Para L.M. (I)







por Esther Peñas



Resuelta la imposibilidad de la escarcha

entro en lo cierto,

como si lo cierto fuera un oratorio

con olor a piedra de húmeda costumbre,

como si lo cierto fuera un recinto

con leyenda en la cartografía del silencio.

Escuchada, ya irremediable, la réplica inmediata

en la que pongo en duda

lo que a tu juicio no combina con lo inteligente

me doy cuenta de que trato de convocarte a este lado,

de que vuelo a pulmón abierto, sin boca que grite

pero con canto en las manos,

sin palabras en dagas

mas abecedarios que te construyan,

que te me acerquen,

como si lo cierto sucediera en otro lugar

mientras encendemos la lumbre aquí,

siempre aquí,

de frente, completando huecos,

enyesando taras,

hablando con muertos que persisten

y que aún nos llevan de la mano,

aquí siempre,

haciendo de la sonrisa un hemisferio,

de la voz entrecortada un lagarto,

como si o cierto fuera todo esto,

tratando de desvestir la memoria para que la discurra el aire,

asomándonos

por entre los vínculos clandestinos

aquí,

a medio paso que se yergue

entre mis brazos y tu cintura,

aquí,

tú descruzando las piernas en lo cierto

de este no mirar impuesto que me acuso.