Sweet Movie
una evocación de CHARLIE MYSTERIO
foto: CASILDA D. MENTE
Quiero
recordar a mi queridísimo Jorge Berlanga con alegría y humor, como creo que a
él le gustará. Una lejana noche le dije que me recordaba a un personaje de Evelyn Waugh, por el halo de
magnética elegancia que desprendía. Pero él me replicó que encontraba a Waugh un tanto serio. Así que añadí otras referencias,
aunque nunca se las llegué a decir: Wodehouse por su
refinada ironía, Fitzgerald por su decoro y joie de vivre, Chesterton por su aire polémico y agudeza. Aunque ahora que
lo pienso Jorge fue también un personaje disparatado y genial, muy borisvianesco; por otro lado parecía un dilettante
directamente salido de la sagrada Cripta del Pombo. Out
of time man.
Hace
algunos años Jorge me llamó para invitarme a comer. Quería charlar sobre un
proyecto o colaboración juntos. Quedaron demasiados en el tintero (el musical
sobre Carlos, el humeante cine/bar de sesión continua
que planeamos abrir, ciclos y homenajes de lo más variopinto…) pero lo de menos
era el asunto en sí. Siempre fue un placer idearlos con él, su compañía era
inigualable.
Comimos
soberbiamente en un sitio muy castizo, bebimos nuestras copas y me contó lo que
se traía entre manos. Se celebraba la eterna Movida por no sé qué
aniversario y le habían encargado –ya no recuerdo si Ayuntamiento o Comunidad,
tanto monta, monta tanto‑ un ciclo de cine en
relación a aquellos fastos. A programar en el
Cine de Bellas Artes sería un ciclo gratuito de varias semanas de duración.
Jorge puso ya sobre la mesa una larguísima lista de
títulos relacionados ‑según su peculiar criterio‑
con
Muchos
de los que proponía eran raros, difíciles de hallar; algunos los teníamos en
nuestras colecciones, otros hubo que comprarlos. También sacamos bastantes de
Pero
ya pueden ustedes imaginar que aquel ciclo iba a contener un montón de
disparates genuinamente berlanguianos.
Una
estupenda ocurrencia inicial de Jorge fue aprovechar el evento para homenajear
a uno de nuestros cineastas más enigmáticos, ocultos y underrated:
el gran Adolpho Arrieta. Le citamos por vez primera
en la cervecería Santa Bárbara, pues a pesar de sus precios a los tres nos
chiflaba tomar allí gambas con cerveza, más bien hincharnos a ello. Pagaba
producción. Jorge quería estrenar en el ciclo su último proyecto de entonces,
el mediometraje Vacanza permanente, que
supuso el retorno de Adolpho a Madrid, precedido de
su filme más elogiado, LAS INTRIGAS DE
SYLVIA COUSKI (Gran
Premio del Festival de Toulon,1974); pero esta última
joya ni el propio Arrieta la poseía.
Yo
desconocía totalmente esta magistral película, considerada la primera de cine underground parisino y supuso toda una revelación.
Hubo que realizar gestiones con Francia a través de
Conocía
un sitio en mi barrio de fotografía barato, rápido y efectivo, regentado por un
chino; fue allí donde encargué la digitalización, que resultó ‑digamos‑ peculiar; me consta que el chino manejó
filtros y efectos a su oriental antojo. Los colores quedaron bastante
chirriantes y fluorescentes pero el resultado al menos era proyectable.
Poco
después, otra tarde nos citamos en Chicote para charlar con Adolpho,
ya con la cinta en mano y ultimar detalles sobre el pequeño homenaje a este
gran hombre de la verdadera independencia.
Los
cócteles, cómo no, se sucedieron uno tras otro, las conversaciones se volvían
cada vez más enrevesadas, curiosas e interminables y en un momento prudencial
decidimos despedirnos. Ya estaba a punto de dormir cuando recibo una llamada de
Jorge y me pregunta si me había llevado la cinta. Era obvio que no, puesto que
se la había entregado. Pensamos que Adolpho la tenía,
aunque sinceramente no estábamos del todo seguros; y no quedaban muchos días ya
para el inicio del ciclo.
La
lista final de películas se estaba anunciando en prensa y carteles, pero aún
faltaban muchas por conseguir.
Qué
ingenuos fuimos pensando que una de ellas era tan conocida que prácticamente
nos llovería del cielo y la encontraríamos en cualquier kiosko,
VIPS o Corte Inglés. Por desgracia no fue así. Los
días pasaban, el tiempo se agotaba y ni rastro de ella. Era el debut en
pantalla grande y mejor película de Madonna, superestrella internacional y
entonces la más estrella de todas. Si no mal recuerdo rompió taquillas y la
catapultó a la gloria. Me refiero naturalmente a BUSCANDO A SUSAN
DESESPERADAMENTE (1985); en su momento aguanté una larga cola para verla y
recuerdo que me lo pasé en grande.
