LA CARA COMO ESPEJO DE... OCCIDENTE







Esa fijación occidental de deformarse quirúrgicamente el rostro por mor de la belleza (una belleza nunca apreciable para el espectador, que más bien se topa con imágenes teratológicas) o de la bulimia de género (primer paso a la bulimia de dimensiones que pretende ofrecer el espejismo cibertranshumano) no me resulta muy diferente a esos decadentes cánones de belleza que en cul de sac eternamente "primitivos" (congelados en una aporía terminal) exhiben labios como platos, cuellos de jirafa, craneos de calabaza violín, etc, etc. Es el símbolo más evidente de que en Occidente se pone el sol también en el plano estético.



Por contraste, la fijación de algunas japonesitas por redondearse los ojos para parecer más occidentales (en realidad, más manga -algo estrictamente nipón, porque lo occidental en cánon de imagen infantil tiene más que ver con la grimosa tridimensionalidad Disney/Pixar-) las transforma pero no las deforma. La belleza se mantiene aunque, si pensamos en una ecuación de ojos redondos con Occidente, la cosa es bastante relativa: no hay tantos ojos manga (a bote pronto, pienso en la componente más grácil de MENTES CRIMINALES -la juncal Jennifer Jarreau, trío de jotas-, en la buena de AMELIE, o en el recluta más oscuramente bello que pasó por Vietnam con un reloj en el culo y una ruleta rusa pegada a la sien) aunque sí ojos redondos desagradables (botones batracios de muñeca cutre, mirada vacía que inspiraría a un Lovecraft sus peores pesadillas iguanoides -y que suelo situar en el paradigma de esa sobrevalorada trepa llamada Penélope Cruz-) pero buena parte de las miradas más imperialmente occidentales no tienen nada de redondo (ahí la mirada leonina de John Wayne o el desdén ojicaído de la Thatcher o la agresiva luminosidad de Sinatra o el rasgado desafío de quien fue considerada la más bella con o sin zapatos). Y acabamos llegando a la paradoja mayor, que la mirada que más mangas ha inspirado sea la de una eslava considerada criminal por sus ex/paisanos prooccidentales y el símbolo femenino más detonantemente hermoso del rechazo al espejismo de las tierras en las que el sol muere cada día.