Exorcismos: en el límite de la fe

 

Por Esther Peñas

 

Es uno de los ritos religiosos más espectaculares o, por lo menos, de los que más se presta al espectáculo. Judíos, católicos, musulmanes, religiones tribales, animistas, creencias paganas no hay culto que se precie que no tenga su propio protocolo para realizar un exorcismo, es decir, para expulsar a un espíritu maligno de una persona, un animal, un objeto e incluso lugares como pueblos o casas. Sugestión, enfermedad mental, superchería o auténtica posesión demoníaca, lo cierto es que la mera palabra, exorcismo, provoca cierta inquietud tanto en quien la pronuncia como en quien la escucha.

 

El católico es el credo más íntimamente relacionado con esta práctica. No en vano hasta siete casos específicos de posesión se relatan en los Evangelios (Mt. 8,2 o Mc. 9,2 basten como ejemplo), y hasta el propio Jesucristo los practicó (Mc. 1,22). Además, el sacramento primordial de esta religión, el bautismo, no es sino una fórmula menor de exorcismo, que limpia la huella que el Diablo dejó sobre el hombre, el pecado original.

 

“Ser o no creyentes, tener fe en una religión u otra no significa que los espíritus no nos acechen. Desde los esquimales hasta cualquier tribu africana, desde los japoneses a los incas, todos los pueblos de la tierra han creído en la existencia de malos espíritus y en su capacidad de posesión”, explica José Antonio Fortea, sacerdote exorcista.

 

Ya en el año 416, el Papa Inocencio escribe una carta al obispo Gubbio en el que institucionaliza el ritual, quedando obligados los curas que lo oficiaban a disponer del beneplácito de la Alta Curia, ya que, hasta ese momento, no se requería permiso alguno para realizarlo. Desde entonces, los exorcismos se convirtieron en un acto litúrgico que se celebraba con cierta asiduidad, especialmente durante la Santa Inquisición. Con la llegada del Concilio II (1962-65), el asunto se revisó hasta el punto de considerarlo como algo obsoleto, ya que eran más los detractores que los partidarios de la posibilidad de que el Maligno pudiera adentrarse y anular la voluntad de las criaturas de Dios. Irónicamente fue uno de los mayores impulsores del Concilio, Juan Pablo II, quien revitalizó el ritual. En enero de 1999 actualizó el ‘Rituale Romanum’, que databa de 1614. Él mismo efectuó exorcismos públicamente. Su sucesor, Benedicto XVI, también es un defensor a ultranza de la validez del rito. “En el Concilio y postconcilio muchas cosas buenas se desecharon al considerarse antiguas, primaba en ocasiones lo ideológico frente a lo teológico. Pero creer en la existencia del demonio no es conservador ni progresista. Existe. Punto final”, afirma el padre Fortea.

 

De la misma opinión es el cardenal Jorge Medina, prefecto de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, quien advirtió recientemente, en una entrevista concedida al ‘Observatore romano’ que “pese a que es un misterio grande la permisión de Dios de la actividad diabólica, ésta también se manifiesta en los casos de posesión”.

 

Tal y como afirman los entendidos en la materia, los demonios tienen sus preferencias. A día de hoy, y según comenta el padre Fortea, Polonia e Italia son los países en los que mayor número de exorcismos se practican anualmente, aunque en el Vaticano están preocupados por el aumento de los casos en Estados Unidos.

 

 

ESCENOGRAFÍA DEL RITO

 

Los exorcistas aseguran que es una tarea que causa monotonía y que, a la larga, cansa. ¿Cómo es posible que combatir al mismísimo Maligno produzca hastío, hartazgo?

 

El proceso hasta que un endemoniado se somete a una práctica de estas características no es fácil. El poseído (o, en su nombre, algún familiar próximo) acude a un sacerdote y le expone el caso. Éste lo evalúa. Si observa indicios de posesión, entonces lo eleva a los consultores, que suele ser un equipo de  tres personas (ordenadas o no) de distintas edades que disciernen el asunto. De seguir adelante con el proceso, el cura, tras el consiguiente beneplácito del obispo, procede a impartir el exorcismo. En caso de duda, agua bendita: “hay personas a las que es difícil diagnosticar si padece un trastorno o una posesión. La prueba de fuego es colocar en el hisopo agua del grifo en vez de agua bendita –sin que lo sepa el supuesto poseído- y aspergerle. Si se trata de un impostor, reacciona. Si un diablo está entro del cuerpo, no se inmutará ante el agua inocua”, continúa Fortea.

 

No siempre basta una sesión. “La mayoría de los casos que se atienden son desviados a profesionales de la Psiquiatría, ya que no responden a auténticas posesiones. Puede decirse que, de cada doscientos casos estudiados, sólo en uno o dos hay acción directa de algún espíritu maligno. Cuando se tiene claro, lo normal es que haya que oficiar varias sesiones, hasta que los espíritus abandonen por completo el cuerpo de la víctima”, explica Fortea.

 

Vital durante las sesiones es que haya un grupo de laicos que “sujeten al poseso y recen durante el acto litúrgico”, tal y como afirma Gabriele Amorth, exorcista de Roma y seguramente el más famoso de todos los tiempos, siquiera por la cantidad de best seller que sobre el tema ha escrito. Con el tiempo, los integrantes más leales del grupo pueden formar parte de los consultores.

