Reflexión sin arcadas sobre la antropofagia



la dra Laura Naranjo continúa internándose por el Mekong del gastrosolipsismo


El gansterismo caníbal al que asistimos impávidos en España, bien en los juzgados bien en el mundo político, me ha llevado a comprender en gran parte la condición absurda de los tabúes. Los acusados de delitos jamás se darán por vencidos; el lema es nunca reconocer la derrota. Prefieren ser humillados, muertos y comidos: en este caso a través de los medios de comunicación, devorados por millones de personas ¡qué placer!



¿Cuántos tabúes nos acompañan desde que comenzamos a interaccionar con nuestros semejantes? Cuestión diversa en matices si nos atenemos a lugar de nacimiento, costumbres de nuestros allegados, zona terrestre, hemisferio, país, pueblo, pedanía. Asuntos como el incesto, el parricidio o la antropofagia resultan incontestables para muchos y, sin embargo, no han dejado de producirse hoy y con frecuencia diaria, añadiría.


Consultando fuentes que estudian el canibalismo he llegado a unas conclusiones delicadas; de pronto he dejado de concebir como improbable o imposible la ingesta de carne humana. Ahora es algo en absoluto plausible. Teniendo en cuenta que a los cinco días de ayuno obligado está comprobado que la supervivencia campa por sus respetos, y con gran soberbia, de nada sirve ponerse a salvo o andarse con remilgos.


Las historias de aztecas, tupinambás, yanomami, los fore o los marquesanos demuestran que para gustos están los sabores. En cuestión de costumbres andamos igualmente muy muy variaditos. Y no es broma: el corazón se asa y el resto se hierve: supongo que para ablandar y, por qué no, para desinfectar. Ésta es solo una receta.


El miedo a pensar siquiera en comerse a otro nos acecha desde algún rincón oscuro de nuestro cerebro o cultura ancestral y, sin embargo, lo más cercano que tenemos es el ritual de misa: los católicos comen y beben del cuerpo de Cristo. Por supuesto, son rituales “virtuales”. Y ¿qué, si no, son todos los ritos?


Y ahí tenemos a los antiguos griegos y sus rituales: «El mito del Minotauro, al que periódicamente Atenas entregaba catorce víctimas, siete jóvenes y siete doncellas; el sacrificio anual de una virgen a Juno, en la ciudad de Falerios, para que cesasen las plagas que asolaban la ciudad; el de Antíope por parte de Teseo al comenzar la Guerra de las Amazonas; el banquete en el que Tántalo sirve como plato a su propio hijo para deleite de los otros dioses»


Además de los actos ceremoniales tenemos un aspecto que se ha dado siempre en la Historia, la Prehistoria y supongo que desde el principio de los tiempos: el hambre. Por ejemplo, junto al Nilo se han detectado numerosos casos de hambruna en la época del Imperio medio de los egipcios. El Nilo siempre ha sido un río de vida pero si fallaba se quedaban sin cosechas y algo había que comer.





Existe numerosa bibliografía a favor, en contra y muy relativista por parte de algunos antropólogos acerca de este farragoso y quizá algo indigesto asunto. Wiliam Arens, Marvin Harris y un larguísimo etcétera.


Y luego está el arte

Otros se limitan a escribir sobre el asunto a partir del descubrimiento del Nuevo Mundo, como Montaigne en su ensayo De caníbales (de obligada lectura) o el precioso pequeño texto de Jonathan Swift, Una modesta proposición, en el que hace propone “modestamente” cómo paliar la hambruna en Irlanda: los terratenientes ingleses podían engordar «comiendo niños de un año, el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido y no dudo que sería esplendido en un fricasé o un ragout». Con la llegada de El buen salvaje (Jean-Jacques Rousseau) comienzan los inicios de la Antropología. El siglo XIX fue una fuente inagotable de construcción de grandes ideas.


El arte pictórico se nos queda algo escaso, aunque ya conocemos los impagables grabados de Theódore de Bry en los que se aprecian las parrilladas –ver artículo anterior-. Salvador Dalí pintó dos cuadros terriblemente inquietantes cuando comenzó la Guerra Civil Española.


Francisco de Goya, sin tapujos, nos dejó Caníbales preparando a sus víctimas y Caníbales contemplando restos humanos.










Yu Ji es un señor considerado un espécimen del “arte extremo. Se mostró en una exposición comiendo lo que se suponía que eran “niños muertos”.

Para terminar por hoy, el arte caníbal brasileño plasmado e inaugurado mediante lo que llamaron el Manifiesto Antropófago. Y en este último enlace podréis disfrutar de la historia, bastante revolucionaria por parte de los artistas brasileños que se apuntaron, basada en el hartazgo de las acusaciones de canibalismo por parte de los europeos. Utilizaron su creatividad pacífica para elevar su voz.


Tal vez podemos quedarnos con el lado más pacífico y respetuoso hacia nuestros semejantes, el de Robinsón Crusoe (Daniel Defoe) que, según Luis Pancorbo “es el gran anticaníbal, el más depurado anticaníbal, porque quiere seguir estando, aunque solo, en el otro lado de la especie humana, en el lado menos antropofágico posible, que es la soledad”.






Fuentes:


El banquete humano. Una historia cultural del canibalismo, Pancorbo, Luis, Ed. Siglo XXI, Madrid 2008 (contiene amplia bibliografía)

Ensayos I, Montaigne, Michel de. Cátedra, Madrid 2012

Una modesta proposición, Swift, Jonathan

El buen salvaje, Rousseau, Jean-Jacques


Hambrunas - Egipto, Imperio Medio:

http://www.artehistoria.com/v2/contextos/7756.htm


Sacrificios humanos en la cultura mediterránea, desde los griegos, muy aficionados a ofrecer a sus dioses a personas enteras:

http://www.artehistoria.com/v2/contextos/8749.htm


El buen salvaje de Rousseau. Inflexión de la antropología y de la estética

http://www.ugr.es/~pwlac/G05_03JoseAntonio_Gonzalez_Alcantud.html


Su arte: comer niños muertos

http://www.elmundo.es/cronica/2003/377/1041933831.html


Manifiesto antropófago

http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/cepa/manifiesto_antropofago.pdf


Cosas que no sabías sobre el arte caníbal y moderno de Brasil

http://culturacolectiva.com/cosas-que-no-sabias-sobre-el-arte-canibal-y-moderno-de-brasil/