Rafael Narbona, escritor
“La rebeldía es
necesaria por una cuestión de higiene mental”
Por Esther Peñas
Rafael Narbona (Madrid 1963) comenzó a dar clase en 1996
(fue el número uno en aquella convocatoria). Ocho años después se le diagnosticó
trastorno bipolar. Sus problemas surgieron cuando decidió significarse
políticamente (comunista radical, se dice). Desde ese momento tuvo que soportar
amenazas (tan serias como que le cortaron los cables de la moto), insultos y
vejaciones. Venían de todos los lados, de los Hunos y de los Hotros, que escribiera
Unamuno.
Falto del apoyo decidido de sus compañeros, del amparo de
Tras el éxito de su blog, que cuenta con más de diez mil
seguidores, acaba de publicar ‘Miedo a ser dos’ (Minotibia),
una reflexión novelada sobre la enfermedad que lleva cosida. Su prosa recia,
por momentos líricas, de una gran fuerza plástica, cautiva. Su palabra aletea
adecuada para en el momento justo. Sin ambages, ni anestesias, sin adornos ni
florilegios, la historia sobrecoge.
Hermoso gesto el
que sea precisamente un alumno el autor del prólogo de ‘Miedo a ser dos’,
Javier ‘Nix’ Calderón.
Sí, fue un alumno del Severo Ochoa, en Alcobendas, del
curso 2003-2004, justo cuando sufrí una pequeña baja por depresión. Ahora es mi
amigo más íntimo. Hizo Periodismo, estuvo en Brasil, y acaba de regresar. Hace
grafitis. Su firma era ‘Max’, la de su hermano, que murió por una lesión
cardíaca, ‘Nix’. Él la adoptó para honrarle. Yo
también perdí a mi hermano mayor, a los 20 años. Nunca he notado mucho la
diferencia de edad entre él y yo, es casi como el hijo que no tengo. Publicaremos
juntos en breve un libro de cuentos sobre
¿Qué miedo paraliza
más, la amenaza de una crisis, la respuesta del otro ante la enfermedad, la
incomprensión y desafecto social..?
Desde 2010 no he vuelto a tener una recaída; escribir el
blog me he estabilizado. Lo he dicho en alguna otra ocasión, la escritura
literalmente me ha salvado la vida, me ha dado una estabilidad, una rutina. Sé
que la enfermedad está ahí de manera
constante, es una alteración bioquímica que afecta al sistema límbico, así que
me afectan los cambios de tiempo, de luz... En mi caso la depresión tiene más
fuerza que los estados de excitación; de hecho, tuve dos intentos de suicidio
en 2006. No pretendía quitarme la vida, sólo dormir más.
Es decir que ahora
atraviesa un periodo de cierta serenidad, eutimia, que llaman...
Estoy feliz con mi mujer, llevo una vida que me agrada,
escribo, leo, tengo muchos animales, no me distingo mucho de otro cualquiera,
aunque los demás no son capaces muchas veces de entender lo que significa tener
una psicosis maníaco depresiva, ahora llamada trastorno bipolar. No entienden
que hay momentos en los que no soportas la compañía de los otros, te aíslas, y
lo interpretan como antipatía, como falta de cortesía; no entienden que te
afecte tanto el cambio de luz, que puedas sentir claustrofobia, que hacer un
viaje te cause una angustia enorme... Lo que más me afecta es el rechazo
social, que yo nunca había calibrado, quizás por haber conocido la época de
¿También es de los
que opina que ‘Podemos’ es un ‘fraude’?
Han cambiado el discurso en seis meses; al principio
querían salir del euro, de
Qué pocos amigos
tiene el matiz, en España hay que estar al lado de los absolutos, con lo
difícil que eso es...
Sí, se da una incapacidad para dialogar entre unos
sectores y otros. Hubo un tiempo que me relacionaba con Pablo Hasél, pero acabó insultándome y llamándome ‘enemigo de la
clase obrera’ porque no reivindicaba el coche bomba y el tiro en la nuca. No es
que esté en contra de la violencia siempre, la resistencia contra el nazismo se
hizo con violencia y fue necesaria, incluso el preámbulo de
Llámese resistencia
o violencia...
Exacto. Pero la izquierda radical es tan feroz como la
extrema derecha. Corea del Norte no me parece un sistema político convincente,
el stalinismo arroja sombras como la colectivización forzosa
en Ucrania, que provocó por lo menos tres millones de víctimas, las
deportaciones masivas, la gran purga...
¿Cómo ve la
situación de España?
Me gustaría que se clarificasen las posturas; este país
tiene varias hipotecas, una de ellas la del Pacto Fiscal, que nos ata de pies y
manos; además, para que la deuda se sitúe en un 60 por ciento del PIB y el
déficit en un 3 ó 4 por ciento, lo que se ha acordado de aquí al 2020, hay que
hacer un recorte de 500.000 millones de euros; si eso se hace, ¿privatizarán la
sanidad, la educación? Al tiempo está la regla de oro del Pacto Fiscal que
establece el déficit cero, con lo cual no se pueden hacer nunca políticas
expansivas, y seguimos bajo la disciplina de ese pacto llamado ‘Tratado de
coordinación, estabilidad y gobernanza’, que establece oficiosamente que la
soberanía real de los países no existe. Salir del euro puede ser difícil, pero
permanecer en él significa renunciar a la soberanía y a la posibilidad de una
política alternativa que no sea la de
Volviendo a su
enfermedad. De entre los dos cabos extremos (la euforia, esa ebriedad absoluta,
y la depresión, esa sombra que empaña el alma), ¿cuál hiere más? ¿Pueden ser
estados adictivos?
