por One-eyed Kleinito
"In the future, everyone will be
world-famous for 15 minutes."
Andy Warhol
"In the future everyone will be
famous for fifteen people"
Momus
"Hay algo en Nick Curry/Momus que
me recuerda a Fernando, una relación misteriosa, basada en una antítesis
radical. De Nick Curry se ha dicho que es abierta y declaradamente
posmoderno. Su pasión por el barroco y los libertinos empolvados contrasta
abiertamente con la alergía infantil, casi física, de Fernando al bizantinismo
rococó, que es embustero siempre con la Naturaleza. En otros muchos aspectos la
colisión entre ambos sería frontal. Hay, sin embargo, parecidos. El interés por
Japón y el sintoísmo, la producción sorprendente y continuada de artículos y
manifiestos con un diseño lofi (véase http://imomus.com/thoughtsindex.html), la
intuición de que internet puede ser un luminar con el que se puede tener una
relación visionaria, y, sobre todo, la idea de que el músico pop puede ser una
anomalía inquietante que trasciende lo musical y se aventura en el pensamiento.
"
Este comentario de Monsieur Tiffauges en el foro
Cafexpan picó mi curiosidad (la negrita es mía). ¿Quién era ese tal Momus?
Jamás en mi vida había oído hablar de él. Lo primero que hice para solventar
esa laguna fue visitar esa página, donde están recopilados sus escritos hasta
el año 2004, junto con fotografías, letras, notas de prensa, etcétera. Me llamó
la atención su aspecto estrafalario y con un punto ligeramente siniestro, pero
moderno a la vez, un poco a lo lector de la Petite Claudine, para que me
entiendan. El tipo llevaba un parche de color naranja en uno de sus ojos,
inutilizado por una infección bacteriana, y en todas las fotos se le veía muy
feliz y rodeado de muchos colores, muebles de Ikea, Macs, museos y revistas de
arte: un moderno en toda regla. Superando la media de edad de ese
sector, -conformado ante todo por consumidores jóvenes- y con un acercamiento
más intelectual (había referencias a Derrida, a Mishima, a T.S.Eliot...) pero
definitivamente era lo que llamaríamos un moderno, un hipster, como
dirían en la esfera anglosajona. Luego Charlie M. me dijo: "¡Momus
es Dios!", y me decidí a explorar su obra más a fondo.
Fui descubriendo algunas cosas más acerca de este
enigmático pirata postmoderno. Nació como Nick Currie en Paisley,
Escocia, en 1960. Su familia se mudó a Montreal (donde adquirió su característico
gusto por la canción francesa) y más tarde a Atenas, antes de retornar a su
país natal ya en la adolescencia. Estudió literatura inglesa en la Universidad
de Aberdeen y en su temprana juventud fue parte de la escena musical escocesa
de los años 80 (Sello Postcard, Aztec Camera, Orange Juice...).
Su grupo, llamado The Happy Family, pasó totalmente desapercibido, por
lo que Nick Currie, tras grabar con ellos un elepé ("The Man on your
Street", 4AD, 1982) volvió a la universidad, se licenció y se fue a vivir
a Londres. Allí, rasgueando una guitarra acústica, creó a Momus, su nueva personalidad
artística. El nombre que eligió dice mucho: Momus (Momo en español) es un dios
menor del panteón griego, el dios de la burla y de la crítica, que fue exiliado
del Olimpo por burlarse de Zeus.
Si la de The Happy Family fue una presencia
meramente tangencial en el panorama musical británico, la de Momus no lo iba a
ser menos. Aunque trató de fabricar algún que otro hit, jamás lo
consiguió. Le perdía el ingenio, la vocación transgresora, libertina e impúdica
de su música. Momus daba rienda suelta en su nuevo proyecto a una sorprendente
batería de infuencias: su héroe David Bowie, Serge Gainsbourg, Leonard
Cohen, Jacques Brel, Kurt Weill y Bertolt Brecht, el
primer Ian McEwan, Yukio Mishima, la Biblia (sobre todo en
su primer álbum "Circus Maximus", de 1986), el sexo, Japón y un
larguísimo etcétera. Cada vez se alejaba más de su Escocia natal, abrazando una
causa cosmopolita en los lugares más trendy del globo. Momus decidió
quedarse con la visión del extranjero para el resto de su vida, y aún hoy,
residente en Berlín, sigue intentando no extraviarse de ese asombro. Cualquier
cosa antes que mantenerse unido a la idiosincrasia británica, a la que cada dos
por tres pone a parir en su blog, Click Opera.
