PRESENCIAS...




...que acompañan el devenir de nuestra soledad. Que enjugan en su suave cotidianeidad, eco onírico y accesible (¿con un deja vu -afín a la par que antagonista- de las querencias mímicas mostradas en L.A. CONFIDENTIAL?) de los tabúes de la vigilia (cuaresma hecha de negaciones compartimentadas, de cicaterías solipsistas, tan ajenas al amor libre de otrora, hoy sólo concebible en la repleta nada de los sueños), nuestro vía crucis de náufrago de chiste, con su isla monoplaza y su palmera reseca. Triples, cuádruples, quíntuples vidas paralelas, jardines polígamos y comunales entre Utah, Cefalú y Death Valley, donde cada flor es única y nunca intercambiable, en tanto que soberana de su propia ultrarrealidad, que a veces interactúa con otras por esas paradojas osmóticas y coloidales del subconsciente. Presencias, sí, que nos desmutilan de esa sensación de orfandad que sólo por fugaces momentos nos ha abandonado y cuyo prurito constituye, en su necesidad de apagarlo, el alfa y omega de nuestra sexualidad, siempre y orgullosamente inmadura.









CIBERDIOSAS (2 TRANCES)


1


Descubrí a la dulce Victoria Raye en un foro usaco de estos incestuosos (aparte de por algunas consideraciones conceptuales que concuerdan con las leyes de mi deseo, me gustan estos foros porque en ellos suelen abundar las bellezas casuales, cotidianas, muy next door, antípodas de la rutina porno troquelada a base de fitness, silicona y pasarela que tanto me repele). El juego habitual de quienes cuelgan cosas aquí es hacer pasar a la modelo por alguna parienta (madre, hija, prima, hermana, suegra...): en alguna rara ocasión son fotos auténticamente incestuosas, por lo general se trata de material reciclado a su vez de webs de voyeurs y exhibicionistas amateurs. En el caso de Vicky, el responsable del hilo la hacía pasar por su hermanita pechugona (“little sis, big chest”) y, al ser imágenes de una primeriza, tomadas en plan muy casero, daban bastante el pego. Tiempo después, un posteador avisó que en realidad la chica era una profesional del ciberdestape y señalaba un link a su web de pago (hoy desaparecida). Y aquí la cosa empezó a ponerse mucho más tórrida, con las previews de clips y las fotos de muestra de alta calidad.

La razón subjetiva que me llevó a quedar tan impactado con la dulce Victoria se halla en su asombroso parecido (pero lo que se dice clónico, univitelino –al menos, es lo que mi memoria me dice-) con alguien a quien conocí allá por el 91, alguien de singular nombre e ilustre apellido, alguien que tal vez (lo he llegado a pensar mucho después, cuando it’s too late) me ofrecía más de lo que yo pude concebir en ese momento y a quien seguramente acabé ahuyentando con algún bufido misantrópico.

Ya metido a investigar, descubrí en torno a la dulce Vicky varios grupos de adoradores y, tiempo después, nuevas webs, ya no dedicadas exclusivamente a ella, en donde las espléndidas sesiones de posado (con tendencia a recrear motivos góticos, halloweénicos y vampiréllicos) y videoclips temáticos al aire libre con un cierto regusto meyeriano de su primera web daban paso ahora a una creciente explicitud en detrimento de la imaginación (videochats, sesiones de aseo y aceitado y bailecitos frente a la webcam) solventada por la rotunda presencia de la chica. En foros como Forumophilia, Planet Suzy o Kitty Kats es fácil que os topeis con las pródigas hechuras de la siempre afable Victoria Raye.










2


Una de las primeras ciberdiosas que descubrí en la red, allá por octubre del 2000. Era la webmaitresse, estricta gobernanta, de un espacio llamado INIQUITY INCORPORATED con aires entre góticos, lésbicos y sadomaso (básicamente me interesaba lo segundo –de hecho, descubrí la web a través de un portal, hoy desaparecido, dirigido a público femenino homófilo-). Había fotos sólo de ella (una cantidad ingente: en exteriores, interiores, cuartos de baño, atada con cuerdas, teñida de platino o de escarlata o de azabache, en su diminuto y soleado dormitorio, en desiertos de tierra resquebrajada, en habitaciones oscuras, emulando al pensador de Rodin, escalando unas rocas, posando con sedas, con frutas, con gesto afable o con mueca displicente, acogedora en este plano y hostil en el siguiente, a veces muy femenina y a veces muy marimacho, siempre hipnótica –algo en su mirada me recordaba a ese inquietante actor, Ian Holm, el androide de la primera entrega de “ALIEN”-). Había poemas y cuentos oscuros subidos por los invitados. Había una galería especialmente desasosegadora (fotografiada por un tal Eric Kroll, especializado en sesiones teñidas de morbo) donde Persephone con una amiga jugaba a las cartas, las dos desnudas salvo por unos hierros ortopédicos en las piernas, en plan el “CRASH” de Ballard (siempre llevaré marcado en mi córtex ese clímax tribadista en el haiga de Holly Hunter y Rosanna Arquette...). Lo más inquietante es que tiempo después tuvo un accidente de moto y las nuevas fotos recogían su recuperación, pasando de la performance a la dolorida realidad. Llegué a enviarle un texto en mi balbuceante inglés con ecos de los cuentos góticos, sáficos y orlandianos que acababa de subir a mi recién nacida web: jamás lo publicó (supongo que con toda la razón –yo mismo ni lo conservo-). Ya que he sacado mi vena orlandiana, me excitó mucho el usar “MADAME HYDRA” como nickname para acceder a sus dominios y poner “female” en la casilla dedicada a género (pensaba que así estaría más cerca de mi anfitriona, que ella se interesaría más por mí). Hoy su dominio ha desaparecido así como su entrañable presencia de súcubo. Muy pocos recordaremos que hubo una vez un espacio lleno de magia y misterios de la carne femenina (esa femineidad transgresora y terrible que siempre nos recuerda a Lilith, la primera novia del Adán bíblico y futuro germen de todos los diablos). Siempre que repaso sus fotos me viene a la memoria cierta frase que leí en una pared de la Facultad de Políticas de Somosaguas una mañana que repartía mis revistas corazonescas: LAS CHICAS BUENAS VAN AL CIELO, LAS MALAS, A TODAS PARTES”.










Brindo con mi copa imaginaria por todas esas presencias. Por Amanda, por Miki Ekaterina, por Wenona, por las mentadas Persey y Victoria, por aquella primeriza Sexy Simple (imago joven y descocada de Eva Arguiñano) hoy también evaporada de la red, por la diminuta y extrema Kitten (diosa de bolsillo para devotos de lo anómalo), por aquella cara sin nombre que detonó una de mis últimas mejores canciones, por esa espléndida belleza de rasgos italojudíos llamada Amber Dawn, o por Faith y su perverso aire entre sonámbulo y empollón...