BOURBON, ALBERTO

imagen: KAY SAGE

Lo mismo era por ser ayer jornada de San Valentín pero esta madrugada he soñado lo siguiente:



estaba hojeando un a modo de diccionario/enciclopedia del Pop español y me topé con la entrada dedicada a Alberto Bourbon (ignoro quien la escribió porque las entradas no iban firmadas, aunque en los créditos iniciales del tocho venían todos seguidos los nombres de quienes habían colaborado pero, insisto, sin indicar quién había escrito qué), la cual decía así:



"Tarde con amigos escuchando discos de John Lennon entre muebles de plástico a lo hermanas Gilda y posters psicodélicos de Iván Zulueta. Abundancia de camisas con chorreras, pelambreras afro, maquillajes extremos y medias de rejilla plateadas, sin olvidar bigotones a lo Iñigo y alguna que otra mosca y/o perilla. Sólo un elemento desentonaba en la reunión, un tipo fornido, de aspecto exacerbadamente viril pero a la vez melancólico, vestido de manera más atemporal, una camisa blanca despechugadamente frondosa, como si acabase de volver de alguna faena campestre, sonriendo mientras fumaba un cigarrillo con aire ausente. Pensé en un galán de melodrama que hubiese atravesado la pantalla y no tuviese muy claro dónde se encontraba. Abstraído, sin atender al guirigay snob, yo hubiera dado más de mil pesetas por sus pensamientos pero no me miró sino una vez, una mirada escorzada, como de reojo cómplice. Yo no tenía ni idea de en qué me podía considerar cómplice, salvo el hecho de ser la única persona de la reunión que parecía haberse dado cuenta de su presencia.

Se fue antes de que acabase la cosa y nadie pareció echarlo de menos. Yo me quedé colgada y llena de interrogaciones. Pensando en él, todo lo demás me pareció ridículo, impostado, poco auténtico. Yo misma ¿de qué iba? ¿qué tenía que ver con esta gente o con Lennon o con esos posters? (años después, Zulueta sí me tocaría la fibra con aquello de ARREBATO, donde parecía recolocar momentos de estos años "psicodélicos" en una realidad otra, más oscura y más honesta en su agonía)... No paraba de darle vueltas a ese sujeto y, casualmente, en el Rastro me topé con un disco suyo, un single, con unas canciones irónicas, entre rugidas y cantadas, como un Brel alimentado con rayos gamma. Más tarde, en LOS SOTANOS de Santo Domingo, me hice en los cajones de rebajas con dos álbumes suyos, AÑOS DE AMOR y ESTOY AQUI (este último título me hizo sonreír porque pensé en la paradoja de la reunión aquella, en que parecía tan inadvertido y a la vez tan rotundo en su presencia, con un ESTOY AQUI exudando de todos sus poros). Tras escuchar todo aquel material, mi cuelgue con el sujeto ya era estratosférico.

Una prima mía fue confidente de estos mis sofocones y, muy risueña, me dijo que me iba a presentar a alguien que podía aclararme muchas cosas sobre mi hombre misterioso. Su amiga Ana, que escribía para el teatro y la tele (de hecho, una de las canciones del ESTOY AQUI, caí de pronto en la cuenta, era la sintonía de una serie), tenía bastante trato con él y no le importaría darme alguna información. Pobre ilusa: la tal Ana, celosa de su intimidad, me toreó con una media sonrisa y me dijo una serie de cosas tan de soslayo que, cuanto más me hablaba de él, más enigmático me resultaba. Entre otras cosas, y con un punto casi sarcástico, me dijo que estaba emparentado con alguien situado en la cumbre del organigrama del poder, "alguien muy importante" sobre todo cara al futuro, y me lo decía como dando a entender que no era ese alguien el auténticamente importante sino este su pariente, el cantautor a quien muy pocos (pero eso sí, muy selectos) conocían.

No volví a ver a Ana ni hubo más discos de este hombre. Conocí varones de todo tipo, más de cerca o más de lejos, cada vez más anecdóticos, más impresentables, más empeñados en hacerme lesbiana con su conducta aburrida, vacua, previsible. Pero yo no estaba por la labor: tampoco las tías que me rodeaban eran un portento. Sentía nostalgia de aquella fugaz mirada de reojo cómplice y me consolaba machacando una y otra vez aquellos vinilos (cuando pasó el tiempo, sacaron una recopilación en cd y los redescubrí con nuevos matices de ecualización, los plugins del WINAMP y tal y tal).

Un día me topé con un breve obituario. Se murió tan discretamente como yo lo recordaba. Anticipándose en lustros a esa ola de famosos caídos como fichas de dominó por un quítame allá esas pandemias. Pocos lo recordarán pero, eso sí, muy selectos."



Qué texto más raro para una entrada de enciclopedia. Claro que los sueños, ya se sabe…