página
recuperada donde se recoge material del primer bienio de LINEA DE SOMBRA
La gran esperanza que pongo en estos nuevos tiempos, a corto y medio
plazo (a largo plazo siempre hay lugar para el horizonte, esto es, para la utopía),
no estriba en lograr ningún tipo de libertad formal (las únicas libertades
que me interesan son las reales -es decir, las que yo me guiso en mi recinto
más íntimo-). Mi esperanza es que, de hoy en adelante, cuando la bota nos
pisotee lo haga sin subterfugios, mostrando honestamente su posición de
fuerza: ella es la bota, nosotros los pisoteados, perfecto, pero ya vale de
verdugos jugando a víctimas, disfrazados de Mickey Mouse o con el pijama de
Auschwitz o con los pañales de Ghandi... No, por favor, la bota desnuda, bien
encharolá, reluciente... |
«...las revoluciones no me
interesaron nunca por lo que "revolucionan", que es siempre
perecedero y está constantemente en peligro de convertirse en lo opuesto de
lo que era al principio. Las revoluciones sólo son interesantes porque, al
revolucionar, desentierran y recuperan fragmentos de la tradición, que se
creía muerta por haber sido olvidada y que necesitaba simplemente el espasmo
de las convulsiones revolucionarias para hacerlos salir de modo que pudiesen
vivir de nuevo.» (SALVADOR DALI) |
«El veneno aísla el
veneno.» (JIM MORRISON) |
¿La gente?: eso que uno tiene delante en las colas o
que nos pisa en el Metro. Los afines (vivos o muertos, reales o inventados)
son lo único que importa. |
¿Por qué será?: los
considerados locos en tiempos de prosperidad (esto es, de crisis latente)
somos quienes con más calma reaccionamos en época de crisis (esto es, de
latente prosperidad). |
«La
pieza no está aún montada, no pueden distinguir aún los contornos, el papel
de cada uno, y allí se quedan, con los brazos caídos, ante el acontecimiento,
los instintos plegados como un paraguas, reducidos a sí mismos, o sea, a
nada. Como vacas despistadas.» (LOUIS FERDINAND CELINE) |
«El revolucionario
entra en el mundo del estado, de la clase y de la llamada “cultura” y allí
vive sólo porque cree en su rápida y total destrucción.» (SERGEI NETCHAIEV) |
Todo espíritu
revolucionario es lo contrario de lo que la sociedad llama, con tono
paternalista, «espíritu rebelde»,
esto es, travieso: la antítesis de la subversión, de la contestación en
profundidad a un sistema, es la travesura, la negación como anécdota, como
manera de atraer la atención de mamá/papá (el lloroso cabezón James Dean como
arquetipo); la revolución supone desapego, negación de la empatía, asunción
de la condición mutante, replicante, anómala, monstruosa (Lucifer, Prometeo,
o el sintozoide rubio que vio la puerta de Tanhauser... –no es casual que los
más grandes revolucionarios hayan surgido de los medios burgueses y
clericales en descomposición para contestar a la decadencia de éstos y, como
organismos nuevos, moverse por impulsos de construcción, esto es, de
desescombro, cauterio, acabamiento de lo inmediato: la criatura,
decepcionada, se vuelve contra su creador y se dispone a profundizar en su
condición disociada, lo contrario que Pinocho y los androides de «AI», cuyo
deseo es religarse a sus amos, servirles, negar la realidad de su condición
otra, y así perpetuar la decadencia, el desorden establecido-). |
Simbiosis. Naturocracia.