El único archipiélago que parece sentir cerca de su
corazón es el japonés, donde más éxito consiguió allá por los años 90, cuando
el llamado Shibuya-kei estaba más o menos en la cresta de la ola. Allí escribió
algunas canciones para la bella y siempre susurrante Kahimi Karie (Good
Morning World, Giapponese a Roma, One Thousand 20th Century Chairs) que dieron
como fruto jugosos royalties... Royalties que no dudó en emplear, en parte,
para seducirla. Al igual que el Top Ten, Kahimi se le resistió, pero no se
compadezcan de él; ha follado bastante. Y, sin ánimo de faltarle al respeto, el
tío es un rato feo, aunque curiosamente su fealdad ha ido disminuyendo con los
años.
No, Momus no consiguió nunca un éxito masivo,
cierto. Pero veamos aquí una sumaria lista de algunos de sus pequeños grandes
logros: recibir una puntuación de 0/10
en el NME; protagonizar una rocambolesca historia con una adolescente bengalí
de 17 años que apareció en los tabloides de su país; ser demandado por el tranny
Wendy Carlos por una canción en la que imaginaba una boda entre su
encarnación de Wendy y la anterior de Walter mediante un viaje en el tiempo...
etcétera, etcétera. De esta demanda, por cierto, surgió un concepto totalmente
nuevo de álbum pop; para sufragar el coste de los abogados, decidió ofrecer
canciones personalizadas a cambio de 1000 $ cada una. Así, en Stars Forever (1999)
las canciones llevan como título el nombre del mecenas en cuestión:"Jeff
Koons", "Keigo Oyamada" (el también conocido como Cornelius, su
caballo de Troya en Japón) o "Stefano Zarelli". Y esta es tan solo
una demostración más de hasta qué punto Momus rebosa de ideas... toda su obra está
repleta de ideas. De hecho, una sola de sus canciones puede perfectamente
contener el triple de ideas que la discografía entera de muchos grupos pop...
para bien y para mal.
Todo esto me predispuso bastante a su favor, pero sin
embargo, la primera vez que escuché una canción de Momus no quedé muy
impresionado. Creo que ya he dicho alguna vez que soy de ese tipo de personas
que nunca ha prestado excesiva atención a las letras. Si mal no recuerdo, era
de su álbum "Ocky Milk" (2006), donde solo conseguía oír -salvo
"Frilly Military" y "Nervous Heartbeat"- sonsonetes sin
sustancia, un montón de blips y blops sin gancho melódico. ¿No se suponía que
era pop? Estaba equivocado, en parte, sí había "sustancia", y bastante. Pero me di cuenta algo más
tarde, cuando revisité sus primeros álbumes, que, también hay que decirlo, me
parecen mejores que los últimos, demasiado dispersos y plagados de morralla. No
sé, quizá no soy tan visionario como él, pero prefiero el enfoque que tenía
cuando aún no era tuerto, con el Reino Unido más o menos bajo las garras de la
Thatcher: desde "The Poison Boyfriend (1987) a "Timelord"
(1993), donde exhibía una forma de escribir canciones un poco más
"tradicional", muy entre comillas. Esos elepés están ahora totalmente
libres para descarga en su Click Opera; son los seis que grabó en la
discográfica Creation, justo antes de que Oasis tomaran las listas de éxitos
con lo que él llamaría "retro-necro": es decir, música sin riesgo,
una vulgar fotocopia del glorioso pasado. Nada que ver con la "conexión
con la realidad" de la que él se enorgullece tanto.
Click Opera, con su ritmo de entrada por día (fruto
de su work ethic protestante-calvinista) me resulta imposible de seguir.
Eso sí, como comparto en gran medida su obsesión por Japón, cuando trata temas
relacionados con ello lo suelo leer, casi por inercia. Por ahí se cruzan temas
de lo más variopinto: artistas raritos como Yximalloo; el rollo
niposexual, ilustrado con muchas fotos de chicas delgadas, con gafas y de
aspecto inocente; el kabuki; artículos sobre tipografía, música pop, arte
contemporáneo, diseño y moda... Honestamente, como lector preferiría que
escribiera un poco menos, aunque hay que reconocer su nivel de constancia y su
inteligencia analítica. Lo que pasa es que siendo tan prolífico muchas veces
patina: se empeña en apoyarse en ciertas chorradas académicas francesas o
norteamericanas y en absurdos estudios de mercado para sostener sus puntos de
vista. En cualquier caso, quien quiera sentirse hip por unos minutos ya
sabe por dónde pasarse.
