Sí, hijos, sí. Ya sé que es como comparar un huevo a una castaña. Confrontar un huevo joya zarista de Fabergé —a los que era adicto Krusty, el payaso— a una castaña engusanada de platelmintos radioactivos y que se ha caído encima del zurullo de un perro empachado.  Así es la castaña de la política española. Golosina envenenada para gourmets del guano. Bueno, voy a lo que voy. Y todo es pura percepción mía que lo veo con cierta distancia. Quien esté en el meollo mismo poca concordancia encontrará.

 

Hace ya mucho —ya lo expliqué en algún escrito por aquí— que casi no veo noticias. No las leo, no las veo, no las escucho. Estando en las redes sociales es normal que se filtre alguna información, al fin y al cabo, no vivo en una burbuja impermeable y la gente alineada le gusta mucho “de” defender sus paquetes ideológicos. Es por esto que toda esa narración de pasillo, de tertulia, de ataques tuiteros, de crispación permanente me llega en forma de flashes, relatos entreverados de fantasía y nebulosas sombras, tal que viviera en la caverna del mito platónico —mi casa lo es en parte, igual que esa burbuja a la que apelo—. Titanes de la coyuntura y el debate público discutiendo y peleando como antaño —y ahora— los soldados defendían la honra de otros más principales y menos inclinados a morir por su terruño. 






Enlazamos entonces con una de las bases del terror cósmico de las historias de los ciclos cthúlhicos: cierta verosimilitud. El inicio de todo miedo es que sea real en algún grado. Algo alejado de nosotros no provoca inquietud real. Ese ocurrió cerca de casa de los crímenes chungos, o eso lo vivió el cuñado de un primo de mi mujer. Y es que para mí los grandes juicios mediáticos, las enormes pamplinas que se hablan en el Congreso o en los mentideros no me son ajenas del todo por lo que digo. Lovecraft al describir su aprensión por cierto grupos de individuos —con ese infantil racismo y escrúpulo a lo desconocido— transformándolos en seres corrompidos al servicio de mayores ensueños me recuerdan a esos jornaleros de la defensa sectaria siempre hablando en nombre de intereses que se les escapan. Y es que como ciudadanos —y bien sabe el buen Wendigo lo que abomino dicho término— nos movemos en parámetros bastante prosaicos desconocedores el gran meollo final, que en vez de ser algo superior, divino o celestial, es solo puro Caos Reptante. Las premisas ideológicas y sus relaciones pasivoagresivas en twitter o Facebook son el rito, el ceremonial, el proceso alquímico-religioso en el que los profundos, los hombres pez de Innsmouth o cualquier otro subser obedecen ciegamente a turbios intereses de los que se mueven en la penumbra.





Prosigo. Los nombres. Esa gran sucesión de nombres que la gente utiliza con gran familiaridad y que yo ya no es que no le ponga cara… es que ni forma. Algunos son extraños, otros corrientes y molientes, pero le dan unos demoniacos poderes que se me antojan en la mente como oscuros magos o malvadas nigromantes. Nombres como Villacís, Mañueco, Maroto, Llop, Planas, García-Gallardo, Aragonés, Belarra… bien pudieran parecer una alineación de un partido de fútbol de veteranos de los camareros del Hogar del Soldado de la Compañía N.º 5 de Zapadores de Logroño o una lista de los aprobados en cualquier asignatura del ICADE, pero no… son los sumos sacerdotes que a través de la indolencia y la confrontación. Hay que tener siempre en mente que en este símil mío mi ignorancia es un ingrediente más de la pócima. Todo el mundo conoce a Perro Sánchez, al buscón llamado Pablillos, a Irene de Beauvoir, a Feijoó Feijoó, a la perturbada y sexi Ayuso, a Dick Face o a ese legionario fake de Abascal y alguno más. El resto de ministros, secretarios, presidentes autónómicos forman para mí el maremágnum de rostros y estómagos agradecidos de siglas y nomenclaturas. A la Nyarlathotep sevillana líder del susanismo, por ejemplo, la exPresidenta de la Junta de Andalucía Susana Díaz, la conocí cuando llevaba ya más de 8 meses en su puesto a través de un post de un amigo en Facebook. Ese grimorio ahíto de chupópteros, vampiros estelares, descarnadas criaturas y gules se me antoja como cualquiera de los libros secretos del abigarrado y llamativo universo de los Mitos. Miren ustedes qué locuras de nombres tienen solo los ministerios y consejerías: Asuntos Económicos, Transformación Digital, Transición Ecológica, el Reto Demográfico, Agenda 2030, Igualdad, Inclusión, Sostenibilidad, Economía Azul, Diálogo Social y Simplificación Administrativa, Transparencia, sin entrar en subsecretarías extrañas. No es que sean tan sugerentes Cultes des Goules, De Vermis Mysteriis, los manuscritos Pnakóticos o Unaussprechlichen Kulten, pero desde luego responden a esa intangibilidad tan cara al Círculo de HPL. La realidad se deforma y se hace opaca en la comprensión del ciudadano medio de a qué se dedican algunas partidas de presupuesto, sin tener en cuenta por supuesto las que se malversan y se pierden en el pozo de lo ilegal. Solo con lo legal ya hay una interrupción realidad/fantasía que es de proporciones ciclópeas y que desde luego se producen en geometrías poco o nada euclidianas.

 

Y sobre toda esta panoplia de leyes y términos técnicos surge como la montaña más alta de la tierra, esa que llaman de la Locura, el toten, la Piedra Negra de la política española en forma de mamotreto cacareado y manoseado, aunque dudo que haya mucha gente del vulgo que se llena la boca con ella que la haya leído tan siquiera: la Constitución. El verdadero Necronomicón del asunto. Tratados por unos como runas escritas en la piedra eterna en un telúrico lugar por el mismísimo Cthulhu y por algunos otros como la más cruel de las maquinaciones de los profundos del Arrecife del Diablo, el LIBRO es utilizado por los engañosos cantos de sirena de los intereses particulares en boca de los magos invocando a unos u otros espíritus, carente de toda moral, tan miasmáticos y putrefactos como las entelequias que tanto ansían. La realidad y la razón han sido derrotadas. PURO TERROR CÓSMICO.






Al igual que los Mitos se han enriquecido con los años con nuevos monstruos, libros, personajes y relatos las batallas en la Res Publica Borbónica de las Españas se renueva cíclicamente con novedosos ingredientes, sucesos y perversidades. Venidas y validadas de las Universidades Americanas, tal que la de Miskatonic, lo woke y la turba inclusiva se da de bruces con lo atávicamente perverso. Los Arquetípicos contra los Primordiales, formando un sándwich con la raza humana, fagocitada por luchas caras a la galería —de los horrores—. Oleadas ominosas de ponzoñosos efluvios que chocan en un clamor de gritos que se escapan por el gran espacio quizás para encontrase con Azathoth, el Dios Idiota. O con Ferreras de Al Rojo Vivo. Vaya usted a saber…


Nota Post Scriptum: Esto es básicamente un pastiche humorístico. Hay quien dice que Los Mitos de Cthulhu están desprovistos de humor. Ya quisieran los dirigentes de Essspaña contar con cosas hilarantes, brillantes, divertidas y escatológicas a la manera de Lovecraft. O la de Howard. O a la de Bloch. Esto es como digo un divertimento como cualquier otro para Línea de Sombra, de los pocos sitios donde cabría esto.