Anarcofeudalismo. Respeto. Palabras llenas de sentido que los días venideros
obligarán a aprender a quienes no se resignen a amar al Gran Hermano. El jefe
Diez Osos y el forajido Josie Wales pactando su destino de espaldas a la comunidad internacional: imagen para
los tiempos nuevos. Todo el resto huelga. |
«El
mundo va a pagar con sangre el crimen de haberse engañado a sabiendas
sobre la Naturaleza de la Realidad.» (ANTONIN ARTAUD) |
«Todo
el mundo sabe que la guerra ha terminado...» (LEONARD COHEN) |
Después de Sodoma,
siempre Esparta. Tras los debates basura de Bizancio, la concisa cirugía
turaniana. Caída la escayola del barroco (clasicismo terminal), un
romanticismo de acero penetra en la carne gangrenada. Ciclos. Nunca
idénticos: como dijo Castelao, el auténtico progreso marcha en espiral. |
Y no hay buenos ni
malos. No hay actores que protagonizan, sólo títeres al servicio del Espíritu
de los Tiempos. Sharon es tan indispensable como Bin Laden o como Bush en su
rol de aceleradores de la Disolución, de liquidadores del Interregno, de
reventadores de la ampolla purulenta del tiempo que se va. Amemos a todos
ellos un poco, con la misma intensidad que los odiamos, porque gracias a su
actuación el espanto sin fin acaba. |
«La paz no debería estar fundada únicamente en la razón humana. Limitada a ser un contrato jurídico concertado entre hombres, no podrá durar si no existe a la vez como contrato sagrado. Y sólo así cabrá llegar
hasta la fuente más honda del mal: la que mana del nihilismo. Si no se
produce ninguna modificación en él, ¿de qué servirán los tratados? Hemos
visto imperios que se adornaron con elevados edificios, con construcciones audaces,
y que hoy están convertidos en montones de escombros. Vuelve así a mostrarse
que ninguna bendición se basa en el trabajo babélico.» (ERNST JÜNGER) |
¿Está a la altura de los tiempos un manifestante
o firmante por la paz?: sólo si se rociara de super sin plomo y se quemara a
lo bonzo tendría un mínimum de sentido (comulgante suicida, homeopático, con
los ejecutores materiales del 11S); si no, ¿a quién diantres le importa su
exhibicionismo farisaico, su reflejo condicionado de candidato al Nobel o al
Príncipe de Asturias, su completa falta de respuesta ante una realidad que no
asimila en absoluto? Los habituales de Chueca, en su rosácea estolidez,
impermeables a toda profundidad, resultan más dignos que estos espíritus comprometidos, integristas de
una alternativa inexistente. |
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Yo he sido Quijote,
yo he sido argentino (esto es, yo me he cocinado a pulso mi ruina), yo he
sido manipulable, yo he sido inepto incapaz de asumir los límites que marca
la propia ineptitud (ojo, lo contrario de esto no es el antihéroe
woodyalleniano, abusando de la propia incompletez como coartada
desmovilizadora, conformista –de lo que se trata, en perspectiva zen, es de
sacar el mayor provecho de nuestras posibilidades conociendo lo mejor posible
el alcance de las mismas y su funcionalidad-), yo, en definitiva, he pecado
contra la realidad. Desde hace tres, cuatro años, me recupero y procuro
situarme en las antípodas del quijotismo, de la argentinidad, de la ineptitud
disfuncional, para, buscando en lo más básico de mis instintos, huyendo de
los espejismos de la socialización (esa socialización tan oportunamente
atacada por Unabomber en las páginas más felices de su panfleto), recuperar
mi condición genuina de monstruo lúcido, aquel que mi intuición adolescente
llamó «Nicolás Sicodelo». |
«-Mi querido amigo... ¿Dónde ha
estado usted? ¡Tanto tiempo sin verle! -He sobrevivido.» (diálogo de «EUMESWIL») |
«En el cielo azul, con el
gran sol de mediodía, el crujido súbito del
trueno. Todos los seres que viven
en la tierra inmensa abren del todo los ojos. En el universo entero, todos se inclinan con un
mismo gesto y el Sumeru, de un salto, se lanza a una alegre danza
popular.» (WUMEN HUIKAI) |
En un entorno como el nuestro, eunuco y
lobotomizado, espiritualmente obeso, acolchado en sus perfiles, la pedagogía
zen basada en la impertinencia y el anticlímax, la bofetada y el garrotazo,
adquiere un valor impagable para los espíritus desapegados: de ahí que a algunos
nos fascine tanto la distancia y la crueldad objetiva (en cuyo centro está el
verdadero Amor, esto es, la voluntad inmisericorde de lucha contra la
Entropía) que aúna las acciones de un maestro zen con los acontecimientos
cataclísmicos que Gaia propicia para liberarse de una época inmunda. |
El ser humano sólo
puede actuar en armonía con la naturaleza mientras el pavor cósmico no le
abandone. En cuanto se considera superior al resto de lo existente, imagen y semejanza
de Dios, rey de la creación, etc, la jodimos: su condición de célula tumoral
se manifiesta. Y, como en el cáncer biológico, parece que sólo la química y
la radiación pueden detener su singladura. |
MAS ALLA DEL FRACASO
«No habéis
aprendido a jugar y a provocar del modo que hay que jugar y provocar.»
(F.W. NIETZSCHE)
Más allá del fracaso. A través de las ruinas.