De todos
modos, lo más interesante de ese blog, yo diría que más aún que su contenido,
es el hecho de que supone una ventana abierta a su estilo de vida; ahí están
sus coloristas vestimentas, su novia japonesa, su piso en Berlín, sus
espartanos conciertos, sus cachivaches electrónicos. Jamás pensé que, gracias a
internet, se podría llegar a ese punto de ruptura entre lo privado y lo
público. El aura de misterio que rodeaba a los artistas ha disminuido todavía
más con la llegada de internet, especialmente en el caso de Momus, que no
parece tener demasiado celo por su privacidad. Obsesionado, como un Nobuyoshi
Araki, por documentar casi todo lo
que hace, de paso muestra los resultados de su impulso en blogs, fotologs,
Facebook o en toda modernez que se le ponga por medio. Sabemos cómo se le
ocurren los temas, cómo sale la portada, los detalles de la grabación... el
resultado es una enorme desmitificación de la tarea del artista. Incluso se
puede participar en alguno de los juegos que de vez en cuando se le ocurren,
como uno en el que recientemente eligió a la figura cultural del siglo XX; el
ganador fue Bertolt Brecht.
Pero no solo escribe en ese blog, sino que tiene
también ha colaborado o colabora en sitios como Wired, Vice Magazine,
Frieze, el español Playground o el New York Times (aquí recientemente relevado por Bono). Por no hablar de sus singladuras en el mundo del arte
contemporáneo, donde en los últimos años ha tratado de renovar su decreciente
interés por la música pop. O sus libros. No, el tipo no para...
Bueno, todo esto está muy bien, pero ¿de qué va la
música de este menda? Se puede decir que Momus basa su acercamiento musical en
un ideario postmodernista. Su obra consiste en buena parte en la
recontextualización de ideas y sonidos. Eso no quiere decir que haya renunciado
a su daimon particular; Momus es Momus y no el producto de nadie. Es una
especie de Cuentacuentos, un "no-músico" en el sentido de un Brian
Eno, que pasa sus historias y sus personajes por el filtro de la música
pop. Sus creaciones están llenas de sexo, de perversión, de referencias
literarias, de ingenio, de humor. Que nadie espere grandes demostraciones en
materia vocal; lo suyo es algo así como una revisitación pop del Sprechgesang
de Arnold Schönberg: canto hablado. Al menos, su voz permanece casi
siempre en un registro bajo y suave, alérgico a cualquier cambio brusco de
intensidad, sin perder nunca ese toque calmo, herencia de Astrud Gilberto,
Gainsbourg y demás avatares del cool. La intensidad debe buscarse
precisamente en las historias que se despliegan en sus canciones: no conozco a
nadie capaz de escribir las letras que él escribe, de las más retorcidas jamás
logradas en lengua inglesa. Para muestra, un botón;
"I Want You, But I Don't Need You":
"I want you, and I want you to
want me to want you
But I don't need you
Don't need you to need me to need you
That's just me
So take me or leave me
But please don't need me
Don't need me to need you to need me
Cos we're here one minute, the next we're dead
So love me and leave me
But try not to need me
Enough said
I want you, but I don't need you"
Esa canción, hilarante parodia de las canciones de
amor-cliché. está extraída de "Ping Pong" (1997), uno de los mejores
álbumes de su etapa post-Creation. Pero en cualquier caso, vamos primero a
hablar de su estancia en la discográfica de Alan McGee, que es la que
más juguito tiene, y además, como he dicho, se puede descargar toda ella sin
remordimiento alguno.
