada, su alcance largo….
El médico
sonríe en silencio y asiente. Su gesto me dice que para sí piensa: “¡Vaya, vaya…!” o “¡Así
habló Zaratustra!”.
La arenga
tuvo sus consecuencias, pero… ¡esa sí que fue otra historia…!
SEGUNDA TRANSMUTACION
Existen tres
clases de personas: las que buscan la verdad, las que huyen de ella (porque en
el fondo la intuyen y la temen) y las que, por ser incapaces de intuirla, ni la
buscan ni la temen. Las primeras son una minoría microscópica, las segundas una
minoría sólida y consciente y las terceras una masa amorfa en manos del tipo
inmediatamente anterior.
La cuestión
queda así básicamente planteada.
Ahora bien,
¿qué es la VERDAD? La VERDAD es aquello esencial –nuclear y constitutivo- de
todas las cosas.
La buena
noticia es que a esa ESENCIA se puede “acceder” por virtud de ciertos
procedimientos, y que –siendo esa ESENCIA lo único realmente existente- una vez
realizada supone la comprensión instantánea de nuestra auténtica naturaleza, de
nuestro ORIGEN y de nuestro DESTINO.
La mala
noticia es que, si bien es cierto que el ansia de búsqueda puede despertar o
ser despertada en cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar,
no es menos cierto que el tipo humano imperante es el más degradado y, por
tanto, el menos dotado para lograrlo; y es el más degradado porque es el
producto de una ideología SUBHUMANIZANTE y, el menos dotado, porque está
condicionado a obtener SATISFACCIONES, no REALIZACIONES; a retroceder, no a
avanzar.
Si el fin
del ser humano (categoría en la que no incluiríamos al HUMANISTA HOMBRE
ECONOMICO actual) es la SOBREHUMANIZACION (la realización de la VERDAD, en
definitiva), el fin de toda comunidad evolucionada sería proporcionar a sus
miembros los medios necesarios para alcanzarla.
En el
futuro, en una época muy diferente a la actual, todo esto será desarrollado por
un tipo de hombre superior y constituirá el corazón de la verdadera CIENCIA
POLITICA.