Cuando el tiempo dejó de ser movimiento.
Cuando el daño que hacen las cosas se trocó iluminación.
Más allá de las sombras.
Más allá de las luces que preceden a las sombras.
Cuando los hombres sin nombre pueden zafarse de la cuerda donde los colgaron.
Más allá de los
espejismos.
A través de los desiertos.
Porque a quienes murieron y luego resucitan nada les está vedado.
Más allá del fracaso.
Por encima de los triunfos mezquinos que nos picotean el vientre.
Más allá de la memoria de las últimas derrotas.
Cuando el movimiento comenzó a reposar en los relojes de arena .
EN BUSCA DEL SOL
«No pido nada. Sólo deseo que alguna mañana,
cuando mis ojos estén todavía cerrados,
el mundo entero cambie.»
(YUKIO
MISHIMA)
Te apoyas contra la balaustrada. Voces
jóvenes de reclutas gritan bajo tus palabras, que no escuchan. Pasan de ti.
Pasan a través de ti. En un minuto, desenvainarás la espada: el puente que los
atraerá hasta tu vientre, a punto de hendirse como una fruta madura. Los
obligarás a probar de tu sangre, a mancharse con tu oscuridad. A compartir tu
condición maldita. A no morir.
El peor de los infiernos estriba en el pálpito de no existir para los demás.
Reflejarte en el espejo pero no hacerlo en los ojos ajenos. Toda tu vida has
buscado, de mil maneras, alejar de ti ese infierno. ¿Lo lograste alguna vez?
El amor y el odio se confunden. Si te aman demasiado puede ser que te
descuarticen hasta convertirte en minúsculas reliquias, o que te devoren hasta
el mismísimo tuétano, o que te abracen con tal ímpetu que lleguen a reventarte.
Pero, si te odian más allá de todo límite, atravesarán el espejo y vivirán su
camino de Damasco. Y, entonces, quizás busquen con amoroso frenesí el
trocearte, el engullirte, el abrazarte con ímpetu mortal. En cualquiera de los
casos, descubrirás (dolorosamente) que existes.
El
río de la acción empapa tu única forma de entender las relaciones amorosas.
Eros y Thanatos confundiéndose en una apretada pelota. Dos contra el mundo.
Fusión sartriana y de la otra a un tiempo. Tálamo y barricada. Amor trascendido
por una comunión más ambiciosa. Tálamo y templo. La carne como puerta a los
Ultimos Misterios. Tálamo y tumba también.
No esperas apenas nada. Pero no
desesperas nunca del todo. El día que lo hagas dejarás de moverte. ¿Tal vez ese
día ha llegado ya, con las voces juveniles que suenan en el patio? La balaustrada
quema. Descubierta, tu espada acerada brilla al sol y acalla los ruidos de
abajo. Dentro de unos minutos estallará en una eyaculación de sangre (aunque ya
no estás tan seguro de que sea puente para nadie -ahora sí desesperas del todo:
por fin escarmentaste...-). En cualquier caso, partirás acompañado. Su
presencia, dulce y firme como un amanecer, te seguirá al Valle de la Muerte.
MAGIA Y MISTICA EN OCCIDENTE |
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magia: los medios trascienden a los fines (lo profano se vale de lo sagrado -la forma se impone al fondo-) |
mística: los fines trascienden a los medios (lo sagrado ilumina lo profano -el fondo configura la forma-) |
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en las épocas terminales la magia acelera los factores de disolución |
en las épocas germinales la mística alimenta el potencial constructivo |
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magia = entropía |
mística = energía |
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magia = huida de la realidad |
mística = superación de la realidad |
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magia = anécdota |
mística = categoría |
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magia = engaño (a sí mismo y a otros) |
mística = integridad |
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magia = barroco, negación de la muerte |
mística = medievo, asunción de la muerte |
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magia = arribismo (descenso a los cielos) |
mística = malditismo (ascenso a los infiernos) |
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ALGUNOS PERSONAJES MAGICOS |
ALGUNOS PERSONAJES MISTICOS |
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ALEISTER CROWLEY |
D.H. LAWRENCE |
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HITLER |
JÜNGER |
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MADONNA |
NICO |
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GEORGES BATAILLE |
SIMONE WEIL |
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PEDRO ALMODOVAR |
IVAN ZULUETA |
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BOB DYLAN |
LEONARD COHEN |
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BUFALO BILL |
HANNIBAL LECTER |
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STEVEN SPIELBERG |
