THE LEFT HAND
EL SEXO DE MICHEL CON LETRA ENTRA
Ejeculación justa (o,
por mejor decir, justina), eyacución sadomítica interrupta del Ser
Supremo, jugar a los médicos y así dar paso al nacimiento de la clínica (previo escarceo por una indigestión largamente divanada en la piscina donde los dogmadores
se zambullen en caramelos de mentes),
ahogamiento entre números que subdividen reglas lúdicas hasta el paroxismo
infinito (oh, audaces
taxistas de lo taxonómico), atención a
latencias gayerófobas (tal
vez vindicadoras subconscientes de una homofilia maospartana) que sólo
pueden trascenderse y dar su fruto desde la solidarnosc
arstillera destripadora de papisas o (aún mejor!!!)
desde la comunión místicolectiva y (¿más?)turbante
con Allahtustra (no
confundir con Alatriste), combate ritual con final feliz (porque la felicidad siempre pasa una factura
acorde con la intensidad de lo gozado)...
A suivre (¿o
habrá que conformarse con las hagiografías de
Procusto, con los maquillajes funerarios, con los
afeitados de cuerna con que se pretende desde décadas hacer encajar a su poesco demonio de la perversidad en los acolchadamente
férreos engranajes de lo correcto?).
“Eli está enferma. Su
enfermedad convirtió la muerte en aporía, rescatándola de la consunción
irreversible y haciendo del Tiempo algo tan ajeno a la anécdota como pueden
serlo los colores para un ciego de nacimiento (quien, por supuesto, ve colores
pero desde la inmanencia, imposibles de ser compartidos con los presuntos
videntes –ciegos para todo aquello que los árboles ocultan-).
Eli gusta de emborracharse con
algo espeso y oscuro que parece vino y que tal vez no lo sea. Cuando se
embriaga, rosetas de rubor cubren sus mejillas y su palidez (siempre ensuciada
por el contacto con la realidad –esa realidad tan lerda a la hora de encararse
con alguien como Eli-) adquiere promesas de nácar.
Eli no tiene partes pudendas
(o, por mejor decir, toda ella es una parte pudenda –parafraseando aquel slogan
publicitario-). Entre las piernas guarda un bouquet de lilas secas a la espera
(como las ñoras, los tomates italianos o esas setas que venden los chinos) del
sustancioso caldo de empatía que las rehidrate.”
(autocita)
“Un cuerpo que
no es un envoltorio dispuesto a transformarse bajo la acción de una creciente
fuerza interna, sino que es una super1cie vibrante, luminosa, recorrida por
corrientes, que puede fulgurar como un dios o, irónicamente, propulsar fuera de
ella un animal, un payaso, un muñequito o una mandrágora.”
(Scherer & Hocquenghem evocando la mirada de Abel
Tiffauges)
Sólo en los
fines de ciclo se niega la
eternidad
“La política queer, si quiere seguir siendo queer,
debe ser capaz de vaciar lo queer de su
referencialidad y positividad, cuidando su tendencia a encarnarse de manera
concreta, preservando lo queer como una relación de
resistencia más que como una sustancia de oposición.” (David Halperin,
fragmento de “SAN FOUCAULT”)
traducción zurda (y, por
tanto, irreverente –como
todo lo hecho con la mano izquierda-) de la cita
precedente (con alusión devote´esima a la subversiva Albura Bees –esa chica tan quistosa y zumbona-):
Lo queer
será ANOMALO o no será (porque, de no ser ANOMALO,
con toda la gozosa ambivalencia polimorfa que sugiere el término, sólo puede
ser EMASCULADO, RESTRINGIDO, COMPARTIMENTADO, DIVIDIDO y, por tanto,
V-E-N-C-I-D-O, con sus correspondientes e irreversibles desenlaces de digestión
y excreción en el sumidero de la irrelevancia)