NUEVAS DE LUPO

 

 

 

contadas por la amita Esther

 

 

 

 

Lupo se convirtió en un castrati. Es metáfora y no. JuroPorDios que cada vez que escucha ‘Casta Diva’ (esta, y no otra) aúlla desconsolado (supongo que por empatía con las vibraciones que emiten ciertas tesituras de la Callas).

 

 

 

 

 

 

Al principio estaba un tanto desconcertado con su... carencia, pero se hizo rápido a ella: los efectos secundarios inmediatos fueron dosis excesivas y sostenidas de cariño y una laxitud de espíritu pasmosa.

 

 

 

 

 

¿Dónde? Ahí donde se ha perdido de mismo...

 

 


 

Le chiflan esos huesos de piel de vacuno

 

 

También buscar entre matorrales y hierbajos algún trofeo

 

 

 

 

(siempre encuentra algo que le sirve para equilibrar su felicidad, tan libre de euforia)

 

 

(a veces le basta una simple ramita. Atráeme a ti en tu sabor, dijo el Arcipreste de Hita)

 

 

Mr. Lupo es noble; cuando encuentra conejos o gorriones caídos del nido los olfatea y les acerca el hocico, pero procura no lastimarles. Los cangrejos de río le producen una curiosidad pasmosa. Así estuvo media tarde, mirando las tenacitas del crustáceo.

 

 

(así les miraba a los cangrejos –y yo a él así de cerca-)

 


 

 

 

Entonces nos dimos cuenta de que iba siendo hora de atusarle un poco el pelo, de recortárselo, si acaso...

 

 

(... sobre todo porque los calores matritenses le dejaban exhausto...)

 

 

Entonces ocurrió algo insospechado. Una beagle le atacó por sorpresa. Mr. Lupo, que es un poco atildado y un tanto caballero, se dejó hacer, y lo que le hizo la perra fue un boquete en la oreja izquierda que tuvimos que curarle durante los diez días que tardó en cerrarse. Entonces aprovechamos y lo llevamos a que Sara le cortase el pelo. Como le contamos la historia, le procuró un aspecto amenazante a Mr. Lupo, como si fuera Travis...

 

 

 

 

Le cortó, incluso, los bigotes, emocionada como estaba Sara de que un cocker permaneciera tan modosito y quieto mientras le atusaban...

 

 


 

 

(le encanta su pelotita azul de pinchos, no la suelta ni cuando el sueño lo vence)

 

 

En su nueva casa, pasa parte del día mirando por el mirador. No se cansa.

 

 

(Sigue mirando, y yo a él, desde abajo)

 

 

Un día le colocamos una suerte de corbata un tanto agitanada.

Por si le salía plan en el parque. Pero es demasiado independiente para zarandajas...