Los cuadros de manía te proporcionan una sensación de
omnipotencia, cuando estás en ella no quieres salir, sobre todo si significa
volver a la depresión, porque la depresión es impotencia para hacer las cosas;
con un cuadro de manía puedes estar dos días casi sin dormir, tienes una
verborrea imparable, mejora tu autoestima, haces muchos proyectos (aunque la
mayoría no se llevan a cabo)... la manía, mientras dura, puede crear cierta adicción,
pero es un tsunami, un vendaval que destroza tu vida. Lo normal es que con una
euforia pierdas el trabajo, tus ahorros, rompas con tu pareja, hipoteques tu
casa... tiene que pararla y si no lo para alguien tu vida puede quedar
destrozada. De cualquier modo, he tenido menos contacto con la manía, a mí me
machaca el lado depresivo.
En los últimos
años, la psiquiatría ha sustituido el concepto resignación (aunque necesario
para asumir las frustraciones incontestables con las que nos depara la vida) por
‘resiliencia’. ¿Qué le ha enseñado la enfermedad, que aspectos, si los tiene,
luminosos, ha encontrado en ella?
La verdad es que te hace sufrir tanto y te quita tantas
cosas... probablemente no hubiera escrito de no haber sufrido la enfermedad;
terminé la cerrera, tuve una beca de personal investigador durante cuatro años,
estuve un año en el CSIC, y después me vi en paro. Mi autoestima se desplomó,
tuve una depresión y después un cuadro de manía, durante el cual empecé a
escribir. Me perseguía el ejemplo de mi padre, un periodista bastante conocido
en los años setenta, que tiene una calle en Córdoba y otra en Orihuela. El 2 de
junio de 1972 murió de un infarto de miocardio, hablando con mi madre y conmigo
(yo tenía nueve años). El hecho de que se hubiera labrado un nombre y después
cayera en el olvido me imprimió una cierta sensación de fracaso, la de ser un
escritor menor. Pero en el primer brote de manía, con 31 años, me lancé a
escribir. Tres años después colaboraba con ‘El Cultural’. Pero me ha costado
mucho pasar a escribir textos de creación. He podido hacerlo gracias al blog,
que ya cuentan con cerca de mil entradas, bastante largas.
En ‘Miedo a ser
dos’ escribe una carta de Marilyn Monroe. ¿Por qué
esta actriz y no otra,
Le encantaba a mi madre; ella me inculcó esa admiración.
Luego me enteré de su historia, descubrí que era bipolar, y le escribí una
carta. Nunca he pensado en ella como mito sexual, me atrae su vulnerabilidad,
su fragilidad, el carácter trágico, su inestabilidad...
¿Y ese fabuloso
paseo por la calles de Madrid con la compañía de Audrey Hepburn?
Hepburn es más normalita, más estable,
aunque su imagen nos ha seducido a todos, ahora hay una sobreexposición (la ves
en bolsos, cuadros, carteles...) y crea una cierta fatiga. Además, por esas
fechas ella estuvo en Madrid. Me encanta una película suya, ‘La calumnia’.
¡Es una de mis
favoritas! ¿Cómo es posible que nos pese tanto lo que los demás opinan de
nosotros, que es la reflexión central del filme?
Por miedo al rechazo. Yo lo siento desde muy jovencito;
eso me incita a veces a ser muy extrovertido, y otras a aislarme. El miedo al
rechazo últimamente me duele cada vez más, sobre todo cuando utilizan la
bipolaridad para descalificarte como ser
humano, en lo intelectual, afectivo, social y laboral. ¿Quién no necesita a los
otros para tener cierta autoestima? Habrá quien tenga una seguridad en sí
mismo... me viene a la cabeza Lawrence de Arabia, también bipolar.
Escribió un texto
magnífico, ‘Los siete pilares de la sabiduría’...
Sí, primero fue ‘Rebelión en el desierto’ y lo extendió.
Me identifico mucho con él, que también era bajito, le gustaban las motos y
pasaba de estados de excitación a estados depresivos. La película no refleja
los conflictos del personaje, que por cierto también era homosexual, aunque muy
a su pesar...
Una de las
constantes que se reivindican en el libro es la rebeldía, en un momento en que
se entiende por tal escribir un exabrupto en FB. ¿Cuánto de rebeldía, de
benevolencia, de severidad se requiere para ser honesto consigo mismo?
La rebeldía es necesaria por una cuestión de higiene
mental, la rebeldía es lo que te enseñan, rebelarse contra los padres, contra
la escuela, para llegar a la tesis, quien no tiene ese impulso carece de algo
esencial; la rebeldía te ayuda a fabricar tu identidad, un yo más o menos
definido. Aparte de esto, hay situaciones de injusticia fragrante, como
Tengo que
concluir... ¿se considera un ‘raro’?
(...) Había un libro de Rubén Darío...
¡Justo, por eso lo pregunto, por
esa condición de raro en tanto que “un violento licor que quema y disgusta a
quien no está hecho a las fuertes drogas de cierta refinada y excepcional
literatura modernísima”?
Desde el punto de vista de la mayor parte de la sociedad,
sí, soy un raro. Aunque mi vida es muy convencional, tengo mi pareja estable,
mi rutina (escribir, leer, ver una película, dar un paseo...) Raro, sí, me
gusta.