Exorcismos:
en el límite de la fe
Por Esther
Peñas
Es uno de los
ritos religiosos más espectaculares o, por lo menos, de los que más se presta
al espectáculo. Judíos, católicos, musulmanes, religiones tribales, animistas,
creencias paganas… no hay culto que se precie que no
tenga su propio protocolo para realizar un exorcismo, es decir, para expulsar a
un espíritu maligno de una persona, un animal, un objeto e incluso lugares como
pueblos o casas. Sugestión, enfermedad mental, superchería o auténtica posesión
demoníaca, lo cierto es que la mera palabra, exorcismo, provoca cierta inquietud tanto en quien la pronuncia
como en quien la escucha.
El católico es
el credo más íntimamente relacionado con esta práctica. No en vano hasta siete
casos específicos de posesión se relatan en los Evangelios (Mt.
8,2 o Mc. 9,2 basten como ejemplo), y hasta el propio
Jesucristo los practicó (Mc. 1,22). Además, el
sacramento primordial de esta religión, el bautismo, no es sino una fórmula
menor de exorcismo, que limpia la huella que el Diablo dejó sobre el hombre, el
pecado original.
“Ser o no
creyentes, tener fe en una religión u otra no significa que los espíritus no
nos acechen. Desde los esquimales hasta cualquier tribu africana, desde los
japoneses a los incas, todos los pueblos de la tierra han creído en la
existencia de malos espíritus y en su capacidad de posesión”, explica José
Antonio Fortea, sacerdote exorcista.
Ya en el año
416, el Papa Inocencio escribe una carta al obispo Gubbio
en el que institucionaliza el ritual, quedando obligados los curas que lo
oficiaban a disponer del beneplácito de
De la misma
opinión es el cardenal Jorge Medina, prefecto de
Tal y como
afirman los entendidos en la materia, los demonios tienen sus preferencias. A
día de hoy, y según comenta el padre Fortea, Polonia
e Italia son los países en los que mayor número de exorcismos se practican
anualmente, aunque en el Vaticano están preocupados por el aumento de los casos
en Estados Unidos.
ESCENOGRAFÍA
DEL RITO
Los exorcistas
aseguran que es una tarea que causa monotonía y que, a la larga, cansa. ¿Cómo
es posible que combatir al mismísimo Maligno produzca hastío, hartazgo?
El proceso hasta
que un endemoniado se somete a una práctica de estas características no es
fácil. El poseído (o, en su nombre, algún familiar próximo) acude a un
sacerdote y le expone el caso. Éste lo evalúa. Si observa indicios de posesión,
entonces lo eleva a los consultores, que suele ser un equipo de tres personas (ordenadas o no) de distintas
edades que disciernen el asunto. De seguir adelante con el proceso, el cura,
tras el consiguiente beneplácito del obispo, procede a impartir el exorcismo.
En caso de duda, agua bendita: “hay personas a las que es difícil diagnosticar
si padece un trastorno o una posesión. La prueba de fuego es colocar en el
hisopo agua del grifo en vez de agua bendita –sin que lo sepa el supuesto
poseído- y aspergerle. Si se trata de un impostor, reacciona. Si un diablo está
entro del cuerpo, no se inmutará ante el agua inocua”, continúa Fortea.
No siempre basta
una sesión. “La mayoría de los casos que se atienden son desviados a
profesionales de
Vital durante
las sesiones es que haya un grupo de laicos que “sujeten al poseso y recen
durante el acto litúrgico”, tal y como afirma Gabriele
Amorth, exorcista de Roma y seguramente el más famoso
de todos los tiempos, siquiera por la cantidad de best seller que sobre el tema ha escrito. Con el tiempo, los
integrantes más leales del grupo pueden formar parte de los consultores.