 

Las evidencias de la posesión durante el exorcismo son fácilmente identificables: inusual fuerza física de la víctima, don de lenguas muertas y desconocidas, capacidad para saber cosas que escapan al entendimiento (pueden chantajear con secretos íntimos nunca confesados) y una animadversión desbordada contra todo objeto y figura religiosa (especialmente la cruz, el rosario, el agua bendita y la figura de la Virgen).

 

No es necesario que la víctima de la posesión esté bautizada. Tampoco que sea católica, al igual que no es requisito indispensable que el sacerdote que lo imparte sea especialmente virtuoso. “Esto ayudará, claro está, pero el exorcismo es una demostración del poder de la Iglesia, no de un cura en concreto, no se necesita un don especial para realizarlo”, aclara Fortea.

 

¿Qué sucede en caso de detectar un caso de posesión y no tener un cura cerca? El Ritual Romano contempla esta improbable pero posible situación. Entonces, un grupo de creyentes rezará unas oraciones para combatir al espíritu, aunque no se estará aplicando un exorcismo en sentido estricto –ya que sólo puede efectuarlo un sacerdote-, sino una plegaria de liberación (‘exorcismus missionalis’), aunque el propósito y el resultado es el mismo.

 

En cuanto a las fórmulas que el cura emplea, conocidas como ‘oraciones deprecativas’, están recogidas en el Ritual Romano y son tan variadas como poéticas e imperativas. Por cierto, la exhortación “¡Vade reto, Satanás!”, sigue vigente.

 

 

POSESIONES DE PELÍCULA

 

Que nuestro modo de ver el mundo está condicionado por cine, nadie lo duda. Desde luego, los conocimientos en materia de exorcismos provienen de él. Aunque hay decenas de películas que abordan el tema (cientos si se extiende la temática al diablo en sí), tres han calado de especial manera en el espectador. La primera, y la más antigua, es ‘El exorcista’, de 1973, de William Friedkin. Supuso una auténtica revolución. Nunca antes se había tratado con tanto detalle el asunto. Basada en la novela homónima de William Meter Blatty, ‘El exorcista’ conmocionó a varias generaciones y el paso del tiempo no ha hecho mella en el estremecimiento que provoca en el espectador.

 

Veintidós años después nos encontramos con ‘El exorcismo de Emily Rose’ (2005), de Scottt Derrickson, basada en una historia real en la que la protagonista acaba muriendo, siendo sus padres y curas participantes juzgados y condenados por negligencia médica. En pleno siglo XXI, el estreno de este filme produjo ataques de histeria colectiva en algunas ciudades norteamericanas.

 

Otro de los filmes más interesantes sobre exorcismos es ‘Constantine’ (2008), de Francis Lawrence, basada en el cómic de los años ochenta ‘Hellblazer’, en el que ni los ángeles son tan cándidos ni los diablos tan pérfidos. Prohibida en algunos países islámicos, la trama gira en torno a John Constantine (inspirado en el cantante Sting), que trata de suicidarse al no poder cargar con el don que le ha tocado en suerte: distinguir a ángeles y demonios pululando por entre los mortales. Su intento de suicidio lo llevó a ver el infierno comprendiendo que debía redimirse para evitar ese final tras su muerte. Desde entonces, busca la redención en la Tierra exorcizando demonios y expulsando a los demonios que amenacen romper el equilibrio entre el bien y el mal.

 

Pero no hay por qué tener miedo. Las almas puras, recuerda la ‘Summa daemoniaca’ no han de temer, los espíritus malignos nada pueden contra ellas. Eso sí, conviene limpiarlas cuanto antes, por si acaso. Al fin y al cabo, advierte el padre Amorth, “la confesión es un don divino mucho más grande que el exorcismo. El exorcismo solo saca al demonio del cuerpo, la confesión, el mal de nuestro espíritu”.

 

 

ALGUNAS RECOMENDACIONES LITERARIAS

 

Para quienes quieran profundizar más en el tema, aquí van unos cuantos títulos indispensables. Aparte de ‘El exorcista’ (Zeta), novela de William Petter Blatty, texto en el que se basó la película homónima, son cientos los libros que abordan el asunto. ‘Habla un exorcista’ (Planeta Editorial) recoge el testimonio, en primera persona, de Gabriele Amorth, el exorcista de la diócesis de Roma, en el que cuenta cómo defenderse del demonio, cómo identificar los signos que indican su presencia, etc. En ‘La España mental: el problema del mal’ (Akal), Carmelo Lisón realiza un exhaustivo y ameno recorrido histórico de la posesión demoníaca en nuestro país desde una perspectiva antropológica, con sus ramificaciones políticas, artísticas y sociológicas. Para quienes deseen profundizar en el rito en sí, ‘Summa Daemoniaca: tratado de demonología y manual del exorcista’ satisfará su curiosiosidad. Editado por Ediciones Palmyra, su autor, José Antonio Fortea, responde a las cuestiones básicas con precisión e ingenio.

 

Y si queremos investigar en las procelosas aguas de Internet, atentos a estas direcciones:

 

·              Para conocer el texto íntegro del Ritual de Exorcismo:  http://secretummeummihi.blogspot.com/2007/01/texto-completo-del-nuevo-ritual-de.html

·             Entrevista al padre Amorth sobre el tema: http://idd009zz.eresmas.net/doc43.html