STOCK, AITKEN AND WATERMAN/MARGARET THATCHER AND SIGMUND FREUD
Antes de comenzar en Creation, Momus debutó con
"Circus Maximus"(Él/Cherry Red, 1986), donde se dedicaba a reescribir
historias de la Biblia y a reinterpretar a Brel. Pero nuestro recorrido
comienza en The Poison Boyfriend (1987), que presenta a Momus todavía armado con su guitarra acústica,
justo antes de entrar a juguetear ya en serio con teclados y samplers. A mi me gusta particularmente "What
Will Be Death Like", donde su verborreico estilo se despliega en todo su
esplendor. Decenas y decenas de versos que comienzan con la frase "Death
will be unlike..." y una lista interminable: la muerte no será como el
nirvana, la muerte no será como la maldición de la momia, la muerte no será
como 2001; cosas que apuntan a la muerte sin ser la muerte. "Closer to you", saliéndose del formato acústico, recuerda un
poco a las veleidades reggae de Gainsbourg y al soul ochentero... y de nuevo su
prosa desbocada: "Or maybe you're the Spanish girl, playing with your
hair as you wait for your friend in that wild octagon of mirrors the Tate calls
a coffee shop ..... And oh, I can smell that hair from here, and I can see from
eight different angles the way your nipples look through that thin black cotton
top, reflected to infinity ..... And oh God it's places like that and
purple-tipped prose like this, that's going to haemorrhage me girl ....."
Nada nos lleva a pensar que pretendiera hacerse
famoso con semejantes canciones ... pero lo pretendía. Su potente ambición
artística no le impedía albergar un deseo de éxito. Aunque él agradece ahora no
haberlo conseguido, no me cabe duda de que en su juventud lo deseaba
fervientemente. Y es que no se puede confiar en alguien que nunca haya al menos
deseado escapar de la mediocridad de sus conciudadanos, escupirles a la cara y,
ya como premio gordo, gozar de reconocimiento. Si lo primero no siempre se
consigue, no digamos ya lo segundo.
Con 28 años sacó Tender Pervert (1988), mi favorito, para mí es la cima de su carrera, tanto en
melodías como en ingenio lírico. Se abre con "The Angels are
Voyeurs", donde juega con la idea del "ángel guardián" rilkeano
como lo hizo un año después Wim Wenders en su "Cielo sobre
Berlín". La vuelta de tuerca consiste en la sugestión de que los ángeles
son mirones que se masturban observando los menesteres humanos: "la manera
en la que elegimos las palabras, la manera en la que cogemos nuestras tazas de
café". Otro punto álgido es la épica (casi ocho minutos)
"Bishonen". Con una melodía vocal robada de "The Ballad of Lucy
Jordan" de Marianne Faithfull, Momus está aquí en estado de gracia;
el protagonista crece a la sombra de una fantasía ajena, la de su padrastro,
obsesionado con su "gracia femenina y su delicadeza". Pero la
fantasía no se cumple porque el narrador termina por decidirse por las mujeres;
cuando se acuesta, sueña con "pétalos caídos y cuerpos atravesados por el
metal". Japón aparece así por primera vez en el universo Momus. "The
Homosexual" incide de nuevo en esa ambigüedad sexual tan recurrente en su
obra, como buen fan de Bowie (pero mucho más retorcido que él): trata de
alguien atacado por una supuesta homosexualidad que termina por conseguir a las
mujeres de los demás. Y si el tema de los ángeles masturbadores no era
suficientemente agudo, Momus decide cerrar el disco con un glorioso reprise que
dice:
"The pervert and his angels hide
amongst the stars and watch
And as we blow ourselves to bits the angels pump their cocks
Their semen flows across the sky and forms new milky ways
And somewhere in some galaxy in less than seven days
They make a planet more curvaceous and much sexier than ours
Full of bigger sinners
More worthy, more worthy of voyeurs"
Parece todo hecho adrede para darnos la razón a los
que pensamos que el poder subversivo del rock cambió de manos en los años 70,
por lo menos. Con sus maneras ambiguas y twee, Momus quería redefinir
los límites de la canción pop. Pero no se quedaría aquí la cosa; nuestro amigo
estaba desesperado por causar una impresión duradera.
