por Dildo
de Congost
En el libro “IN DER NÜSTEN DER ERDE” [En los
desiertos de la Tierra], el autor, Uwe George, considera al desierto como el
estado natural de nuestro planeta, y al mundo contemporáneo, animado con plantas
y animales, como un corto entreacto. (Algo similar a lo que ocurre con toda
vida, que es como un flash, un instante en medio de la oscuridad, del infierno,
del paraíso o de lo que Dios quiera que haya después de la muerte). Por eso, no
nos debe preocupar ni la ola de incendios galaicos, ni la desertización del
planeta, ni la capa de ozono, ni todas esas cosas que tanto entretienen a los
ecologistas y a los captadores de Greenpeace que te intentan parar por la calle
al grito de “¿Te preocupa el medio ambiente?”. No, no me importa más
allá del prisma egoísta: sí, a veces me gusta pasear por el bosque, pero eso es
pura anécdota. Antes o después, el rey Desierto llegará y nos enterrará bajo
arena a todos. Y la Tierra será un secarral inhabitable... como tantos otros
planetas.
Dicho esto, teniendo las
cosas claras, la perspectiva cósmica adecuada y blablabla, hay que cagarse en
la madre que parió a los hijoslagranputa que han estado plantando fuego en los
montes gallegos. No por sensiblería ecologistoide ni nada remotamente parecido,
sino por puro sentido común: los que han quemado los montes han cometido, a mi
juicio, el mayor pecado posible: crímenes contra la naturaleza. Y deberían
pagar la pena máxima: ser ajusticiados en la hoguera, morir con la carne
quemada; luego, echaríamos ese churrasco humano a los cerdos. Es fácil decirlo:
pena de muerte a fuego lento para los pirómanos forestales, sí. Sería lo ideal.
Pero no se hará. Y no sólo porque somos un país “democrático”, modelno,
sobrecivilizado, tolerante y guay, que no admite la pena de muerte y, muchísimo
menos, la hoguera justiciera, el fuego purificador, sino también porque no
tenemos ni pajolera idea de a quién demonios corresponde la autoría de esos
naturocidios. ¿No lo sabemos o no nos lo quieren contar? Da igual, el caso es
que la investigación sobre el tema, ya de por sí difícil y complicada, se ha
convertido en un cruce de acusaciones que recuerda al “¡yo no he sido, ha
sido ese!” que se solía gritar en los patios de colegio. Al final, acaba
pagando el pato el tonto del pueblo. Y el resto es historia de la conspiranoia.
Vamos a analizar, una por una, las teorías que
existen sobre el origen del drama forestal galaico, dándole a cada una de ellas
una solución de urgencia, para que luego no digan (como cuando di el mazazo a
la gestión del Asunto Prestige) que hago crítica destructiva. Abróchense las
mascarillas, y no sólo por el humo: en los bosques gallegos apesta a
chamusquina.
-Teoría 1: Barbacoas, cigarrillos y otros inventos.
Un fuego mal apagado, una colilla por allí, una hoguerita por allá... y un
monte menos. ¿Será posible? No creo, porque eso puede originar uno o dos
incendios, pero no una sospechosa plaga de fuegos en diferentes puntos de una
misma Comunidad. Solución: aumentar el número de guardas forestales que estén
pendientes de los pequeños brotes prendidos por desaprensivos, muy fáciles de
apagar si se pillan a tiempo. Eso, si hay intención de apagar el incendio,
claro...
-Teoría 2: Rabudismo galaico. La, por todos bien
conocida, cabezonería y empanada mental de los actuales habitantes de la
Galicia rural provoca rivalidades extremas entre familias, vecinos o paisanos
que se remontan a la década de los 60 del siglo XX. Como aquellas familias de
paletos confederados de los cartoons de Hanna Barbera, como personajes de Jim
Thompson, pero con boina y xeada. Queman la tierra del vecino para putearlo por
rencillas antediluvianas, heredadas junto a los rastrillos y los toxos. ¿Será posible?
Hay muchos casos de campesinos que, como hijos de Caín, mataron al vecino por
un puñado de tierra. Si son capaces de asesinar, también lo son de piromanear.
Solución: limpieza étnica de la Galicia rural: gaseado de las razas degeneradas
a lo largo de los siglos y repoblación del territorio vacío con purasangres
celtas que, creados en laboratorio, estén en comunión con los demás animales y
con la tierra, el cielo, el mar y el aire. Para un pueblo que vive en comunión
con la Tradición y la Naturaleza (como, por ejemplo, los extintos indios
norteamericanos) quemar sus propios bosques sería una dolorosísima forma de
autolesión.
-Teoría 3: Todos con(tra) el fuego. Son los propios
miembros de las cuadrillas contraincendios los que plantan fuego en los bosques,
para así tener trabajo y justificar la existencia de sus puestos laborales.
¿Será posible? No es descabellado, y más teniendo en cuenta que hay 4.000
bomberos forestales contratados en Galicia. Solución: despedir a los 4.000
bomberos y militarizar totalmente el apagado de incendios. Así, al menos, el
ejército hace algo (útil).