DAVID CRONENBERG |
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LUIS ALBERTO DE CUENCA |
EDUARDO HARO IBARS |
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HUBBARD |
BALLARD |
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THE MUNSTERS |
THE ADDAMS |
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WALT DISNEY |
ORSON WELLES |
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JOSE LOPEZ REGA |
ABEL POSSE |
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CAMILO JOSE CELA |
JUAN EDUARDO CIRLOT |
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MONICA NARANJO |
ANA D |
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TU |
YO |
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Gracias a Bush estamos un poco
más cerca del final de Occidente. Gracias a Bush podemos vivir éste en su
bizarra esencia, como sacado de una viñeta soviética de propaganda en lo más
álgido de la Guerra Fría. Gracias a Bush se van derritiendo como margarina
rancia todas las mentiras de quienes han pretendido vendernos el modelo
demoliberal con buena conciencia (en el escapismo obsceno de lo políticamente
correcto). Gracias a Bush desaparece el espejismo abyecto del Centro, del
Consenso, de la Tolerancia, y podemos distinguir con total nitidez los perfiles
extremos de las únicas opciones reales: Quien Manda y Quien Obedece, Quien
Ocupa (esa repetición en clave de farsa babelógica de Mac Arthur administrando
Japón) y Quien Resiste (Pyongyang, mon amour). Gracias a Bush cada día resultan
más impresentables (por falsas) las voces que dicen ostentóreamente oponérsele
cuando, desde comienzos de los 80, han contribuido a consolidar el orden
(geopolítico, socioeconómico, moral) que ha posibilitado la impunidad
todopoderosa de aquel a quien dicen atacar. No existen los derechos humanos, ni
la democracia, ni la paz: existe la desmovilización pertinaz de quienes antaño
no aceptaban la doma, existen los policías buenos presentando matineés de tv,
existen los agentes del FBI simpáticos comedores de donuts, existen las ONGs
comprando almas al peso con la moneda falsa de las caridades (y quien no acepta
venderla es inmediatamente tildado de «terrorista»),
existe el devenir de sociedades comunistas en casas de tolerancia (significado
final del término «tolerancia»),
existe Forrest Gump (o Yola Berrocal) como ejemplo a seguir, existe la lobotomía
(la emasculación de las mentes) como cultura de masas, existe la mutación (tan
gráfica) de la Chueca roja en la Chueca rosa... Bush no está haciendo nada
diferente de lo hecho desde que Reagan y Thatcher enderezaron el maltrecho
rumbo del llamado Mundo Libre y la izquierda occidental se quitó la faja del
compromiso por aquello del desencanto y de qué malo Pol Pot y la Banda de los
Cuatro y qué buen@s Pannella y la Bonnino. La diferencia es que lo hace sin
anestesia, a lo medieval. Los gritos de «NO A
LA GUERRA», en el fondo, quieren decir «SODOMICENOS CON UN RALLADOR DE PAN PERO, POR FAVOR, NO ESCATIME LA
NOVOCAINA». Al final todo queda en una disputa entre halcones
lederones y mariquitas d’asuca sobre la mejor manera de que los dominadores
continúen su dominio.
Occidente es
capitalista porque así se ha construido
desde siglos, tecnologizando
el substrato feudal de godos y anglosajones. Desde una perspectiva apenas
intentada (sólo intuida por Ayn Rand, por algún epígono anarcocapitalista de
ésta y, antes, por un Stirner, un Nietzsche o un Spencer), puede plantearse un
capitalismo vivido como aspiración revolucionaria, asumiendo toda su esencia
(yendo hasta el tuétano anarcofeudal, al núcleo atómico de una dinámica que se
degradó, más por la hipocresía de justificar el ejercicio
expansionista/mercantil con morales postizas que se le oponían objetivamente,
en vez de desarrollar una nueva moral –en el sentido leninista/nietzscheano del
término-) y planteándola como imperativo heroico y no como ejercicio constante
de picaresca (el reproche que siempre hizo Ayn Rand a los conservadores
norteamericanos, presuntamente los más puros defensores del capitalismo), sin
maquillajes patrioteros ni parches humanitarios (los ataques randianos al
fascismo y la socialdemocracia), con el mismo rigor con que se pudo vivir,
desde el colectivismo, la dinámica staliniana y maoísta. De manera paradójica,
en el híbrido de modernidad y tradición que suponen realidades como Japón o
Singapur, el concepto de un capitalismo asumido como statu quo honorable y no
como mal menor ha llegado, en parte, a plasmarse (¿tal vez por hallarse más
reciente en el alma oriental -tanto nipona como china- el recuerdo del
feudalismo? –troquel último, insisto, de la dinámica capitalista-).