Don't Stop the Night (1989) es un álbum extraño, con un sonido que es un calco de los Pet
Shop Boys y Stock, Aitken y Waterman, un puro pastiche
disco-pop. Pero las letras, como siempre, son otro cantar; basta con decir que
el título original iba a ser 'Sexual Crimes Of The Professional Classes'. Quizá
sea su disco más oscuro, con momentos realmente sórdidos e inquietantes. Aquí se encuentra una de sus mejores
canciones, una maravillosa gema que
debió convertirle en una estrella: Hairstyle of the Devil. Aunque gozó de un cierto éxito en el circuito
alternativo, los Pet Shop Boys ya habían clavado ese sonido antes, y la canción
era probablemente demasiado perversa, demasiado punzante para la radio. La
magistral letra vuelve a retorcer los clichés de la típica canción de amor: el
protagonista se dirige a su rival en lides amorosas, un hombre que está con la
misma mujer que él pero que siente una irrefrenable atracción por el causante
de sus cuernos, "con la suerte y el peinado del diablo". Es una impresionante
canción, muy dramática y con una buena producción, aunque se acerque tanto al
material del exitoso dúo de Neil Tennant y Chris Lowe. Sin
embargo, ese giro perverso no nos prepara para lo que canta después en
"The Guitar Lesson", minimalista piececilla cuya melodía está
inspirada en el Avec le temps de Léo Ferré y con una puesta en
escena que remite al tremendo cuadro de Balthus, La leçon de guitare. A
Momus no le tiembla la pluma a la hora de tocar un tema como la pedofilia: si
Gainsbourg hizo "Lemon Incest", ¿por qué no iba él, adorador de Nabokov,
a meter niñas en sus canciones? La alumna de guitarra, inerte nínfula, se echa motu
proprio en el regazo de la profesora, desde donde le mira con calma,
"como si escuchara el sonido lejano de una alarma anti-robo". He oído
pocas canciones tan perturbadoras como esta.
"The Cabriolet" recuerda bastante al
"Crash" de Ballard (efectivamente, solo faltaba la necrofilia
para rematar la faena). El narrador sufre un accidente con su descapotable y asiste
asombrado a la escena:
"In the sudden shock of silence,
with the morning star above you
Lying bizarre in the wreck of my car . . .
Maybe I'm drunk or hallucinating
Maybe this isn't happening
Maybe you aren't lying there with tears in your little party dress
At the waist and the breast
Because in real life I was never this aroused by you
I was never this impressed
Your face unharmed, unstained but drained pale
Is suddenly more strange and beautiful than anything I've ever seen or ever
will"
Que alguien me diga cuánta gente es capaz de
escribir letras así.
Hasta 1991 no llegaría Hippopotamomus,
con un sonido electrónico más minimalista, donde tienen cabida samples de
Gameboys y de impresoras. Es un disco sobre sexo. La nota de prensa decía lo
siguiente: "1991. Momus hace un disco sobre sexo para niños. Al menos
para el niño que hay en todos nosotros: esa parte de nosotros que rechaza la
culpa, que juega con la caca, que ensucia su pañal, a la que le encanta chupar
y ser chupada." Momus, que dedica este disco a Gainsbourg, muerto ese
mismo año, no había dejado atrás su deseo de provocar; todo lo contrario. Este
fue el disco que recibió el famoso 0/10 del NME y cuya intelligentsia feminista
acusó de misógino y sexista. 1991 fue también el año del escándalo de
"American Psycho", el famoso best-seller de Bret Easton Ellis.
Hay un eco de ello en "I Ate a Girl Right Up", donde la culpa no
aparece ni después de una sesión caníbal:
I ate a girl right up, forgive me
I ate her pretty head and body
I guzzled down her bowels, all squidgy
I gobbled up her breasts and tummy
Don't call me cannibal
Everybody needs from time to time
To remember the fact that they're an animal
To cross the line dividing clean from dirty
I ate her like a plate of hot spaghetti
Después, en "Michelin Man" convierte al
hombre-neumático de Michelin en una muñeca hinchable. Resultado: demanda de
Michelin y orden de destrucción de las copias restantes. Por tanto, la mayoría
de ejemplares de "Hippopotamomus" no contiene esa canción (pero sí
está disponible para descarga).
Voyager (1992), su siguiente capítulo, tiene un tono bastante distinto, menos
malicioso. Me parece un disco muy, muy de su tiempo. Recuerdo los temas que
estaban de moda por aquel entonces: la realidad virtual, lo multimedia, la
emergente cultura digital... todo eso aparece reflejado aquí. El sonido es más
cercano al ambient, más de película de ciencia-ficción noventera. Momus
abandona un poco la sátira y el sexo para crear un álbum con la vista en el
futuro, "para encontrar a Dios en la ciencia". Momus visita por vez
primera Japón, el paraíso de todas las estrellas pop marginales, donde todo el
mundo puede encontrar sus quince personas para gozar de fama."Go
transatlantic, transpacific, 'til the scales fall from your eyes". Todo
resulta más accesible, como en "Summer Holiday 1999", el caramelito
más pop del disco, inspirada en una película japonesa del mismo título. Algunos
fans consideran que esto es lo mejor que ha hecho; quien prefiera la versión
más seria y sentimental de Momus debe empezar por aquí, pero quizá eche a
faltar un poco de vitriolo.
