EN CASTELLANO





Siempre me ha rechinado lo de la lengua española, por las mismas razones que consideraría absurdo llamar "británico" al idioma inglés o "romano" al latín. Yo hablo en castellano, en mi caso a caballo entre las variedades dialectales que conforman mi biografía (la matriz veterocastellana, la variante andaluza -subvariante malagueña- y la madrileña -como subvariante cosmopolita de lo manchego-).



Creo en Castilla y deploro su ocaso, porque el ocaso de Castilla (sea por eclipse o por metástasis artificiosa con prótesis burocráticas) siempre afecta al todo, como tercamente nos requetemuestra la Historia (no es casual que el último gran momento de ilusión española como proyecto de consenso la encabezase un señor de Avila y que si el acierto de la frase "CASTILLA SALVA A ESPAÑA" trasciende su más discutible intención lo es porque Delibes, paisano vallisoletano del autor de la frase, dedicó su obra llena de bonhomía a fijar tal trascendencia). No creo en España sino en las Españas, o aún más beltranejamente, en la UNIDAD IBERICA.



Creo que el bable no es una lengua (o, de serlo, también debería serlo el castúo extremeño o el habla aragonesa o tantas otras hasta disolvernos en un cantonalismo linguístico abocado al colapso sociocultural por mor de solipsismo y disfuncionalidad). Creo que hay una lengua común autóctona en la cornisa levantina e islas adyacentes (que se pongan de acuerdo en esa zona sobre cómo llamarla, si huevo o gallina, si catalán o valenciano: yo propondría precisamente LEVANTINO para trascender bizantinismos y buscar un consenso).



La noción británica de HISPANIDAD que adaptó Maeztu de la Commonwealth con un fondo más pragmático que retórico (aunque los mismos que lo calificaban de "protestante" en Acción Española por su pragmatismo desnaturalizasen tal fondo hacia parámetros día a día más inoperantes, bien desde la demagogia integrista o, más tarde, por reacción conversa, desde la progre) me parece ejemplar y todavía más si, consumándose una dinámica iberista, asumiese a Brasil y a Portugal, tal vez con el nombre de IBERIDAD o de IBEROAMERICA (en su acepción más cercana a la EURASIA de Dugin y Putin). El castellano es la lengua franca, francamente hablando, junto al portugués. Luego están las lenguas autóctonas de alcance geográficamente más limitado y que se corrompen cuando se "españolizan" (esto es, cuando se vuelven imperialistas y buscan la imposición y la exclusión): al final, la realidad se impone y hoy se ve el muy diferente comportamiento en cuanto a idioma en el ámbito de habla euskérica y de habla "levantina": porque si en el País Vasco y Navarra se pretendiese usar el euskera como ahora mismo se está usando talibanescamente el catalán por los implicados en el prusés la situación, dada la condición no romance de dicha lengua, provocaría un colapso entre Kafka y Babel (como asiduo espectador de espacios culinarios de la ETB -donde, por cierto, el duet de A BOCADOS o el gran David de Jorge, con sus bromas y veras, manejan un castellano magistral en relación con la jerga mononeuronal de tantos presuntos españolistas sobreactuados- sé de lo que hablo).



Con Franco recién muerto recuerdo una pintada en la esquina entre Serrano y María de Molina que nunca he olvidado: VIVA EL REY DE LAS ESPAÑAS (perfectamente homologable en concepto al zar de todas las Rusias o al actual premier de la FEDERACION Rusa). Ignoro su adn "ideológico", pero siempre me ha parecido sumamente acertada. Frente a rodillos españolistas o no menos infaustos "cafés para todos", la constatación desde la tradición y la memoria de una pluralidad engarzada en un proyecto común, sin suspicacias ni resentimientos ni revanchismos, con generosidad y respeto, capilarizando cada día ese proyecto por toda la península. Mejor, por evitar tentaciones centralistas, de la manera beltraneja, con dos... corazones (uno mesetario y otro atlántico). ESPAÑA, reconozcámoslo, se ha terminado hace ya tiempo y la única alternativa a ese apelativo vergonzante de "estado español" es LAS ESPAÑAS, de tan largo pasado, o, aún mejor, IBERIA, término aún más arcaico y, sin embargo, el más cargado de futuro. Una IBERIA con dos lenguas francas, castellano y, trascendiendo fronteras, galaico/portugúes, más una plétora de otras lenguas autóctonas (euskera, "levantino", las indígenas americanas...) y la constelación de variantes dialectales.



El reivindicar la universalidad del castellano frente al mayorazgo del "español" es la mejor terapia contra la patología babélica, contra el cantonalismo lingüístico. Y contra el atomismo social, se da por entendido…






imagen: Isabel Quintanilla