Ocurrencias


Andrea Byblos




Un escenario apocalíptico: El gas natural deja de ser distribuido por Rusia, los precios del gas suben, se dispara el carbón y las renovables no producen suficiente energía. Bueno, quedan las nucleares, o no. Muchas han sido desmanteladas o están en el punto de mira para ello.


Bueno, en realidad, los rusos no han cortado el gas, pero pudiera suceder. Todo es crear la situación en la que las relaciones se fastidien más que en la guerra fría, algo no tan improbable dada la supuesta autoridad moral europea, que se cree más infalible que el Papa, sobre los asuntos de Rusia,


Pero lo sabroso de esta historia son las ocurrencias, es decir las ideas de las mentes pensantes, que dirigen, nos dirigen.


Porque no son ni ideas poco documentadas. Son ocurrencias, ocurrencias de 4 amiguetes inútiles que se reúnen a ver unicornios de colorines. Como ejemplo, Bruselas.


Para el año 2035 quieren que todos los coches sean eléctricos. Y la electricidad para alimentar a las fábricas, los hogares, servicios diversos y ahora coches saldrá de… Sí, bueno, eso…


Es que… las Centrales Nucleares deben ser desmanteladas, las Centrales térmicas que queman carbón también, y las que queman gas… Pues hacer más centrales de gas. Gas que Bélgica no tiene y depende del ruso, sí ese ser maligno al que hay que acusar de todo, pero sin el que los inviernos pueden ser congelados. Y no sólo los inviernos… La industria, los servicios, los hospitales, la alimentación. Y lo que ello conlleva en términos de gente que va a pasar mucha necesidad, en términos de pasar a ser todos precarios, como en la posguerra.


Es como la canción folclórica María de la O que dice “María de la O, qué desgraciadita, gitana, tú eres, teniéndolo to”, porque teniendo de todo, lo quitan para poner en marcha una utopía sin pensar si la utopía va a funcionar sin todo eso que quitan.





Una ocurrencia tras otra en una carrera de coches locos con Penélope Glamour, a ver quién es el más estúpido. Es la consecuencia de la política de gestos, de hacer un gesto así como muy guays y comprensivo y seguir agarrado a la poltrona sin solucionar ninguno de los problemas y creando otros. Cuando ya están con el agua al cuello se les ocurre otra ocurrencia para intentar paliar los efectos de la primera ocurrencia, pero como son ocurrencias terminan siempre malamente.


Un termómetro del cabreo que a la gente le da lo de las ocurrencias suele ser los comentarios en los periódicos. Allí se suelen explayar y puedes percibir como sienta una determinada noticia a un sector amplio de la población.


Los han quitado. Han quitado los comentarios de la gente en la prensa. No vaya a ser que se creen grupos de opinión, que la gente exprese su rabia y voten a aquellos, que se supone, no hay que votar.


Mientras con las ocurrencias como leyes cabrean a la gente hasta el infinito, por debajo, aunque lo callen, aparece el runrún de la vida real, de lo que ocurre cuando la gente se tiene que callar y aguantar lo impensable y ve amenazado su futuro: la reacción, la reacción que empieza desde abajo, como un murmullo insistente. Eric Zemmour, que en Bélgica lleva años siendo tratado como un apestado, arrasa en Francia. Y en la humilde Valonia, contraria al Vlaams Belang, acaba de aparecer el primer partido de ultraderecha que se llama Chez Nous, inspirado, precisamente, en el Vlaams Belang.


Es la saturación de ocurrencias lo que lleva a gran parte de la gente a estas reacciones de acercamiento la ultraderecha impensables hace 30 años, cuando aún se pensaba con ideas fundamentadas y no con ocurrencias.


El invierno va a ser frío, pero se adivina caliente. No por la calefacción, precisamente.