David y Goliat



Andrea Byblos


Me crié en una época en la que la prensa, después de la muerte de Franco, siempre presente en casa, parecía abrirse a un nuevo mundo de verdad. Todas las verdades que no se habían dicho entonces por prohibidas, se abrían paso y cada semana había un nuevo descubrimiento lleno de optimismo. Éramos más libres y sabíamos más. El País se convirtió en la nueva biblia y todo lo que decía era esperado con atención. Los periodistas, divulgadores de la verdad, eran héroes con un gran énfasis en defender la verdad y la ética periodística. Era todo muy verdad y muy poco pravda.


Hace ya como 10 años que no leo El País. Entiendo que haya un sesgo ideológico y una línea editorial - como el pastor que no se aventura por nuevos riscos para llevar al rebaño ordenado-, pero cuando los riscos habituales llevan al precipicio a las obedientes ovejas me pregunto por qué siguen y no dan media vuelta, o se paran, al menos.


No es sólo El País, aunque es un ejemplo de cómo un periódico de prestigio se convirtió en un panfleto infumable. La prensa bienpensante occidental en masa, manejada por nuestros políticos, se ha dedicado estos últimos meses a ocultar datos y publicar hechos no probados.


Si todo esto que pasa entre Rusia y Ucrania no nos afectara el bolsillo es muy probable que, después de la emoción inicial de ver cómo un David indefenso, Ucrania, se enfrentaba heroicamente al Goliat Rusia, estuviéramos ya entretenidos en otros asuntos aunque las banderitas ucranianas siguieran de decoración emocional. Pero resulta que, con la guerra estancada y Occidente en pleno como ganador, que eso dicen, cada vez hay más gente que no se cree las noticias bienpensantes y, según Borrell, hay que diseñar una estrategia para parar la enorme influencia que la propaganda rusa tiene en los europeos.


En realidad, quieren que el rebaño, viendo el precipicio, se tire por él en plan kamikaze, con emoción, alegría y celebrándolo, para defender, se supone, a unos pobrecillos, carne de cañón, que tuvieron la mala suerte de nacer en un lugar pobre y complicado. Pero que el rebaño se tire por el precipicio y no haya gas para la industria, ni para calentarse, ni gasolina, ni metales, ni otras materias primas, no va a salvar la vida de estos pobrecillos. Es más, ellos tampoco tendrán ni gas, ni gasolina, ni nada, además de llevarse las muertes y la peor parte.


Cabe preguntarse qué interés tienen nuestros gobernantes en llevarnos a una crisis económica tan enorme que puede suponer incluso hambrunas. Algunos hablan de conspiraciones, del peak oil encubierto. Yo creo, más bien que es la inercia de la incompetencia y la mentira. Que durante un tiempo se mintió menos y se trabajó más por un progreso, pero esos tiempos quedaron atrás hace mucho y el tren no puede frenar.


Pero, evidentemente, cada vez hay menos gente que no se lo cree. Es difícil confiar en tus gobernantes cuando te dicen que te mueras ya, pero con alegría.


A todo esto han llegado jugando con las emociones. El mito bíblico de David y Goliat es un gran invento y se ha usado hasta la extenuación en películas desde que Hollywood existe. Es irresistible para los humanos. Un ser bueno pequeño y débil que con valentía e ingenio se enfrenta a un malvado y fortísimo gigante y le gana.


Pero en este caso se olvidaron de que el David Ucrania no era tan intachable y había que ocultar algunos pecadillos nazis (¿o eran Nancys?), algunos muertecitos de nada, (unos 14.000, dicen) aquí y allá por un sitio que recuerda a un Donut, algunas discriminaciones insignificantes y algunas provocaciones al malvado gigante Goliat basándose en que David no estaba solo.


Y como en una vuelta a la EGB, entramos en una intersección de conjuntos. Y resulta que la emoción no se acaba ahí, porque hay otro David y otro Goliat. El David Rusia Frente al Goliat USA y todos los países ricos de su influencia.


Porque USA, que nunca ha sufrido sanciones aunque ha invadido todos los países que ha querido, es el gran matón de la historia, el Gran Goliat, y la historia va entre Rusia y USA.


Por supuesto que la versión oficial iba a pasar como la buena para la mayoría, pero se les han olvidado pequeños detalles, como que la gente sin gas ni gasolina no puede trabajar ni ir a comprar, ni calentarse, ni las industrias funcionan. Y ahí la gente ya se plantea si los heroísmos son tales o hay otros intereses, más cuando se ven las ganancias de USA en el asunto.


No creo en una conspiración perfecta porque en la arrogancia moral de decir “Nosotros somos democráticos” se les ha olvidado a nuestros incapaces políticos que para rearmarse como desean y fabricar armas y aviones hace falta titanio, que es fabricado principalmente en Rusia. Para fabricar coches eléctricos es necesario el níquel, cuyo principal exportador es Rusia, y para fabricar placas solares hace falta silicio, cuyo mayor productor es China y el segundo Rusia. Todo esto, claro está, sin tener en cuenta las energías fósiles, de las cuales Rusia es el segundo exportador del mundo.


