SUCIEDAD
PENDIENTE
por Beatriz Alonso Aranzábal
En qué momento de la educación de
su niña habían empezado a equivocarse fue la pregunta que enfrió la navidad y
calentó el verano. Salieron a relucir antepasados golfos, parentela holgazana,
posibles alteraciones genéticas, y se llegó a mentar la guerra civil. Por el
otoño, un espeso manto de reproches había cubierto la casa. Cuando llegaron las
tradicionales campanadas de fin de año, la niña, recién cumplidos los
cuarenta, anunció que se iba de casa. La hojarasca, acumulada en los rincones,
empezó a desvanecerse antes de que sacaran las escobas.