Una razón más para mirar a Extremo Oriente al tiempo que
seguimos sin declinar nuestra simpatía por las milicias montañesas del Middle
West, por el difunto Tim McVeigh o por los empresarios randianos a lo Hank
Scorpio.
¿La Revolución?: un
proceso de cambio iniciado por mutantes rebelados contra la decadencia de un
statu quo enfermo de exceso de civilización (podríamos, por tanto, decir que
toda Revolución es una barbaridad -una necesaria y saludable barbaridad-).
¿La Revolución?: no ama
a sus semejantes porque los así
usualmente llamados no son sus semejantes (si te gustan tus semejantes, si quieres hacer un cuarto
oscuro con ellos, pues escribes «Hojas de hierba» o ruedas «Verano azul»; si no
te gustan, te revuelves y, en la medida de tus fuerzas, planteas un espacio
revolucionario tan traumático y cataclísmico como sea menester -no existe lo
light en la revolución, como bien sentó Lenin en su momento-). El populismo es
la antítesis de la revolución y ésta siempre será tarea de élites inexorables
en su propósito, capaces de incidir en las masas a través del Ejemplo (que
lleva al Respeto -y éste, a su vez, al Mito: la Idea encarnada, la Comunión, y
cuyo último gran modelo fue la figura de Jomeini, trasunto islámico del viejo y
sabio Zaius, el que está de vuelta del Progreso por conocer ya el futuro-).
¿La Revolución?: no
busca vórtex de confort ni la vida eterna de nadie (noción escapista -al final,
el mundo idílico de los alois saliendo de múltiples armarios y viviendo en una
nube de antojos, apetitos y tendencias, deberá pagar factura a los morloks:
nada se regala-) sino la mutación de unos a costa de la extinción de otros
(esto es, la realidad): Lo Nuevo germina sobre los escombros de Lo Terminal.
Los pequeños mamíferos se convierten en predadores con el mutis de los
dinosaurios.
¿La Revolución?: se
encuentra ligada a lo natural (colectivista o indivldualista -en realidad, las
dos cosas convergen en su agujero blanco: dentro de cada Anarca late
un Trabajador; Venator y Stajanov tienen mucho que ver-) y no a lo social (de
ahí que siempre se vuelque en sectores más libres de subterfugios culturales,
caso del proletariado -en el leninismo-, de los indígenas –en el
antropomarxismo de Abimael Guzmán-, del campesinado –en los comunismos chino e
indochino- y, cerrando el círculo iniciado por los jacobinos siglo y medio
antes, de una burguesía desencantada cada vez más abierta a la vindicación de
posiciones antisociales –en el randismo-).
¿La Revolución?: es
intolerante en tanto en cuanto no admite la corrupción y, en el momento en que
se relaja, se pudre (aquí la constante jacobina sigue plenamente vigente: los
discursos de Robespierre y Saint-Just sobre el Terror como salvaguarda de la
Virtud -de la Frugalidad, impulso antagónico de la Corrupción- continúan siendo
magistrales a este respecto).
¿La Revolución?: debe
ser odiada y temida por sus enemigos; de ahí lo sospechoso que resulta cuando
espíritus completamente opuestos a la esencia revolucionaria hablan bien de
determinados nombres, en especial latinoamericanos (¿qué se valora en ellos,
sus presuntos aciertos o su ineptitud quijotesca?).
¿La Revolución?:
siempre procede del Este. Para la Francia dieciochesca, de Esparta y Tebas;
para los inconformistas occidentales del siglo XX, de Rusia, China, Indochina,
Palestina, Irán...; incluso para el capitalismo con temple revolucionario,
sería una rusa, Ayn Rand, quien daría las Ultimas Palabras para concebir
Atlantis, el Extremo Occidente (aún pendiente -no nos engañe la caricatura
postmoderna neoliberal: no es de recibo el desprecio de la pensadora
ultracapitalista por buena parte de los nombres que han configurado las últimas
décadas del llamado Mundo Libre y su ostracismo en los primeros 80, precisamente
cuando sus planteamientos, en una mirada superficial, hubiesen debido suponerse
en plena boga-), Extremo Occidente que, al cabo, sólo podrá desarrollarse en el
Pacífico, punto de encuentro de los capitalismos sintoísta y confuciano (lo más
cercano que ha dado Occidente a esto han sido los nombres, hoy olvidados, de
Bismarck y Rathenau -ambos dispuestos a descuajar a Alemania de su errada
ilusión occidental y a concebirla como entidad eurasiática, su verdadera
vocación-) con los capitalismos vikingos de la comunidad anglosajona que
sobreviva al crack del Occidente actual, podrido hasta la médula de fariseísmo
e irrealidad. Contra los ilusionistas y mentirosos que gustan de ponerse moños
con el «NO A LA GUERRA», digamos una y mil veces «NO EXISTE LA PAZ, EXISTE EL
PACIFICO».
