Ex tempore



un desahogo de Andrea Byblos





Por mucho que me informe, creo que estoy fuera de tiempo.



Siempre lo he estado, en realidad, pero ahora más. Hay algo que lo indica. Estoy escuchando a Mozart.



Nunca escucho a Mozart salvo algún aria perdida de una de sus óperas. Ni siquiera su Requiem me llama, y eso que suelo escuchar a menudo otros réquiems.



Pero últimamente, y de forma casi obsesiva escucho repetitivamente la Misa de la Coronación.



Y eso indica que algo no va bien. Siempre he escuchado mucha música clásica, pero no a Mozart. Me resultaba muy ligero.



Creo que debe indicar que necesito algo de ligereza en estos tiempos convulsos.



Lo que está ocurriendo es mucho más de lo que un cerebro normalito como el mío puede procesar. Y creo que está colapsando, saturado de conspiraciones y noticias, falsas o no.



Parece que se cae todo de golpe. Es una tras otra.



Las ideologías, que en un momento dado servían para encontrar soluciones a problemas sociales y económicos, desde hace tiempo se han convertido en un escaparate de narcisismo ético. No ofrece soluciones, sólo peroratas insufribles y gestos que unos cuantos iluminados, con un ladrillo ideológico como cerebro, suponen que son muy guays.



Cuando un espacio se queda vacío llegan otros que lo ocupan, y es muy probable que lo ocupen de la forma más brutal, como el poder nuevo cuando se expande.



Y aquí hay un vacío inmenso. Todo se conjuga en palabrerío, gestos, leyes absurdas, una vida sin sentido ni profundidad ninguna, una queja permanente de cuestiones banales y un evitar los problemas de verdad.



Es fácil que una religión extremista se apropie de forma violenta de todo.



El miedo hará el resto.



Saben como meter miedo con el terror. Y conocen que es una sociedad, la nuestra, acomplejada por errores pasados. El holocausto y sus implicaciones. Esa culpa colectiva que no se ha ido y que es la causa de los problemas de ahora.



Si los judíos no hubieran sido masacrados en la shoah no hubieran creado el Estado de Israel ni tendrían esa necesidad de preservarlo con angustia, a toda costa y contra feroces enemigos. Ellos también tienen miedo, mucho miedo. Miedo a que los masacremos otra vez nosotros y a que los masacren sus vecinos.



Y si en Europa no se hubiera masacrado a los judíos se andaría con más miramientos a la hora de dejar que millones de inmigrantes de culturas poco compatibles con la nuestra entraran. No habría ese miedo a ser considerado xenófobo o racista por pretender que haya un número de inmigrantes asimilable.



Pero la historia es la que es y nosotros nos vamos a comer con patatas unos atentados en Europa para atemorizarnos más. Y después habrá que ver lo de la demografía y tal… Cuando sean mayoría veremos.



La brutalidad y el miedo son, en realidad, muy efectivos. Es así como las grandes potencias se han creado de toda la vida, como nos aterrorizan unos y otros. Los religiosos ganan terreno a cuchilladas, bombazos y balazos porque su Dios les va a compensar por el trabajito sucio. Rusia entendió que con la violencia sería un país apestado, pero mantendría a USA a raya, USA nos recuerda periódicamente que es el gran jefe bombardeando aquí y allá e Israel se revuelve a bombazos por su voluntad férrea de sobrevivir pese a todos y contra todos.



Estoy segura de que si a los judíos les ganan y los obligan a irse de su tierra prometida, son capaces de dejar toda la zona como un erial inhabitable por 5.000 años. Bombas nucleares tienen. De hecho, las inventaron ellos.



Atrás quedaron los años 60, que ahora vemos con una nostalgia infinita y eso que yo aún no había nacido. Esa utopía, ese espíritu de avance, de libertad, de haber encontrado el sendero.



Quedaron tan atrás que es probable que nunca vuelva a haber nada parecido. Nos estamos sumiendo en la decadencia más absoluta que precede al mundo de las sombras.



Hace unos días veía yo unas fotos de Herbert Von Karajan en los 60 con un Porsche nombrado como él.



Me dio una sensación rara. Un tipo, genio musical, que se inscribió dos veces en el partido nazi, casado con una nieta del dueño de Gütermann (un rico industrial judío), que fue absuelto en los juicios sobre su pasado nazi tras la II Guerra Mundial, que se lucía con glamourosas mujeres, ostentaba riqueza y poderío y dirigía esculpiendo y mordiendo a la orquesta.



Parece que pasó indemne por todo el proceso, que todo le resbalaba. Ni remordimientos, ni trauma ni nada. Se comía la vida a bocaos luciéndose como un pimpollo.



A mí nunca me ha gustado Von Karajan, lo veía muy figurón, más como un personaje que como un músico. Y ahora entiendo por qué. Era un genio de la dirección de orquestas, pero tenía ese punto chuloputis flashy hortera que tanto gusta a algunas mujeres de lujo y glamour y a mí me horroriza.



Son esos los que sobreviven. Yo no sé si podría sobrevivir a una guerra, al dolor, la desolación.



Estuve hace un mes visitando un cementerio militar alemán y sus tumbas olvidadas. Tanto dolor que causaron… Y la mayoría de los soldados murieron con 20 años. Muchos de ellos ni sabrían por lo que estaban luchando. Seguro que sobrevivieron los más crueles, los más preparados para el horror. Son tumbas medio escondidas, grises, tristes, poco cuidadas. De perdedores.



Llevamos año y medio con la guerra ucrorrusa, la amenaza de extinguirnos está siempre ahí. Y ahora, con esta otra vuelta de tuerca avanzamos un paso.



Si se ponen a ello, por favor, que sean rápidos y efectivos.



Dijo Yolanda Díaz hace unos días que los ricos se iban a escapar de la hecatombe en cohetes. Eso nos da algo de esperanza, puesto que con la tecnología actual es imposible y tampoco hay planeta al que poder irse, dado que todo el sistema solar es inhabitable y la estrella más cercana está a 4 años luz. Así que, lo menos, faltan unos 100 años.



No ayuda saber que esta tipa tiene ese analfabetismo de los que se metieron en el cerebro un ladrillo repleto de ideología y frases rimbombantes sobre el heteropatriarcado y el capital y no les cabe en el cráneo ni una mijita más, el ladrillo lo ocupó todo.



Así que, si se viene el final de los tiempos, yo me pido una buena bomba H, que en segundos me envíe a los infiernos, aunque tenga que ver allí a Von Karajan.



Creo que es preferible eso a acabar con un burka gracias a la infinita gracia de los políticos de la comunidad del ladrillo en la cabeza.



Un poco de latín no viene mal para recordar de donde venimos y que hubo humanos más listos que nosotros que, por sus errores, acabaron siendo dominados por la barbarie. Aunque me molan más los dioses romanos, se lo dedico al Dios hebreo por si tiene el día bueno y me escucha ya que Júpiter debe andar enredado con alguna pelandrusca y hace 2.000 años que pasa de nosotros.





Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonae voluntatis.