Pues
sí señor, en plena capital no dábamos con ella. Qué pensaría la ambición
rubia de todo esto. Ante el apuro de Jorge recordé ‑en
un momento de cierta lucidez entre trago y trago‑
que hacía siglos, en la liquidación de un casposo videoclub de barrio, me había
hecho con un extensísimo lote de películas ochenteras,
prácticamente al peso. Y una de ellas era la de Susan.
Así que tuve que revolver el trastero de casa de mis padres hasta encontrarla
felizmente, en glorioso formato Betamax. La cinta era
original pero estaba trilladísima; eso sí, al menos la teníamos. Una vez más el
chino del barrio la pasó a digital y esta vez nos la entregó con cierta cara de
oriental preocupación. Parecía que ni sus efectos especiales la habían
salvado.
Al
fin comenzó el ciclo y pudimos ver, gracias a la selección de Mr.Berlanga, desde el primer y mejor Almodóvar, hasta el Cronenberg más oscuro, pasando por una de las favoritas de
Jorge, EL ANSIA (1983) del sinpar Tony
Scott, el rey de los filtros anaranjados. Este
morboso e imposible videoclip me ha hecho siempre
especial gracia, así como detesto el actual cine de vampiros. Cuando tocó
la de Madonna decidí no asistir por si las moscas. Y el proyeccionista se
quejó: aquello no reunía según su criterio la calidad suficiente para ser
proyectado en pantalla grande. Razón no le faltaba al buen hombre. Al dia siguiente nos preguntó mosqueado: “¿De dónde demonios la habéis sacado?”.
Get into the groove.
Los dias
se sucedían y Jorge propuso un nuevo cuartel general en un casticísimo
bar de Caballero de Gracia; allí Arrieta, entre tragos vespertinos, nos inquietó al confesarnos que
no tenía la cinta perdida de SYLVIA COUSKI. Nunca supimos qué fue de ella. Esta vez
Mientras,
pudimos disfrutar de dos joyas totales e
insuperables de nuestro cine ibérico, las únicas largas del maestro Iván Zulueta. Recuerdo cenar con Jorge tras el alucinante y ultrapop 1,2,3.. AL ESCONDITE INGLES y sacar una y otra vez –fue
una muletilla que se nos pegó como un chicle‑
aquello de “Mamá, cada vez que te dejo
sola te pones a hacer psicodelia“. No sé ustedes
pero muchas de las claves del futuro humor almodovariano
las detecté en este simpático y chiflado debut zuluetesco.
Con Vainicas incluidas.
Al
fin llegó la copia francesa de COUSKI justito la víspera de su proyección y volvimos a
citar a Arrieta, esta vez en el Hotel de las Letras, en plena Gran Vía
(entonces recién inaugurado). Todo transcurría como la seda pero nuevamente
aquellos copazos interminables que pagaba Producción nos jugaron una mala
pasada: de repente desapareció la copia que había encima de nuestra mesa. Doy
fe que cuando pedimos la extensa cuenta de licores la cinta ya no estaba. Horas
más tarde recibí la llamada del encargado del bar del
hotel comunicándome que finalmente la habían localizado. Aquella noche
respiramos tranquilos.
Era
el Dia D de Adolpho Arrieta
‑más bien el Dia Doble A‑
y una hora antes de que el cine abriese sus puertas me pasé por el Hotel para
recoger la cinta. Camino al Círculo, bajando por Gran Vía me llamó la atención
lo poco que pesaba aquella carátula: resultó que estaba vacía. Sudor frío. Nos
la habían birlado, no sé cómo y esta vez no había nada que hacer.
Jorge,
siempre tan sereno ante este tipo de situaciones taquicárdicas,
decidió invertir el orden y adelantar en el programa la premiere
de Arrieta y estrenar su Vacanza permanente
(no como aparece en wikipedia, por cierto). Ipso facto me mandó a casa a conseguir cualquier otro
título que pudiese rellenar el terrible hueco que se nos presentaba. Yo incluso
pensé escoger alguna de su Señor Padre. Y debió ser eso, un berlanguiano
milagro, lo que hizo que apareciese de repente un extraño archivo en el disco
duro de mi ordenador, que era ni más ni menos que la copia –valga la finflunflancia‑ de la copia digital que nos había
hecho el chino.