¿La Revolución?:
gnosis, nihil, estructura. Antihumana, inhumana, posthumana. Arranca futuros a
un pasado remoto para redimirse de la enfermedad llamada «presente» (por tanto, lecteriana).
¿La Revolución?:
siempre antepondrá los Deberes a los Derechos, la Necesidad al Capricho, el
Bienser al Bienestar. Como la Naturaleza, en su constante actuación quirúrgica
(la garra y el colmillo son los primeros instrumentos de cirugía, siempre
listos contra toda proliferación indebida, tumoral, contra todo exceso de
civilización).
PERSPECTIVAS
(coda arquitectónica/urbanística)
El espíritu
revolucionario, fiel a su meollo antisocial, gusta de las ciudades desiertas.
La Gran Manzana de Ayn Rand es la del acero y cristal en diálogo con el vacío
(o con un pequeño grupo de elegidos que no perturbe -más bien se integre en-
ese vacío), más en clave «Omega man» que no como el bullicio
costumbrista-conformista de un Woody Allen. Igualmente, las avenidas ciclópeas
del Berlín extremooriental, donde la población siempre es exigua frente a tales
magnitudes (que nos recuerdan la grandiosidad de lo egipcio, germen de toda
estética espacial auténticamente revolucionaria), contrastan con el panorama
terminal de la plaza de Marrakesh tan admirada por Goytisolo (versión cult del
Mundo Chueca, del caos promiscuo donde se huye del Tiempo y del Espacio en un
regodeo de lo táctil entendido como confusión cosificadora y no como sabiduría
en la dispensa discriminada, litúrgica, de las caricias -tan propia de un lugar
como Japón, donde la gente vive muy junta, sí, pero no revuelta-).
Y es que la relación de
lo revolucionario con las masas siempre es la del escultor con la piedra, esto
es, una relación quirúrgica, de martillo y cincel, de extirpación de todo
exceso (gangrena, obesidad, tumor) que degrade la nitidez del proyecto (el
término clínico «gangrena gaseosa»
es perfecto para definir la situación abyecta contra la cual lucha siempre la
auténtica Revolución y que suele definir como
«podredumbre, contaminación, molicie burguesa»
-en la novela randiana «El manantial» el arquitecto Roark decide dinamitar su
rascacielos por las excrecencias que desfiguran la idea original y ahí muestra
con su acción directa, individualista, neta y propietaria, un impremeditado
hermanamiento con sus opuestos, colectivistas, netos y proletarios, caso del
anarquista Durruti en el ya famoso episodio del vagón de tren, podando de
lastres disolutos la moral revolucionaria de sus tropas-).
LA HORA DEL RETIRO
Como los pequeños mamíferos
que vieron morir a los dinosaurios, deberíamos disponernos a participar en la
herencia de la Tierra serenamente, con la certeza (día a día más completa) de
tener el viento de los tiempos a favor y de que los contravalores y mitos hoy
oficializados que tanto nos irritan y deprimen van a resultar, en un tiempo no
muy lejano, tan fuera de lugar como «El
Satiricon» de Fellini encajado en la historia de Bronwyn.
Llega la hora del retiro para los salvajes mundofelicistas, para los que tenemos
el quijotismo fácil y la figura tristérrima, a fuerza de palos y espejismos.
Del retiro, con toda la humildad de los talantes verdaderamente ambiciosos, a
la LINEA DE SOMBRA más allá de la
política. Para tomar impulso. El último impulso. Sin que ningún metepatas canto
de sirena nos robe la concentración (y viendo en la Red nuestro aguileño
Luminar, no una gallinácea versión internauta de «La guerra de los botones» ). Dejando a otros la vocación de
anécdota: nosotros, a estas alturas, sólo deberíamos conformarnos con ser
Categoría.
Qué menos para
mirar al devenir con un mínimum de dignidad.