Las evidencias
de la posesión durante el exorcismo son fácilmente identificables: inusual
fuerza física de la víctima, don de lenguas muertas y desconocidas, capacidad
para saber cosas que escapan al entendimiento (pueden chantajear con secretos
íntimos nunca confesados) y una animadversión desbordada contra todo objeto y
figura religiosa (especialmente la cruz, el rosario, el agua bendita y la
figura de
No es necesario
que la víctima de la posesión esté bautizada. Tampoco que sea católica, al
igual que no es requisito indispensable que el sacerdote que lo imparte sea especialmente
virtuoso. “Esto ayudará, claro está, pero el exorcismo es una demostración del
poder de
¿Qué sucede en
caso de detectar un caso de posesión y no tener un cura cerca? El Ritual Romano
contempla esta improbable pero posible situación. Entonces, un grupo de
creyentes rezará unas oraciones para combatir al espíritu, aunque no se estará
aplicando un exorcismo en sentido estricto –ya que sólo puede efectuarlo un
sacerdote-, sino una plegaria de liberación (‘exorcismus
missionalis’), aunque el propósito y el resultado es
el mismo.
En cuanto a las
fórmulas que el cura emplea, conocidas como ‘oraciones deprecativas’, están
recogidas en el Ritual Romano y son tan variadas como poéticas e imperativas.
Por cierto, la exhortación “¡Vade reto, Satanás!”, sigue vigente.
POSESIONES
DE PELÍCULA
Que nuestro modo
de ver el mundo está condicionado por cine, nadie lo duda. Desde luego, los
conocimientos en materia de exorcismos provienen de él. Aunque hay decenas de
películas que abordan el tema (cientos si se extiende la temática al diablo en
sí), tres han calado de especial manera en el espectador. La primera, y la más
antigua, es ‘El exorcista’, de 1973, de William Friedkin.
Supuso una auténtica revolución. Nunca antes se había tratado con tanto detalle
el asunto. Basada en la novela homónima de William Meter Blatty,
‘El exorcista’ conmocionó a varias generaciones y el paso del tiempo no ha
hecho mella en el estremecimiento que provoca en el espectador.
Veintidós años
después nos encontramos con ‘El exorcismo de Emily
Rose’ (2005), de Scottt Derrickson,
basada en una historia real en la que la protagonista acaba muriendo, siendo
sus padres y curas participantes juzgados y condenados por negligencia médica.
En pleno siglo XXI, el estreno de este filme produjo ataques de histeria
colectiva en algunas ciudades norteamericanas.
Otro de los
filmes más interesantes sobre exorcismos es ‘Constantine’
(2008), de Francis Lawrence, basada en el cómic de los años ochenta ‘Hellblazer’, en el que ni los ángeles son tan cándidos ni
los diablos tan pérfidos. Prohibida en algunos países islámicos, la trama gira
en torno a John Constantine
(inspirado en el cantante Sting), que trata de
suicidarse al no poder cargar con el don que le ha tocado en suerte: distinguir
a ángeles y demonios pululando por entre los mortales. Su intento de suicidio
lo llevó a ver el infierno comprendiendo que debía redimirse para evitar ese
final tras su muerte. Desde entonces, busca la redención en
Pero no hay por qué tener miedo. Las almas puras,
recuerda la ‘Summa daemoniaca’
no han de temer, los espíritus malignos nada pueden contra ellas. Eso sí,
conviene limpiarlas cuanto antes, por si acaso. Al fin y al cabo, advierte el
padre Amorth, “la confesión es un don divino mucho
más grande que el exorcismo. El exorcismo solo saca al demonio del cuerpo, la
confesión, el mal de nuestro espíritu”.
ALGUNAS
RECOMENDACIONES LITERARIAS
Para quienes
quieran profundizar más en el tema, aquí van unos cuantos títulos
indispensables. Aparte de ‘El exorcista’ (Zeta), novela de William Petter Blatty, texto en el que se
basó la película homónima, son cientos los libros que abordan el asunto. ‘Habla
un exorcista’ (Planeta Editorial) recoge el testimonio, en primera persona, de Gabriele Amorth, el exorcista de
la diócesis de Roma, en el que cuenta cómo defenderse del demonio,
cómo identificar los signos que indican su presencia, etc. En ‘
Y si queremos
investigar en las procelosas aguas de Internet, atentos a estas direcciones:
·
Para conocer el
texto íntegro del Ritual de Exorcismo: http://secretummeummihi.blogspot.com/2007/01/texto-completo-del-nuevo-ritual-de.html
·
Entrevista al
padre Amorth sobre el tema: http://idd009zz.eresmas.net/doc43.html