De 1992 es también otro álbum llamado "The
Inconformist" (Cherry Red) que, honestamente, no he escuchado. Si creen
que vale la pena comuníquenmelo.
Y llegamos al fin de la etapa Creation con Timelord
(1993). Un álbum bastante breve (8 canciones) y el primero grabado de forma ya
totalmente casera. Fue por esta época cuando quedó prendado de la jovencísima
Shazna Nessa. La familia quería retenerla en Bangladesh para que no se casara
con él, pero finalmente ella consiguió escapar y se fueron juntos a vivir a
París. El "Daily Record" registró toda esta
historieta de película. Este es el último disco realmente triste de Momus; a
partir de "Timelord" casi todo será feliz, leve y divertido. Aquí
todavía se siente la amenaza de la muerte y del envejecimiento.
"Enlightenment" es una auténtica bomba, ambientada en la espera del
resultado de un test del SIDA. Hay una línea extrañamente premonitoria que
dice: "dime que estarás allí cuando sólo me quede un ojo". Y la cosa sigue, de forma bien gráfica: "And tell me you'll be
there / When my head's on backwards /And my skin is turning green / You'll be
there / When my brain has gone to sand / And tell me you'll still be my baby /
When my guts are on the floor / And when I'm catatonic / I'll still be your
man"
"Rhetoric" es una canción de amor a
Shazna. Todas las frases comienzan con la frase "Te amaré hasta
que...". Variaciones: hasta que descubran el origen de la vida, hasta que
el Everest desaparezca en el mar... pura retórica, como dice el título. La voz
suave de Momus, un motivo melódico repetitivo y un bajo electrónico gomoso dan
un tono muy relajante que me gusta mucho, es una de mis favoritas. Para esta
incluso se grabó un videoclip. Es
la única de este elepé que todavía hoy interpreta en directo. Fantástica es también la desoladora "Landrover": "Driving
and searching through the long dry ocean/Weaving deep in a bed of abandoned
desire/I'll be threading this wheel from hand to hand 'til you're found/Or the
Landrover breaks down".
Fin del dramón con Shazna, fin la etapa Creation,
nueva era para Momus. "The Philosophy of Momus" (Cherry Red, 1995) es
el punto de partida. Desde aquí hasta el día de hoy sacará discos más largos y
eclécticos, pero también más irregulares, casi imposibles de escuchar de una
tacada. Como ocurre con su blog, Momus dispara ideas a mansalva sin pensarlo
dos veces, y no parece establecer un filtro demasiado riguroso. Él mismo ha
reconocido que sus últimos discos tienden a tener demasiado material. "The Philosophy..." no me gusta demasiado, pero hay cosas
graciosas como "It's Important to be Trendy": "When the
fashion's to be crazy/When the fashion's to be free/It's important to be
trendy/Catch the disease/First I'm going to pierce my penis/Then I'm going to
pierce my eye/Get a tattoo on my anus/I'm a trendy guy"
"20 Vodka Jellies" (Cherry Red, 1996)
contiene demos de algunos de los temas
que grabó con Kahimi Karie (ella no aparece cantando), y puede que sea
de los más accesibles que ha hecho, pero cosas como "Howard Hughes"
(un acercamiento un poco triste al sonido grunge, con un comienzo clavado al
"Gouge Away" de los Pixies), junto con otro puñado de números más
bien desechables, no contribuyen a dar solidez al asunto. Y por supuesto,
"Good Morning World" es mejor con el chorrito de voz de Kahimi. Y
"Orgasm Addict" es mejor en la versión original de Buzzcocks, pero
bueno, eso es demasiado evidente y la versión no deja de tener su gracia.