-Teoría 4: Especulación urbanística. La Xunta de
Galicia prohibe construir en suelos devastados por el fuego. Si tenemos
presente el hecho de que la inmensa mayoría de los incendios han sido
provocados en terrenos próximos a zonas turísticas, no sería raro que fueran
lacayos de las constructoras los incendiarios, para presionar a las Autoridades
y que éstas cambien las leyes. ¿Será posible? Tal y como está el asunto
inmobiliario en Las Españas... me temo que sí. El suelo es oro. Soluciones:
prohibir terminantemente construir en zonas naturales. Convertir lo que queda
de Galicia verde en reserva natural. Incendiar las ciudades.
-Teoría 5: La escasez de pasto... llevaría a algunos ganaderos rabudos a “queimar os
montes” para así tener dónde cebar a sus bestias. ¿Será posible? El
agricultor gallego no es tan bestia como los desalmados que habitamos en las
ciudades, pero sí es más bruto que los animales que explota, así que me lo creo.
Solución: la misma que en la Teoría 2.
-Teoría 6: Rivalidades
políticas. Se rumorea que fueron militantes del PP cabreados los que provocaron
muchos fuegos, para poner en evidencia al PSOE/BNG y su recién estrenado
aparato antiincendios. ¿Será posible? Todo es posible en las alcantarillas de
la política. Cuando gobernaba Fraga también se decía que los incendios los
provocaban elementos radicales del PSOE y del BNG. Solución: acabar con el
sistema democrático, o sea, con la oligarquía de partidos e instaurar un nuevo
orden.
-Teoría 7: Limpiar el
monte. Muchos propietarios prefieren quemar el bosque que limpiarlo. ¿Por qué?
Porque, según la nueva Ley de Montes, si el dueño del terreno no lo limpia en
un mes, tendría que hacerlo una cuadrilla y el propietario se vería obligado a
pagar un multón de 3.000 euros. ¿Será posible? Dada la mezquindad de los
terratenientes, sí. Soluciones: abolir la Ley de Montes. Expropiar todos los
terrenos. Militarizar la limpieza forestal.
-Teoría 8: Narcos incendiarios.
Los esbirros de los narcotraficantes queman los montes para que el fuego de los
árboles no deje ver el bosque de las masivas descargas de droga que se producen
en las costas galaicas. ¿Será posible? Por supuesto. Y más teniendo en cuenta
que muchos de los incendios se produjeron en las Rías Baixas, zona de carga y
descarga de la mejor “perica”. Aunque, bien pensado, ¿para qué tendrían
que hacer esas filigranas con cerillas los narcos cuando casi siempre tienen a
la Ley de su parte? Solución: legalizar las drogas.
-Teoría 9: Ratas de la madera. La madera quemada es
bastante más barata que la verde e igualmente útil para los intereses
madereros. Si queman los montes, se ahorran bastante dinero. En cualquier caso,
en Galicia abundan árboles baratos como el vampiro eucalipto (cuyas largas
raíces son capaces de acabar con todas las especies autóctonas que le rodean),
así que tampoco se pierde tanto como lloran los ecologistas. ¿Será posible? Del
todo. Este otoño, las subastas de madera están a tope. El 90% de material
quemado se vende. Y, por si fuera poca prueba, existen empresas madereras que
compran a través de terceros para no levantar sospechas. Soluciones: quemar
todos los montes galaicos llenos de especies invasoras y repoblarlos con
árboles autóctonos. Luego, insisto, convertir Galicia en una reserva natural.
-Teoría 10: Locos,
alcohólicos y subnormales. Las penúltimas noticias hablan de varios pirómanos
detenidos. ¿Quiénes son? ¿Terroristas, narcos o mafiosos, como apuntaba el
Gobierno con sospechosa timidez? No, son “enfermos”. Presuntamente, un
retrasado mental de Lalín quemó el monte de Carrio (Lalín); un borrachín de A
Baña (A Coruña) tomó unas copas de más en una verbena y se puso a jugar con
cerillas entre los árboles; un viejo de Santiago, que también le daba a la
botella, incendió varios bosques de la zona... y así sucesivamente. ¿Será
posible? Sí, pero son tres y siempre queda la posibilidad de que sean chivos
expiatorios. Y me niego a creer que entre tres infraseres puedan quemar media
Galicia. Por cierto: el hecho de que sean borrachos y subnormales nos da una
idea del estado en el que se encuentra el material humano en Galicia. Solución:
la misma que en las teorías 2 y 4.
Nunca
sabremos quién plantó esos fuegos. Y tampoco importa mucho. Tal vez sea lo
mejor. Que Galicia arda como una Roma á feira. Algún día se abrirán las nubes,
caerá un rayo divino y plantará un gran fuego inextinguible que limpiará a nosa
terra y todas las demás. Y nosotros reiremos mientras ardemos entre las llamas
que alumbrarán el fin de la Edad Oscura.
George
Bush dijo en su día que la mejor prevención contra la ola de incendios que
amenazaba a América era cortar los árboles. Estoy de acuerdo. Castremos todos
los árboles de Galicia, de España, de Occidente, del Mundo. Al fin y al cabo
(recuerden) como bien dijo otro George (Uwe), “el desierto es el estado
natural de nuestro planeta”.
dildoatriba feroz sobre el prestige aquí
*otras brasas en: www.dildodrome.com/.