FEMINISMO EN BRAGAS



lo cuenta Andrea Byblos



La conozco virtualmente desde hace unos años. Virtualmente. Fotos y textos por internet. Al principio parecía una chica muy liberal, con problemas económicos, preocupada por sacar adelante a sus hijos mientras iba de fiesta, aficionada a la lectura, con dos o tres novios por año. Una chica de su tiempo.

Entonces era agradable, no hablaba de política, y exhibía sus fotos, en plan sexy o medio sexy para que la viera el personal masculino, al que respondía con coqueteos.

Pero los tiempos cambian, y como es una chica de su tiempo se ha hecho feminista. Y sus redes sociales son feministas. Un feminismo de su tiempo, no el de Victoria Kent, Virginia Wolf o Doris Lessing, sino el feminismo en bragas.

El feminismo en bragas, aparte de los consabidos panfletos de sororidad, la tiranía del heteropatriarcado etc., se basa, evidentemente, en las bragas.

Es decir, pone fotos en las redes sociales de su cuerpo en bragas para lucir las nuevas que se ha comprado. Muy bien como catálogo de lencería.

Si no fuera porque el hecho de poner una foto en bragas –algo antiguo ya, cuando no existía la fotografía ni internet los pintores y escultores retrataban a sus musas en paños menores-, ya no es poner una foto en bragas, sino todo un sermón ético muy serio.

Es decir:

- Ella se luce en bragas en internet no para que la admiren los hombres, sino para sí misma.

- Hay hombres que le envían mensajes para intimar, lo cual es machista y despreciable porque ellos creen que esas bragas van dirigidas a ellos, pero no. Son las bragas de ella y se dirige esas fotos en una página de Instagram abierta al público a sí misma. Sus bragas son sólo para ella.

-Hay hombres que le envían solicitud de amistad para contemplar las bragas, pero ella no considera, que así como las fotos de sus bragas que publica son sólo para ella, ellos puede que quieran sólo comprar bragas para usarlas como trapos para limpiar las bujías del coche, o regalárselas a una amiga transexual vegana negra, que anda sin blanca (lo cual sería de una enorme profundidad ética).

-De vez en cuando, sin tener en cuenta que pese a que pueda parecer que los hombres están interesados en sus bragas por razones hormonales en realidad bien pueden necesitar esas bragas para limpiar la bujías del coche, pone una captura de pantalla con la lista y fotos de hombres que solicitan su amistad para contemplar sus bragas y los acusa de machistas recalcando que ella no busca nada sexual.

-Alguno se cabrea y le dice que si pone fotos en bragas para que las vean los demás está abriendo camino a que algunos puedan considerarlo como insinuación, pero esto es rechazado de plano por ella en sermones insultantes, porque sus públicas bragas son sólo para su disfrute: algo así como si hiciera sujetamaceteros de macramé para contemplarlos sólo ella en una cueva secreta alejada del mundo.






Otra chica hace unas coreografías muy muy sexys, vestida en bragas, que pone entre semana, y los fines de semana las complementa con sermones de autoyuda y ayuda a los demás. Son sermones éticos y de darse ánimos de empoderamiento feminista, recalcando que pone esas coreografías para sí misma y eso la hace realizarse como persona. No falla el día que habla de que alguien la sigue, que tiene miedo etc. Pero no toma precauciones de no poner su rostro en internet. Es como si creyera que con frasecitas de autoyuda pudiera convencer a un psicópata obsesionado con ella de convertirse en un ser tan respetuoso como un osito de peluche.






Ambas, aparte de su interés por las bragas, comparten la pasión por los sermones.






Me entero de que ya hay firmas que han aprovechado el tirón de las bragas, gran tendencia, y están comenzando a crear bragas feministas con logos y formas de empoderamiento femenino. Gran idea, brillante, hay mercado. Pronto se inundará todo de bragas y más bragas con consignas rompedoras y de chicas luciéndolas en Instagram sólo para sí mismas.

Pero ese feminismo en bragas, tan empoderado, tan rompedor, tan moderno y en tendencia es el feminismo más frágil que existe.

Porque este feminismo en bragas que es para una misma, sólo que en lugar de mirarse en el espejo de su casa se pone en Instagram, es totalmente dependiente de la mirada y la opinión de otros, concretamente de esos desgraciados hombres machistas hormonados (que lo mismo están buscando trapos para limpiar las bujías del coche, nunca se sabe) a los que, aparentemente, no se los espera y se los rechaza con insultos, pero que sin su presencia no existiría este brillante y rompedor feminismo bragado.