Bastante mejor parado sale "Ping Pong"
(Satyricon, 1997), (catalogado por el propio Momus bajo el género "Vodevil
futurista") y que tiene cosas tan divertidas como "His Majesty the
Baby", donde alguien clama furioso contra esa facultad que tienen los
bebés de atraer a montones de mujeres, llevadas por su instinto maternal:
"As though a cherub on a fountain/He suckles breasts as big as
mountains/Then pisses freely on the women/Who so lovingly surround
him"(...)I hate you, imbecilic women/Who gawp around His Majesty/Don't you
know he'll grow up, God willing/A twisted little shit like me?. Ese componente sexual tan frecuente en él aparece de nuevo en
"Professor Shaftenberg", un personaje que sirve de excusa para hablar
de las falditas de las japonesas. Y "The Animal
that Desires" comienza: I am cursed with a strange delusion:/I imagine
myself to be/The only creature in the world that desires/And reproduces
sexually/And everybody else is an amoeba/A tapeworm, a eunuch or
virus/(Nicholas, don't be so ridiculous, Nicholas). Y hay más: Momus, siempre en sintonía con los tiempos, escribe una
canción sobre esta nueva era que vivimos: "The Age of Information".
En resumen, un festival de kilométrica palabrería e ingenio sin igual, quizá
incluso demasiado, pero si hay algo que este hombre ha demostrado es su
fidelidad a una extravagante (e infinitamente estimulante) visión de la música
pop.
De lo más reciente, no hay mucho que me haya llamado
la atención, ¡además el artículo se está haciendo excesivamente largo...! ¡Es
que este tipo jamás descansa! Un disco prácticamente cada año, un artículo cada
día, más colaboraciones en diferentes revistas... ¿Cómo diablos lo hace? Y aún
le da tiempo a visitar mil sitios y a hacerse miles de fotos para que admiremos
su envidiable vida. ¿Cómo lo haces, Momus? Yo quiero ser como tú, como dijo Teresa
Iturrioz en una entrevista.
Ni siquiera me importa que tus últimos discos sean tan irregulares... Como la
fallida continuación de "Ping Pong",
"The Little Red Songbook" (Cherry Red, 1998) donde a pesar de
ello, consigues chistes como "MC Escher, The Impossible Rapper", o te
preguntas sobre la significación cultural de correrse en la boca de una chica:
"Coming in a Girl's Mouth". "Stars Forever" (Analog
Baroque, 1999) ya lo hemos mencionado de pasada: un concepto genial y
provocador, nada menos que treinta canciones por encargo que suponen otro
revoltijo de estilos que, francamente, me interesaría más si estuviera entre
los retratados en esas canciones.
Ya en este nuevo milenio, se salvan
"Folktronic" (Le Grand Magistery, 2000), "Ocky Milk"
(Analog Baroque, 2006) y "Joemus" (Analog Baroque, 2008), pero un
poco por los pelos. En el último, quizá el más escuchable desde "Ping
Pong" busca savia nueva en su compatriota Joe Germlin, del grupo de
breakcore Gay Against You, que llena el disco de ruiditos. Por suerte,
la furia electrónica del jovenzuelo se equilibra con versiones de Cliff
Richard "The Next Time", o de Ryuichi Sakamoto "Thatness
and Thereness". Cierra con la tristísima
"The Vaudevillian": "You're out of date, they've changed the styles/They
love to hate, they hate to smile/They start to stamp, they start to boo/You're
some old man, they don't know who/You've lost your shape, you've lost your
"you"/The vaudevillian, one in a million"
¿Está Momus ya pasado de moda? ¿Es demasiado viejo
para continuar siendo un moderno? No lo sé, pero la verdad es que no lo hace
nada mal a sus 48 años. Su incontinencia creativa e intelectual es inspiradora,
como su coraje a la hora de presentar sus posturas. En cuanto a su música, ya
saben, descarguen los álbumes de la era Creation (también disponibles en Ubu).
Allí encontrarán a un anómalo artista de desbordante ingenio y lengua afilada,
un trickster sin igual: Momus, el tierno pervertido, el tuerto de oro,
el anglosajón afrancesado filocomunista y niponófilo más estimulante y
desmesurado de los últimos 20 años. También pueden probar con "Slender
Sherbet" (1995), donde vuelve a grabar canciones de sus cuatro primeros
álbumes con buenos resultados. No hace falta escuchar todos sus discos, o casi,
como he hecho yo; si lo hacen es
probable que terminen hasta empachándose con la extrema densidad de
alguna de sus canciones. En esta nueva era de la información, como él mismo
recordó el otro día en su blog mientras lanzaba a la red su ensayo número mil y
pico, el recurso más escaso será la atención. Y en palabras de Cristina
Campo: "Verdaderamente todo error humano, poético,
espiritual no es, en esencia, más que una forma de desatención". Así
que dosifíquenla un poco. Y sí, al fin, esto es todo, amigos.
Hatemail: kleinempfanger@hotmail.com