Aunque
en flasheantes, saturados y psicotrópicos colores por
fin pudimos todos ver aquella noche LAS
INTRIGAS DE SYLVIA COUSKI.
El propio Arrieta estaba encantado con aquella excéntrica y oriental versión.
Con Jorge pasaban siempre estas cosas…al final todo encajaba y funcionaba por
una extraña quimera.
El
éxito de público fue tremendo en prácticamente la totalidad del ciclo y Jorge
fue felicitado desde las altas instancias. Me gustó ver allí un público joven,
hambriento de buen cine. Y el ultimo dia se proyectaba
Habíamos
conseguido ‑no sin mucho esfuerzo y un poquito, por qué no decirlo, de
cara dura y picaresca‑
rellenar y completar toda la programación. Hubo momentos históricos,
como la noche que desvirgamos la eterna e irrepetible ARREBATO en una copia (posiblemente
la última) por estrenar. Pero haciendo gala de su espíritu punk una se
resistía contra viento y marea a ser hallada por cualquier medio y esta era la
de los Sex Pistols. Nos pateamos la ciudad entera y
ni rastro de ella. Yo la había tenido en video pero no la encontraba. No daba
tiempo ni tan siquiera a encargarla en ningún lado, así que tuvimos que echar
mano del ultimo de los recursos. Ese que haria
estremecer a
Aquella
mañana y tarde fueron de auténtico infarto, con el pobre Jorge llamando a cada
rato para conocer inexistentes novedades; al fin di con ella en
Se
apagan las luces de la sala. No sólo las butacas están completas, también el
público abarrota los pasillos. El loco de Jorge está encantado; yo con el
corazón que se me sale del pecho, a tres mil revoluciones. Sólo de recordarlo
hoy ya me pongo nervioso.
Mi
máximo miedo era que la película no fuera finalmente la de los Sex Pistols. Algo que sucede mucho con las pelis
piratas de internet es que te descargas una y te
encuentras con una porno en lugar de la que buscabas. Algún cachondo o cachonda se dedica a subirlas, cambiar los títulos y
confundirte: te bajas una de arte y ensayo y luego resulta que es
cualquier cochinada de Rocco Sigfredi o Nacho Vital.
Yo recé para que esto no sucediera, es más me santigué
cuando la sala se puso a oscuras. Jorge, ya digo, impertérrito.
Comienza
la peli y antes de que salga la imagen, el sonido ya
es un auténtico infierno. Un ruido de fondo insufrible, abominable. Las voces ‑creo
que la primera que se escucha es la de MacLaren‑
sepultadas y distorsionadísimas, no había quien entendiera nada. Sonaba como si
los protagonistas estuvieran hablando en un túnel. Sobra decir que los
subtítulos brillaban por su ausencia.
No
es que la imagen estuviese pixelada es que no he
visto píxeles rojos más grandes en toda mi vida. Sin brillo, oscurísima, con
una pobreza cromática de echarse a correr y unos blancos tan quemados que mareaban.Y encima cuando sonaban las canciones parecía que
las tocaba alguien al otro lado del hilo telefónico, eran inaudibles. Una
pesadilla, en serio. A todos los niveles. Nunca lo he pasado tan mal en una
sala de cine. Naturalmente se escuchaban murmullos, aunque me consta que todo
el mundo menos yo salió feliz de aquello, pero no tuve el valor de girarme y
ver las caras del público. Sufrí lo indecible. Sólo recuerdo que en un momento
dado mire a Jorge y le vi relajado, feliz, sonriente.
Se acercó y me dijo al oído: “Esto es el
punk“. Amén.
George, my dear friend. Qué grandes
recuerdos me dejas, gracias por todo y por ser así. Ya te echamos de menos. La
noche en que te fuiste para reunirte finalmente con el Clan Berlanga, te hice
mi propio homenaje en el Cock, donde pasamos tantos
inolvidables ratos. De hecho formas parte de su escenario, siempre te veré
apostado elegantemente en su barra. Estaban allí Jaime, May, Isabela, Luis.... Todos brindamos por ti.
Empecé con “HEROES“ de Bowie, canción totémica que te dedicaban siempre en Rockola. Luego muchas otras favoritas como Mon oncle de Tati, Vainicas, Carmen Miranda, Carosone
y mucho ye-yé. Aquella noche el bar
cerró triste, antes de tiempo. El azar quiso que cuando mandaron quitar la
música y poner la canción de cierre, sonaba “OTRA DIMENSION“ de Los Pegamoides, con Carlos en la voz principal.
Ya
despegó tu nave a propulsión, nos vemos a las ocho en Plutón.