El malvado David Rusia, que iba a ser aniquilado por el poderoso y moralmente intachable Goliat USA y su criado Europa, ha resultado ser más resistente y con más influencia en el mundo de lo que se pensaba. De hecho, al principio mucha gente decía que los rusos se iban a morir de hambre por las sanciones hasta que se enteraron de que es el tercer mayor productor de trigo del mundo y el primer exportador.


No sé si después de esto, termine como termine y, si podemos contarlo, tendremos ya algún tipo de emoción heroica, porque en esta ocasión han exprimido con manipulaciones el irresistible mito de David y Goliat hasta el punto de que da hasta repelús. Es posible que sea el fin de la cultura del victimismo.


No se trata aquí de decir que los rusos son buenos y unos seres de luz, ya sabemos que no. Pero los ucranianos, que tenemos que defender como valores europeos, no son un ejemplo de dignidad y democracia. Son un David un tanto rebuscado porque, evidentemente, aunque son las mayores víctimas de todo esto, han formado parte del juego de un Goliat contra otro aún más grande. Y sus políticos esperaban recibir algo a cambio, no aquellos, Nancys o no, pobres hombres y mujeres, que están muriendo en las trincheras para que otros se llenen los bolsillos.


Mientras tanto, la prensa sigue a lo suyo, aunque los comentarios de los lectores cada vez son más descreídos. Es probable que democracias maduras como las europeas, que son capaces de defender como valores democráticos a Nancys mientras condenan a Orbanes (por ser de extrema derecha), decidan poner algún tipo de censura democrática por nuestro bien, para que seamos bienpensantes y confiemos siempre en la pravda.


Los rusos tienen otra palabra para decir “verdad” que es mucho más fuerte y no ha sido manchada aún: “ístina”. Siempre se guardan un as bajo la manga, como esos metales y esos hidrocarburos que existen de verdad (no son papelitos de colores ni palabras buenistas), ellos poseen y que pueden conseguir que el otoño venga fresquito o calentito.



ACOTACION DEL WEBMEISTER // Ya que estamos con la metáfora de David y Goliat, siempre he encontrado (desde mi estrecho seguimiento de los acontecimientos en Ucrania a partir del maidan) un símil entre la rebelión del ghetto de Varsovia en 1943 con la negativa de los rusófilos del Donbass a bajar la cabeza ante los delirios pardo/usacos de la conjunción de oligarcas corruptos y fanáticos “abanderados” de Kiev (tan bien mostrada dicha rebelión por el “incorrecto” Polansky en su masterpiece EL PIANISTA: y, hablando de pelis y de ghettos, es interesante cómo la antiutopía occidental del siglo XXI supera en recochineo las más sádicas manifestaciones audiovisuales del siglo anterior, porque no hay constancia de que la revuelta del ghetto diera pie a una opera bufa desmitificando tal acción por parte de quienes la sofocaron a sangre y fuego y, sin embargo, la situación no menos trágica de los resistentes antiKiev del Donbass ha sido contrahecha en una ¿sátira? multipremiada en festivales, algo, por cierto, muy acorde con el posterior aupamiento propagandístico del payaso Zelensky a superhéroe para consumo de rusófobos adictos al Club de la Comedia). La diferencia entre los que se alzaron de manera suicida en Varsovia y los que todavía resisten en la llamada Novorussia es que éstos tienen un apoyo de la Madre Rusia que los del ghetto no tuvieron de manera directa por parte alguna (hay todavía reproches de supervivientes de aquello con lo que consideran pasividad sionista y, desde luego, los bombardeos salvajes sobre civiles en Dresde, Hamburgo y Colonia tampoco resultaron especialmente efectivos para solucionar el problema del exterminio de judíos -al menos, los planes “walkyrios” de descabezamiento de la solución final yendo de manera puntual contra Hitler tenían más tino y respeto por la vida de la población que la mostrada por las democracias occidentales en Alemania y Japón, lo mismo por aquello de que los “walkyrios” en su conservadurismo y visión paternalista de los civiles, más aristo que democrática, no se sentían cómodos con la masificación moderna de la guerra y todavía se sentían más cerca de la guerra como torneo, combate individual o choque estricto de ejércitos, todo aquello que la Convención jacobina primero y la Gran Guerra del 14/18 volverían “anacrónico” y, en buena medida, llevarían a la subrutina de los campos de exterminio, tan ominosamente “democrática” a su manera, como dejaron claro tanto Hannah Arendt en su libro sobre el kafkiano don nadie Eichmann como el historiador Mosse en buena parte de sus escritos, sin olvidar ese estrambote más profundo de lo que puede suponerse de la saga cinematográfica TERMINATOR, donde las máquinas no hacen sino imitar en su busca de “soluciones finales” a los precedentes “hombre/máquina” que las crearon a ¿su imagen y semejanza?-).